martes, 23 de julio de 2013

San Martín de los Andes - Islita y Mirador Bandurrias

By Sole y Seba

Ya en la ruta, giramos a la izquierda, y caminamos unos 200 metros hasta encontrar un camino de tierra que se internalizaba en las tierras de la comunidad Cayún en dirección al lago. A nuestra derecha quedó la gran Piedra Trompul, paraíso de escaladores en roca. El camino era de ripio en bastante buen estado en los primeros kilómetros, pero a medida que nos fuimos adentrando se transformó en tierra con muchas irregularidades.

El solitario camino en tierra mapuche. Arriba a la izquierda se ve el cono del volcán Colorado

Pasamos por al lado de pequeñas casas, con unas estructuras que parecían ser invernaderos, y corrales con ovejas. En algunos sectores las ovejas blancas y negras, estaban sueltas y pastaban a ambos lados de la ruta. También vimos algunas gallinas que iban seguidas por pollitos y varios caballos que eran guiados por un baqueano. En un momento nos tuvimos que replegar a un lado de la ruta para que pasaran 2 bueyes de grandes dimensiones amarrados a una estructura de acarreo; o nos movíamos o nos pasaban literalmente por arriba. Fue un camino totalmente diferente a los que veníamos haciendo. Fueron aproximadamente 6 km, zigzagueantes, con ascensos y descensos, que culminó en un desnivel total de -300 metros.

Luego de 1:20hs llegamos a la playa. Bajamos y fuimos bordeando la costa, hasta encontrar “la islita”, que no es más que una pequeñísima isla en el lago Lácar ubicada a muy pocos metros de la costa, a la que se llega nadando. Nos sentamos en la playa, se superficie pedregosa, frente a la isla.

La islita

El día estaba precioso, el sol brillaba y no había nubes. No pusimos cómodos, nos sacamos las zapatillas y preparamos el mate, que acompañamos de galletitas y una banana. A las ampollas de los muslos, que aún tenían un aspecto calamitoso, sumé una ampolla en cada dedo gordo del pie producto del roce contra la zapatilla durante el descenso del volcán; ya me vendaría los dedos cuando estuviésemos por seguir camino más tarde.
Cerca nuestro había una pareja mayor, con una perra- oveja marrón llamada “Pepa”. A cada ratito le decían “Pepa vení para acá!”, “Pepa no te acerques al perro!!”. La rebelde poco caso hacía a sus castradores padres humanos, haciendo todo lo contrario. También estaba el “trío torta frita”, conformado por 3 hombres entre 25- 30 años que junto al mate se devoraron una bolsa con tortas fritas. Y para completar el paisaje un trío de boludos, que dejaron sus pertenencias en un tronco casi encima del lago, que cuando se dieron cuenta tenían el termo nadando por el Lácar. Cada uno estaba en lo suyo, sin prestarle demasiada atención a lo que pasaba alrededor. 

Pepa, la dama de la derecha, y el vagabundo

Apenas metimos los pies y parte de la piernas en el agua porque estaba bastante fría!!! Además no habíamos llevado las ojotas, y las piedras resultaban muy resbaladizas para estar caminando por ahí. Tuvimos que tener mucho cuidado para no resbalar y caer.
Luego de un rato nos calzamos y empezamos a caminar, buscando el camino por el que accedían los autos a estas playas. Tomamos la ruta- camino de ripio que nos condujo al mirador Bandurrias. A este mirador, se puede acceder caminando o en auto, tanto desde donde lo hicimos, como desde la ciudad. Cuando uno va en auto tiene que pasar por una barrera, y pagarle un “peaje” a los mapuches del lugar. Parece que algo similar ocurre cuando uno va caminando, pero no puedo asegurarlo porque cuando pasamos estaban entretenidos cobrándole a un auto, y nadie se nos acercó.
A diferencia del mirador Arrayanes, este era 100% natural, sin intervención de la mano del hombre. No había ningún deck, no había ninguna baranda, así como tampoco bancos para sentarnos. Realmente no sé en virtud de qué se cobra un acceso. Es más, está todo tan poco señalizado, que uno puede acceder a la zona del mirador por múltiples senderos de pedregullo. Desde acá se tiene una vista hacia el oeste del Lácar en casi toda su extensión, de un lado, y de la ciudad, del otro. Como es de esperar por las características del terreno, los únicos árboles que había en este lugar, eran cipreses que crecían entre las piedras.

Desde el Mirador Bandurrias

Volvimos al inicio del sendero al mirador – estacionamiento de autos, y tomamos uno de los tantos senderos peatonales de la ladera del cerro que se iban bifurcando y uniendo de forma muy irregular, erosionando el terreno.
Según la información del mapa de Seba, entre la isla y el Bandurrias había 3 km, con un desnivel de 150 metros, que hicimos en 40 minutos.
Del Bandurrias (822 metros) a la playa de SMA había 2 km, con un desnivel -150 metros, distancia que cubrimos en 25 minutos. En este último recorrido nos cruzamos con muchísima gente, comparado con lo que había sido el resto del día.
Antes de pasar por el C.I.E. a avisar que habíamos llegado, pasamos por una fiambrería llamada “Fiambres de la montaña” (Tte Gral Roca 756), que nos había tentado el día previo. Tenían mucha variedad de fiambres, quesos, productos ahumados, cereales de desayuno, productos regionales, etc. Nada que ver con el paupérrimo lugar al que habíamos ido a comprar previamente. Terminamos comprando un lomo ahumado de excelente calidad, al mismo precio que el pésimo jamón cocido que habíamos comprado en el entrerriano. Así que como recomendación para el que vaya, camine un poco más y busque esta fiambrería en lugar de caer en cualquier almacén de barrio.

En el camino decidimos contratar una excursión de “jubilados” que iba al lago Huechulafquen, para el día siguiente.
Volvimos a la hostería, donde nos arreglamos un poco para ir a cenar. De camino al restaurante elegido para esa noche y habiendo chequeado una vez más el pronóstico, contratamos el rafting en el río Hua Hum para el jueves 21.

La cena fue en “Pulgarcito” (San Martín 461), un pequeño restaurante que había descubierto Seba en un viaje anterior. Lo que había llamado su atención era la decoración que incluía un cuadro de “Pulgarcito” con la camiseta de Racing. Esta vez había todo un sector, como una especie de santuario, dedicado al club, conformado por banderines, gorros, pañuelos, posters, fotos, entradas, etc. Luego de analizar la carta que incluía minutas y una gran selección de pastas caseras, elegimos unos sorrentinos de cordero y unos capelinis (unos ravioles triangulares grandes) de verdura y ricota, con tuco. Muy ricos!!! De postre fuimos por un flan casero con dulce de leche.

Pulgarcito

Volvimos, con algo de frío a la hostería.

La frase del día fue del filósofo Sebastiano que expuso la teoría de la bisectriz aplicada a las vacaciones: “si las vacaciones fuesen un ángulo, ya hubiésemos pasado la bisectriz”. Quedando menos días de vacaciones de los que habían pasado nos fuimos a dormir.

Síntesis del trekking al Volcán Colorado: desde la ruta (cartel de inicio de senda) son unos 3,5km en línea recta y 800 mts de desnivel hasta la cima. Nos tomó aprox 1:45 la subida, y 1:15 la bajada. Una vez que se cruza la pampa la clave es encontrar las marcas rojas y no cruzar el arroyito. Si encontraron la senda, es muy sencilla de seguir, aunque requiere un esfuerzo físico importante porque hay 1 hora (dependiendo el ritmo) de ascenso continuo. Como la cima del volcán no supera los 1800 mts s.n.m y la ladera de ascenso mira al sudeste, tenemos vegetación durante el 95% del recorrido, y la parte de trekking de altura (pedregullo y acarreo) no tiene grandes dificultades técnicas, y es relativamente sencillo llegar desde ahí a la cima (especialmente si hubo trekkers que hicieran cumbre en los días recientes y colaboraran en la erosión del terreno).

Desde la ruta a la islita: unos 6km con 300 metros de desnivel negativo, es simplemente seguir el ripio y tirarse al lago en cuento lo ven.
De la islita al pueblo: unos 5 km sin alejarse mucho del lago, con una subida moderada (150 mts) al subir al mirador Bandurrias.

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