By Sole y Seba
Ya en
la ruta, giramos a la izquierda, y caminamos unos 200 metros hasta
encontrar un camino de tierra que se internalizaba en las tierras de la comunidad
Cayún en dirección al lago. A nuestra derecha quedó la gran Piedra Trompul,
paraíso de escaladores en roca. El camino era de ripio en bastante buen estado
en los primeros kilómetros, pero a medida que nos fuimos adentrando se
transformó en tierra con muchas irregularidades.
El solitario camino en tierra mapuche. Arriba a la izquierda se ve el cono del volcán Colorado |
Pasamos por al lado de
pequeñas casas, con unas estructuras que parecían ser invernaderos, y corrales
con ovejas. En algunos sectores las ovejas blancas y negras, estaban sueltas y
pastaban a ambos lados de la ruta. También vimos algunas gallinas que iban
seguidas por pollitos y varios caballos que eran guiados por un baqueano. En
un momento nos tuvimos que replegar a un lado de la ruta para que pasaran 2 bueyes
de grandes dimensiones amarrados a una estructura de acarreo; o nos movíamos o nos pasaban literalmente por arriba. Fue un camino
totalmente diferente a los que veníamos haciendo. Fueron aproximadamente 6 km , zigzagueantes, con
ascensos y descensos, que culminó en un desnivel total de -300 metros .
Luego
de 1:20hs llegamos a la playa. Bajamos y fuimos bordeando la costa, hasta
encontrar “la islita”, que no es más que una pequeñísima isla en el lago Lácar
ubicada a muy pocos metros de la costa, a la que se llega nadando. Nos sentamos en la
playa, se superficie pedregosa, frente a la isla.
La islita |
El día estaba precioso, el
sol brillaba y no había nubes. No pusimos cómodos, nos sacamos las zapatillas y
preparamos el mate, que acompañamos de galletitas y una banana. A las ampollas
de los muslos, que aún tenían un aspecto calamitoso, sumé una ampolla en cada
dedo gordo del pie producto del roce contra la zapatilla durante el descenso
del volcán; ya me vendaría los dedos cuando estuviésemos por seguir camino más
tarde.
Cerca
nuestro había una pareja mayor, con una perra- oveja marrón llamada “Pepa”. A
cada ratito le decían “Pepa vení para acá!”, “Pepa no te acerques al perro!!”. La rebelde poco caso hacía a sus castradores padres humanos, haciendo todo lo contrario.
También estaba el “trío torta frita”, conformado por 3 hombres entre 25- 30
años que junto al mate se devoraron una bolsa con tortas fritas. Y para
completar el paisaje un trío de boludos, que dejaron sus pertenencias en un
tronco casi encima del lago, que cuando se dieron cuenta tenían el termo
nadando por el Lácar. Cada uno estaba en lo suyo, sin prestarle demasiada
atención a lo que pasaba alrededor.
Pepa, la dama de la derecha, y el vagabundo |
Apenas
metimos los pies y parte de la piernas en el agua porque estaba bastante
fría!!! Además no habíamos llevado las ojotas, y las piedras resultaban muy
resbaladizas para estar caminando por ahí. Tuvimos que tener mucho cuidado para
no resbalar y caer.
Luego
de un rato nos calzamos y empezamos a caminar, buscando el camino por el que
accedían los autos a estas playas. Tomamos la ruta- camino de ripio que nos
condujo al mirador Bandurrias. A este mirador, se puede acceder caminando o en
auto, tanto desde donde lo hicimos, como desde la ciudad. Cuando uno va en auto
tiene que pasar por una barrera, y pagarle un “peaje” a los mapuches del lugar.
Parece que algo similar ocurre cuando uno va caminando, pero no puedo
asegurarlo porque cuando pasamos estaban entretenidos cobrándole a un auto, y
nadie se nos acercó.
A
diferencia del mirador Arrayanes, este era 100% natural, sin intervención de la
mano del hombre. No había ningún deck, no había ninguna baranda, así como tampoco
bancos para sentarnos. Realmente no sé en virtud de qué se cobra un acceso. Es
más, está todo tan poco señalizado, que uno puede acceder a la zona del mirador
por múltiples senderos de pedregullo. Desde acá se tiene una vista hacia el
oeste del Lácar en casi toda su extensión, de un lado, y de la ciudad, del
otro. Como es de esperar por las características del terreno, los únicos
árboles que había en este lugar, eran cipreses que crecían entre las piedras.
Desde el Mirador Bandurrias |
Volvimos
al inicio del sendero al mirador – estacionamiento de autos, y tomamos uno de
los tantos senderos peatonales de la ladera del cerro que se iban bifurcando y
uniendo de forma muy irregular, erosionando el terreno.
Según
la información del mapa de Seba, entre la isla y el Bandurrias había 3 km , con un desnivel de 150 metros , que hicimos
en 40 minutos.
Del
Bandurrias (822 metros ) a
la playa de SMA había 2 km ,
con un desnivel -150
metros , distancia que cubrimos en 25 minutos. En este
último recorrido nos cruzamos con muchísima gente, comparado con lo que había
sido el resto del día.
Antes
de pasar por el C.I.E. a avisar que habíamos llegado, pasamos por una
fiambrería llamada “Fiambres de la montaña” (Tte Gral Roca 756), que nos había
tentado el día previo. Tenían mucha variedad de fiambres, quesos, productos
ahumados, cereales de desayuno, productos regionales, etc. Nada que ver con el paupérrimo lugar al que habíamos ido a comprar previamente. Terminamos comprando
un lomo ahumado de excelente calidad, al mismo precio que el pésimo jamón
cocido que habíamos comprado en el entrerriano. Así que como recomendación para
el que vaya, camine un poco más y busque esta fiambrería en lugar de caer en
cualquier almacén de barrio.
En el
camino decidimos contratar una excursión de “jubilados” que iba al lago
Huechulafquen, para el día siguiente.
Volvimos
a la hostería, donde nos arreglamos un poco para ir a cenar. De camino al
restaurante elegido para esa noche y habiendo chequeado una vez más el
pronóstico, contratamos el rafting en el río Hua Hum para el jueves 21.
La
cena fue en “Pulgarcito” (San Martín 461), un pequeño restaurante que había
descubierto Seba en un viaje anterior. Lo que había llamado su atención era la
decoración que incluía un cuadro de “Pulgarcito” con la camiseta de Racing.
Esta vez había todo un sector, como una especie de santuario, dedicado al club,
conformado por banderines, gorros, pañuelos, posters, fotos, entradas, etc. Luego
de analizar la carta que incluía minutas y una gran selección de pastas
caseras, elegimos unos sorrentinos de cordero y unos capelinis (unos ravioles
triangulares grandes) de verdura y ricota, con tuco. Muy ricos!!! De postre
fuimos por un flan casero con dulce de leche.
Pulgarcito |
Volvimos,
con algo de frío a la hostería.
La
frase del día fue del filósofo Sebastiano que expuso la teoría de la bisectriz
aplicada a las vacaciones: “si las
vacaciones fuesen un ángulo, ya hubiésemos pasado la bisectriz”.
Quedando menos días de vacaciones de los que habían pasado nos fuimos a
dormir.
Síntesis
del trekking al Volcán Colorado: desde la ruta (cartel de inicio de senda) son
unos 3,5km en línea recta y 800 mts de desnivel hasta la cima. Nos tomó aprox
1:45 la subida, y 1:15 la bajada. Una vez que se cruza la pampa la clave es
encontrar las marcas rojas y no cruzar el arroyito. Si encontraron la senda, es
muy sencilla de seguir, aunque requiere un esfuerzo físico importante porque
hay 1 hora (dependiendo el ritmo) de ascenso continuo. Como la cima del volcán
no supera los 1800 mts s.n.m y la ladera de ascenso mira al sudeste, tenemos
vegetación durante el 95% del recorrido, y la parte de trekking de altura (pedregullo
y acarreo) no tiene grandes dificultades técnicas, y es relativamente sencillo
llegar desde ahí a la cima (especialmente si hubo trekkers que hicieran cumbre
en los días recientes y colaboraran en la erosión del terreno).
Desde
la ruta a la islita: unos 6km con 300 metros de desnivel negativo, es simplemente
seguir el ripio y tirarse al lago en cuento lo ven.
De la islita al pueblo: unos 5 km sin alejarse mucho del lago, con una subida moderada (150 mts) al subir al mirador Bandurrias.
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