Mayo 2012
Desde la estación de tren hicimos combinación con el subte. Ya habíamos cambiado algo de dinero en Budapest así que teníamos algunas coronas checas o Kc para comprar el pasaje en metro. Sacamos 2 tickets de adultos, 32 Kc cada uno, y 2 tickests de 16 Kc para las valijas; si uno quiere viajar con niños, mascotas o valijas tiene que comprarles este medio pasaje.
Desde la estación de tren hicimos combinación con el subte. Ya habíamos cambiado algo de dinero en Budapest así que teníamos algunas coronas checas o Kc para comprar el pasaje en metro. Sacamos 2 tickets de adultos, 32 Kc cada uno, y 2 tickests de 16 Kc para las valijas; si uno quiere viajar con niños, mascotas o valijas tiene que comprarles este medio pasaje.
Partimos de Hlavní
nádraží en la línea C de metro, una de las 3 que hay en la ciudad, que se
identifica con el color rojo; bajamos 2 estaciones después en Pavlova. Unas 4 largas cuadras nos separaban del hotel.
Además del metro, la ciudad cuenta con una extensa red de tranvías, la tercera de Europa en importancia luego de San Petersburgo y Budapest, y algunos colectivos. De todo esto, el subte era lo que mejor nos dejaba.
Además del metro, la ciudad cuenta con una extensa red de tranvías, la tercera de Europa en importancia luego de San Petersburgo y Budapest, y algunos colectivos. De todo esto, el subte era lo que mejor nos dejaba.
Cuando salimos a la superficie constatamos que estaba
nublado y bastante fresco, algo que no nos sorprendió mucho dado que antes de
salir de Salzburgo habíamos consultado el tiempo de Praga en "weatheronline.co.uk". Apareció ante nuestros ojos una larga avenida, un tanto despoblada, franqueada
por una sucesión de edificios de entre 3 y 4 pisos, del mismo estilo aunque
diferente diseño, y colores que iban de un color tiza, pasando por el gris,
rosa, un naranja muy suave, un caqui, y terminando en marrón. A pesar de la
monotonía, no tenían el aspecto deprimente de los edificios de
Zagreb.
Avenida Legerova |
Luego de avanzar una cuadra nos dimos cuenta que no se
podía cruzar la avenida hacia el otro lado. Para nuestra fortuna unos metros más
adelante encontramos un paso bajo nivel que nos permitió acceder al otro lado de
la avenida, donde estaba el hotel. Ya no teníamos brazos ni cintura, y a las
pobres valijas se le estaban gastando las rueditas de tanto trajín! Después
descubrimos que luego de algunas cuadras la calle se transforma en una autopista
y por eso estaban las restricciones de cruce.
Encontramos el hotel sin problema. Rápidamente hicimos el
check in, y la recepcionista muy amablemente nos dio un mapa; los ojos de Seba
se iluminaron!!! Otro mapa!!! Estaba más contento que perro con 2 colas!!! Dejamos las valijas en la habitación, y nos
abrigamos para volver a salir.
Nos dirigimos por Legerova hacia la colina de Vysehrad.
Las primeras cuadras que caminamos estaban desiertas!!! Nos fuimos adentrando en
un parque con bancos para sentarse, que debía ser muy lindo cuando hacía calor y
brillaba el sol; ese día era bastante tétrico. Pronto nos comenzamos a cruzar
con alguna que otra persona que pasaba. Ahí nos encontramos con la iglesia de
San Pedro y San Pablo, que en ese momento se encontraba cerrada. Al lado de esta
se encontraba el antiguo cementerio lugar de residencia final de varios
artistas, científicos y políticos checos. A la entrada del mismo estaba la lista
de residentes; la mayoría nombres sin ningún significado para nosotros. Había
una combinación de lápidas, pequeños mausoleos y estatuas de figuras humanas de
caras tristes.
Dejamos atrás el cementerio y nos dirigimos hacia una zona de miradores, donde se tiene una vista bonita del río Moldava y las edificaciones que están al otro lado del mismo. Tras tomar algunas fotos y cansarnos del olor a marihuana de otros visitantes, bajamos de la colina y salimos a la calle que va bordeando el río. Caminamos algunas cuadras, intentando no quedarnos quietos para que no nos atacase el frío que cada vez se iba haciendo más intenso! "Brrr, porqué no habré traído una buena campera????" me pregunté más de una vez.
Cuando llegamos a la calle donde estaba ubicada “la
bailarina” o “la casa danzante”, una edificación de 1996, conformado por dos
edificios de líneas curvas que parecen entrelazarse entre sí mientras bailan, giramos a la derecha y nos adentramos en la ciudad con la intención de
encontrar un lindo lugar para cenar.
La bailarina |
Tiritando de frío ingresamos en un restaurante de aspecto
tradicional, que ya tenía varias mesas ocupadas a pesar de la temprana hora.
Teníamos hambre y frío, así que pedimos comida sin ninguna discreción. Enseguida
llegaron las costillas de cordero con knedlíky y el plato de fideos con
brócoli, pollo y crema. Estos knedlíky eran unas rebanadas de algo, que nunca
supimos que era, pero que estaban en casi todos los platos que pedimos en Praga.
Nos preguntábamos, "qué es esto??? Papa prensada??? Pan mojado???" Fuese lo que
fuese no era demasiado sabroso. Buscando en Internet acabo de descubrir que es
una especie de pan hervido. Algo muy poco feliz!!!
Knedlíky |
Tan pronto terminamos de comer regresamos al hotel, que
terminó estando cerca de 15 largas cuadras de dónde estábamos. En el camino
descubrimos varios cafés, restaurantes, y hasta un minimercado, a pocas cuadras
de donde íbamos a pernoctar.
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