By Sole
Mayo 2012
Amaneció
nublado pero sin lluvia, lo que nos permitía continuar adelante con nuestro
plan. Habíamos dejado ese día para hacer el tour que incluía San Gimignano,
Siena, Monteriggioni y cata de vino chianti. Si bien no nos gustan mucho los
tours, de otra manera no íbamos a poder visitar todos esos lugares en un día. Habíamos
visto un par de brochures en el hostel que publicitaban esta excursión. Simplemente
había que presentarse alrededor de las 8:30 o tal vez 8:45 en la terminal de
trenes, y contratarla en el momento. Así que nos apersonamos en el lugar y
horario indicado. Nos anotamos, pagamos y pocos minutos después estábamos
sentados en el bus.
Salimos de Firenze y tomamos la ruta que nos llevaría a San
Gimignano, el primer destino. Este es un pequeño pueblo amurallado que se
caracteriza por tener 14 torres en muy buen estado de conservación. De hecho,
cuando uno va aproximándose, fácilmente lo identifica en la zona más alta de
una colina por sus torres que compiten entre sí por ver quién es la más alta.
Similar a lo que ocurría en Lucca, las familias adineradas construían estas
torres como reflejo de su posición, cuanto más importante y adinerada era una
persona, más alta era la torre que construía. La más alta es la Torre Grossa
con 54 metros de altura.
Luego de la correspondiente explicación en el micro, nos
dejaron casi una hora libre para recorrer el pueblo. Pasamos por la Piazza
della Cisterna, la más importante del lugar, que debe su nombre a la cisterna
que se encuentra en el medio de la misma, donde los habitantes solían
abastecerse de agua.
De ahí seguimos a La Rocca, los restos de un fuerte del
siglo 14, desde donde se obtienen vistas privilegiadas del pueblo y
alrededores. Las casitas bajas con techos de tejas y las torres por un lado, y
los campos parcelados de la toscana con sus diferentes tonalidades, por el otro; bellísimo.
Es uno de los “must”!
El
resto del tiempo lo utilizamos para recorrer las angostas calles con
construcciones antiquísimas perfectamente conservadas con el mismo aspecto que
tenían hace más de 500 años. Entramos en varios negocios de souvenirs y
hasta compramos un vino chianti para regalar. En varios locales de venta de
alimentos, en la puerta tenían jabalíes o cabezas de estos embalsamadas,
apuesto a que vendían jamones o salames de este animal en el interior; no
entramos a averiguar.
Lo otros negocios que abundaban eran las heladerías,
que competían entre ella con carteles que decían que habían obtenido premios al
mejor gelato en determinado año. No tuvimos tiempo suficiente para tomar uno,
aunque ganas no faltaron.
Este pueblo estaba en el recorrido de la “Via Francigena”.
Confesaré que hasta hacer esta excursión desconocía su existencia. Era un
camino que iba desde Canterbury (Inglaterra), pasando por Francia y Suiza, y
terminando en Roma. Por esta iban caminando peregrinos hacia Roma, pasando por
varios pueblos favoreciendo el florecimiento económico de los mismos. Sería un
equivalente al camino de Santiago de Compostela.
Siguiente destino: Siena! Llegamos al mediodía. Teníamos un
rato libre para comer, y después una visita por el pueblo con una guía local.
La guía, con la que veníamos en el micro sugirió un lugar para comer donde ella
solía ir habitualmente. Como siempre le escapamos a ese tipo de sugerencias y
nos fuimos por nuestra cuenta. Caminamos algunas cuadras y encontramos un
supermercado donde compramos pan y jamón crudo para preparar unos sándwich, y
algunos irresistibles chocolates amargos, 85% cacao, de Lindt. Almorzamos, y
hasta nos quedó tiempo para dar una vuelta.
A la hora acordada nos unimos al resto del grupo, y comenzó
el city tour. Entre los puntos destacables del recorrido estaban:
- El banco Monte del Paschi, creado en 1472, el más antiguo en funcionamiento del mundo.
- La Piazza del Campo, con su Fuente Gaia o de la alegría, realizada en mármol con relieves de esculturas de temas religiosos. En esta plaza se corre 2 veces al año, el 2 de julio y el 16 de agosto el Palio delle contrade, la tradicional carrera de caballos en la que participan representantes de los 17 distritos o contrade de la ciudad. Diez de los 17 corren cada año: 7 son los que no corrieron el año anterior, y los 3 restantes son elegidos por sorteo. Es un espectáculo que atrae gran cantidad de gente cada año.
- La Catedral o Duomo, construida en el siglo XII. Su fachada está sumamente ornamentada con varias esculturas, columnas y relieves. Como no podía ser de otra manera está decorada con placas de mármol blanco y verdoso. En la cercanía de esta hay restos de una obra que pretendió ser la base de una nueva catedral mucho más grande, de la cual la actual sería un anexo. La construcción comenzó en 1339, pero unos años después fue abandonada con la epidemia de Peste Negra que azotó Europa.
La entrada a la catedral no estaba incluida en la excursión,
así que optamos por tomarnos otro rato libre, alejado del grupo. Caminamos un
poco más, por zonas donde no habíamos ido, descubriendo esos pequeños detalles
que hacen a las ciudades y que en general se pierden si uno va en un tour
mirando sólo los sitios más importantes. Terminamos en la Piazza del Campo
tomando un gelato, mientras esperábamos a la gente que había ingresado a la catedral.
Piazza del Campo |
La última parada en Siena era una degustación de “pan
medieval” y aceite de oliva. En otras palabras, nos llevaron a un negocio que
vendía pan, queso y aceite de oliva, donde nos dieron de probar los productos,
con claras intensiones de que uno compre. No consiguieron hacer grandes ventas,
sólo un par de personas compraron algo.
Caminamos hacia la zona del estadio de Siena Artemia
Franchi, en las inmediaciones del cual hicimos una parada técnica, para evacuar
vejigas. Luego de que el tour pasara por el toilette seguimos hacia el micro,
pasando por una zona más elevada con vistas panorámicas de la ciudad. Tras una
nueva parada para sacar fotos emprendimos viaje.
Aún nos quedaba visitar Monteriggioni y la cata de vino
chianti. El cielo tenía sectores con nubes, algunas un tanto oscuras que
vaticinaban tormenta. Por ahora veníamos zafando de la lluvia.
Monteriggioni es una pequeñísima ciudad circular, totalmente
amurallada, donde no está permitido el ingreso de automóviles. Su relevancia
radica en que era una de los puntos por los que pasaba la Vía Francigena, y es
mencionada por Dante Alighieri cuando describe el infierno en la Divina Comedia.
El micro estacionó en las afueras de la muralla, y caminamos
unos 200 metros hasta la entrada. Nos dieron un rato libre para recorrer el
lugar. Se podía visitar parte de la muralla, pero no nos pareció muy
conveniente, así que nos limitamos a caminar. Mientras recorríamos las pocas
calles que tiene el lugar, habrán caído unas 4 gotas de lluvia que no nos detuvieron ni un poquito.
También nos resultó un lugar muy bonito.
Siguiente destino: una pequeña bodega en medio de la campiña
Toscana. En el lugar nos esperaba una mujer que explicó en inglés e italiano
como se fabricaba el vino, al tiempo que recorríamos un sector frío y húmedo
donde había algunos barriles de diferentes materiales para el estacionamiento
de vinos de diferente calidad. Terminada la explicación, fuimos a un entrepiso
donde había una larga mesa con copas y platos conteniendo una feta de jamón
crudo, una de salame, aceite de oliva y 2 rebanadas de pan. Nos sentamos
delante de los platos, y nos fue sirviendo secuencialmente diferentes vinos.
Qué hacía yo en una degustación de vino, si ni siquiera me gusta el vino??? Yo me
limité a probar el primero y decirle al oído a Seba un lapidario “horrible!!!”. Así que el pobre tuvo la posibilidad de hacer una cata doble, de su copa y la mía. El evento
finalizó con la venta de los productos que habíamos degustado. Acá la gente
estuvo un poco más animada que en Siena y varios compraron vino y aceite de
oliva.
La excursión estaba finalizada, sólo quedaba volver a
Firenze, cosa que hicimos ya en silencio sin las explicaciones de la guía.
Para no variar fuimos a cenar por última vez a Nerone; esa
noche tocó lasagna alla bolognesa. Si bien suelo desconfiar de la carne picada
en esa oportunidad la comí, y no estuvo nada mal. Culminamos la comida con uno
de los postres preferidos de Seba: tiramisú! Estaba tan rico que casi chupa el
platito!!!
Antes de volver al hotel fuimos a dar una vuelta por la
ciudad, aprovechando que no llovía. Aun no la habíamos visto de noche. Pasamos
por el Duomo, el Palazzo Vecchio frente al cual había músicos callejeros
tocando con su público transeúnte y desde ya el Ponte Vecchio. Para ser más
precisa, fuimos al Ponte Santa Trinita desde el cual vimos al Ponte Vecchio.
Cuando nos fuimos acercando notamos que sobre uno de los pilotes, del lado de
afuera de la baranda había un par de personas. Mmm, algún suicida??? No
precisamente. Más de cerca vimos que eran dos hombres de pantalones blancos y
remeras a rayas que habían ido a pasar una velada romántica al puente. Parece
que había onda entre ellos, porque mientras Seba sacaba fotos al Ponte Vecchio
con su bendito trípode, ellos se unieron en un apasionado beso digno de
telenovela.
Vista nocturna del Ponte Vecchio |
Dejamos
sola a la pareja y emprendimos el regreso. A esa hora era más fácil
circular por las pequeñas veredas ya que había menos
tránsito. Recordemos que los conductores en Italia se rigen por la ley de la
selva y no por las normas de tránsito.
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