Mayo 2012
A las 12:05 llegamos a la estación de tren
Santa Maria Novella (SMN). Raudamente nos dirigimos hacia el alojamiento que
habíamos reservado, ubicado a unas 3 cuadras de ahí. Ya teníamos las rueditas
de las valijas gastadas de tanto andar caminando con ellas por la calle!
Habíamos reservado una habitación en un hotel
que compartía las instalaciones con el Hostel Archi Rossi. La entrada y
recepción era común con el hostel, así como el sector para guardar valijas y el
comedor para el desayuno. Tras atravesar un patio que separaba los dos edificios llegamos al
hotel. Tenía un ascensor que era excesivamente lento, aún más que el de Milán.
Sólo lo utilizamos cuando llegamos por las valijas, nunca más! Ni siquiera para
bajar el equipaje el día que nos fuimos. Nuestra habitación con baño privado, y
una ventana que daba a un patio y una terraza estaba ubicada en el 2º piso. Era amplia, luminosa y tenía hasta un escritorio con computadora, un
lujo! En Florencia la oferta hotelera era mayor que en Milano, y por el mismo
precio se conseguía un alojamiento muchísimo mejor.
Contentos con la elección que habíamos hecho
vía Internet, dejamos las valijas, y salimos a recorrer las calles. Hacía
calor, y el día estaba espectacular. Nos dirigimos en primer lugar al Mercado
de San Lorenzo, que estaba ubicado a pocas cuadras. El mercado propiamente
dicho, era un gran edificio con puestos de frutas, carnes, pescados, productos
secos (fideos, arroz, especias), panaderías y fiambrerías. En el exterior había
varios puestos callejeros que vendían ropa (las clásicas camisetas y camperas
con las inscripción ITALIA), carteras de “cuero”, y chucherías.
En una de las fiambrerías del mercado
compramos 2 sandwichs a 3E cada uno de jamón crudo y queso; uno elegía el pan,
y el fiambre, y los armaban en el momento. Nos fuimos con los sandwiches en sus
bolsitas de papel madera y un agua mineral hacia la zona del Duomo. Nos
sentamos a comer, en un banco frente al Baptisterio. Si no fuese por la gente
que cada tanto pasaba pidiendo monedas, hubiese sido un gran almuerzo. Acá no
era la excepción, iglesia: mendigos y gitanos pidiendo dinero.
Il Duomo |
Con el estómago lleno, caminamos un poco
entre estas obras arquitectónicas, que competían entre sí a ver cuál era la más
ornamentada e imponente. En ese momento sólo dimos una vuelta por el exterior.
Había gente haciendo fila para ingresar y subir hasta la cima para tener
una vista panorámica de la ciudad.
Seguimos hacia el Palazzo Vecchio y la Piazza
della Signoria. En la puerta de este edificio había una réplica del David de
Miguel Angel, que de todas las estatuas de la plaza era la que más llamaba la atención. También estaba la estatua de Adán y Eva, y Hércules y caco. En el
interior del Palazzo, había exposiciones varias, que no visitamos.
El David en la puerta del Palazzo Vecchio |
De ahí nos fuimos por la Vía Calzaiuoli en
dirección al río Arno. No pudimos evitar ingresar en el Disney Store, y tocar
todo cual niños. Qué cosas más lindas que venden en esos negocios!
Cuando llegamos a la calle que corría paralela
al río, nos topamos con una caravana de autos antiguos que resultó ser
la Mille Miglia! Tuvimos que esperar un rato, a que haya un impase de vehículos para cruzar la calle.
No bien cruzamos, a nuestra derecha pudimos
ver por primera vez el famoso Ponte Vecchio. Este puente es mucho más que un
puente. Es una construcción del año 1345, siendo el puente de piedra más
antiguo de Europa. Durante la Segunda Guerra Mundial, fue el único puente de
Florencia que no fue destruido por los alemanes. Sobre el mismo había casas con
negocios en la planta baja que delimitaban un corredor central que iba de un
lado al otro del río. En un comienzo esas casas flotantes estuvieron ocupadas
por carniceros y matarifes, pero fueron desalojados por el mal olor que
generaban. En la actualidad están ocupadas por orfebres con sus tiendas que
venden objetos de joyería.
Justo en el centro del puente encontramos un
bebedero, donde recargamos la botella de agua y nos hidratamos.
Desde el Ponte Vecchio |
Poco a poco el cielo se fue nublando
anunciando la llegada de la lluvia. Regresamos al hotel a buscar los paraguas y
algo de abrigo. Ni las nubes ni las lluvias nos iban a impedir que siguiéramos
recorriendo Firenze. No bien aparecían rastros de que se venía la lluvia,
aparecían por todos lados los vendedores africanos, que minutos atrás tenían
carteras y posters de Florencia en las manos, con los paraguas gritando
“Umbrello, umbrello”. Eran bastante insistentes y no les bastaba con un “no,
grazie”, necesitaban por lo menos recibir 3 veces esa respuesta. Los paraguas
costaban 5E, precio que en un primer momento no nos pareció disparatado. De
aspecto eran muy bonitos, tenían impresas imágenes de distintos cuadros como el
Nacimiento de Venus de Botticelli, los angelitos de la Madonna Sixtina de
Raphael, o bien imágenes de la ciudad de Florencia. Como habíamos llevado
paraguas, lo compramos pero recién lo abrimos en Buenos Aires. Resultó ser el
peor paraguas que compré en mi vida!!! Al abrirlo la primera vez y sin
forzarlo descubrí que una de las varillas estaba rota. Con la segunda apertura
se rompió la segunda. Las varillas eran de un material que se quebraba sólo!!!
Así que si van a Firenze, insistan en los “no, grazie”.
Bajo la lluvia fuimos nuevamente hasta la
estación de tren a comprar pasajes para el día siguiente. Desde la estación se
podía acceder a un túnel rodeado de negocios que corría por debajo de la plaza
que estaba frente a la misma. Para evitar la lluvia en esas casi 2 cuadras,
fuimos caminando por ahí abajo.
Luego de caminar algunas cuadras más, la
lluvia cesó, aunque el cielo permaneció nublado casi toda la tarde. Volvimos
una vez más al Ponte Vecchio, pero por un camino diferente al de la primera
vez. No pudimos evitar tomar más fotos del mismo, esta vez desde otro ángulo.
El Ponte Vecchio luego de la lluvia |
No hay comentarios:
Publicar un comentario