Mayo 2012
Luego de bañarnos, bajamos a desayunar. Como
ya comenté previamente, el comedor era compartido con el hostel. Había una
cartelera con diferentes opciones de desayuno. Por ejemplo, infusión con leche
o jugo de naranja, con huevos revueltos y bacon, sándwich de huevo y algún
embutido, cereales, tostadas con mermelada + 1 yogurt, tostadas untadas con manteca, y alguna otra cosa más que no recuerdo, pero que incluía
huevos o fiambres. Además de estos menús, de los que uno podía elegir solo uno, había una mesa con alimentos “free”: más cereales, galletitas, alguna
fruta trozada, tiramisú, ensaladas (tomate, arroz, pimientos, lechuga, etc.),
guiso.
Uno
hacía el pedido, y era llamado por su número de habitación. Había menús que
salían rapidísimo y otros que tardaban más. Había que estar muy atento al
llamado del altoparlante porque aún no sabemos en qué idioma decían los ininteligible números, creemos que era inglés. La mayor parte de los que estaban alojados en
el hostel eran mujeres orientales, que felices cargaban su plato conteniendo
pan, huevo y tocino coronado por un copete de kétchup. Evidentemente necesitaban
energía para cargar sus grandes cámaras de foto que parecían ser un apéndice
del esternón!
Desayunamos un café con leche con tostadas, seguramente Seba habrá ido por una
porción de tiramisú. Si hay algo a lo que no se puede resistir es al tiramisú.
Habiendo desayunado partimos hacia la estación de trenes
SMN, para tomar el tren con destino a Pisa, donde llegamos tras una hora de
viaje. El día no prometía mucho, estaba nublado, pero por lo menos no llovía.
Salimos de la estación y
agarramos la calle perpendicular que estaba justo enfrente. Fuimos caminando por ahí hasta la
Piazza Vittorio Emanuele II, a la que siguieron esas calles tan típicas de
Italia, angostas, con piso de piedra, y sencillas casas antiguas llenas de encanto. Cruzamos el
río Arno, el mismo de Florencia, por el Ponte di Mezzo, y de alguna forma
llegamos a un gran espacio verde con el Batisterio, la catedral o Duomo, y la Torre Pendente o de
Pisa, que vendría a ser el Campanile o campanario, conformando el clásico trío.
Rodeando parte del parque se disponían puestos de venta de souvenirs.
No se hagan ilusiones! No tenemos una foto
sosteniendo la torre! Nos negamos a tomarnos la trillada fotografía. Pero si,
le saqué la foto a Seba mofándose de la gente se la estaba sacando.
Poco a poco las nubes oscuras fueron cubriendo el cielo, y al rato comenzaron a caer las primeras gotas. Así que el 50% de nuestro recorrido por Pisa, fue con paraguas bajo la lluvia, que si bien no era intensa, era bastante molesta.
Gran destreza física para tomar la foto sosteniendo la torre |
Poco a poco las nubes oscuras fueron cubriendo el cielo, y al rato comenzaron a caer las primeras gotas. Así que el 50% de nuestro recorrido por Pisa, fue con paraguas bajo la lluvia, que si bien no era intensa, era bastante molesta.
No había mucho que ver a esa hora, porque todavía gran parte de los negocios estaban cerrados. Nos fuimos acercando a la zona de
la estación; aún teníamos que esperar un rato para tomar el tren que nos
iba a llevar hacia Lucca.
Inocentemente ingresamos en un café a tomar
algo. Tomen nota del lugar! Se llamaba "Caffe Gambrinus", ubicado en la calle que
sale de la estación, justito en Viale A. Gramsci 2. Pedimos 2 caffe late y 2
tramezzini, lo que serían en total 2 triángulos de sándwich de miga.
Cuando pedimos la cuenta, nos dio la sensación de estar en el restaurante, del sketch de Capusotto, “Uy, nos rompieron el orto”. La cuenta decía 22E!!! WTF??? Qué rompí??? Y no aceptaban tarjetas!!! Así que tuvimos que desembarazarnos de nuestros preciados euros, pagando un second breakfast como si fuese un gran almuerzo!!!
Cuando pedimos la cuenta, nos dio la sensación de estar en el restaurante, del sketch de Capusotto, “Uy, nos rompieron el orto”. La cuenta decía 22E!!! WTF??? Qué rompí??? Y no aceptaban tarjetas!!! Así que tuvimos que desembarazarnos de nuestros preciados euros, pagando un second breakfast como si fuese un gran almuerzo!!!
No fuimos los únicos que caímos en la trampa
de estos estafadores. Si entran en tripadvisor, además de mi opinión van a
encontrar unas 100 similares. De ahí en más, antes de consumir cualquier cosa,
preguntamos el precio.
Sintiendo que nos habían robado, nos fuimos
indignados a tomar el tren. Seguía lloviznando. Tras un corto viaje llegamos a
Lucca.
Como toda ciudad medieval tenía una muralla
para protegerse de ataques enemigos, la cual tuvimos que atravesar para
ingresar. Lamentablemente el día estaba feo y no pudimos apreciar la belleza
del lugar en todo su esplendor. Por momentos lloviznaba, por momentos paraba y
salía un rayo de sol, y al ratito se largaba a llover.
Tras caminar algunos pasos nos encontramos
con il Duomo di San Martino, la catedral. Al lado de la iglesia de mármol
blanco, con varios arcos y columnas con los que un arquitecto deleitaría sus
ojos, no podía faltar el Campanile. Este último estaba construido en ladrillo
hasta cierto punto, y luego parecía continuar con mármol; aparentemente habría
sido construido en 2 etapas.
Casi enfrente de este complejo religioso
había una especie de mercado de pulgas con puestos donde se exponían y vendían
objetos antiguos. Dimos una vuelta sin que nada nos llamara la atención a tal
punto como para comprar.
Caminamos por las angostas callecitas de
piedra, y edificaciones antiguas, con la sensación de estar en un pueblo que
quedó detenido en el tiempo. Pero no todo se conservaba tal cual… Faltaba el
anfiteatro romano! Lo que si se conservan son las edificaciones que estaban
alrededor, y que estaban dispuestas en forma circular rodeando la Piazza
Anfiteatro donde antaño estuvo el mismo. En la planta baja de estos edificios
de 2 o 3 pisos, había restaurantes con sus respectivas mesas y sombrillas
exteriores, negocios de venta de recuerdos y productos regionales. Salvo los locales de expendio de comida lista para consumir, entramos en todos los demás,
en parte por curiosidad y en parte para protegernos de la llovizna.
Construcción circular alrededor de la Piazza Anfitiatro |
Después nos topamos con la Torre Guinigi, que
tiene la particularidad de tener varios árboles en la parte superior. En la
antigüedad las familias adineradas construían torres junto a sus casas como
símbolo de su poder económico. Parece que en el siglo XIV la familia Guinigi agregó estos árboles a su
torre para darle un aspecto más refinado y diferenciarse de sus vecinos.
Actualmente pertenece a la municipalidad, y esta la posibilidad de visitarla y
subir a la parte superior donde se obtienen lindas vistas de la ciudad. De
haber estado soleado, tal vez hubiésemos entrado.
Caminamos
un poco por los alrededores de la muralla, donde había bastante espacio verde
con pasto, árboles y algunas flores, continuando hacia la estación para tomar
el siguiente tren hacia Firenze.
Si bien se acumularon varias personas en el
andén, el tren venía prácticamente vacío y encontramos lugar sin problemas.
Somos tan desgraciados que nos sentamos en un vagón donde sólo había un par de
personas, y uno tuvo que sacar el celular y ponerse a escuchar música a todo
volumen como si estuviese viajando en el Sarmiento. Evidentemente maleducados
hay en todo el mundo! Así que nos tuvimos que mudar a otro vagón.
Cuando llegamos a Firenze el día seguía feo.
Así que paraguas en mano, y esquivando los “umbrello, umbrello”, caminamos un
poco. Sólo nos detuvimos para tomar un café, mirando la carta antes que nada,
curados de espanto por lo sucedido en Pisa, e hicimos una visita al
supermercado. Obviamente no podía faltar la visita al super!!! No pudimos
evitar comprar algunos paquetes de fideos Barilla!!!
Al rato ya se hizo el horario de la cena. A
dónde vamos??? Dimos un par de vueltas sin que ningún lugar nos convenciera y
terminamos otra vez en “Trattoria Nerone”. Elegimos un par de platos con carnes
y algún veggie. Seba en su búsqueda de animales raros optó por el “coniglio”, que por suerte no vino con su colita apomponada…
Rogando que dejase de llover nos fuimos a
dormir.
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