martes, 14 de mayo de 2013

De Praga a Milan

By Sole

Hicimos el último desayuno de Praga y partimos con las valijas a tomar el subte. Fuimos a hasta la estación Pavlova de la línea C, haciendo transbordo a la línea A en Muzeum. Seguimos con la A, hasta la estación final, Dejvická. No éramos los únicos con equipaje en el subte, algunos más hicieron el mismo recorrido.
Cuando salimos a la superficie, cruzamos la calle y rápidamente encontramos la parada del bus 119, que nos llevaría al aeropuerto. Mientras esperábamos, se fue acumulando gente de forma muy errática, sin respetar el orden de llegada. Cuando llegase el colectivo había que abalanzarse al interior!
Tuvimos la suerte de estar justo delante de la puerta del medio del bus, así que pudimos entrar entre los primeros y conseguir un lugar para sentarnos y apoyar las valijas. La mitad de los pasajeros llevaba equipaje, el resto parecían ser usuarios locales que simplemente se trasladaban dentro de su ciudad.
A medida que fuimos adentrándonos en la periferia de la ciudad fue cambiando el paisaje, disminuyendo las casas e incrementándose el verde, hasta que ingresamos en la zona del aeropuerto, que era una urbe en sí misma. En los alrededores había hoteles de varias cadenas internacionales, estacionamientos y hasta algún supermercado. Bajamos en la parada de la terminal que nos correspondía.
Ya en el aeropuerto hicimos el check in, y gastamos las últimas coronas checas que nos quedaban en un tubo pequeño de crema humectante y alguna golosina.
Una vez más volvió a tomar protagonismo en el aeropuerto la máquina para cortar el pelo de Seba, que había sido utilizada unas horas previas. Cuando estábamos ahí se percató de que le había quedado un pequeño pirincho de pelos en su cabeza rapada. "Tengo que cortarme estos pelos!!! necesito la máquina!!!". Ahí mismo en el hall abrió la valija, busco la cortadora y con ella en mano se fue al baño a terminar con su trabajo de barbero. 
Ya sin plata, con la cabeza perfectamente rapada y sin nada que hacer  pasamos por los controles de seguridad para acceder a la zona de free shops.
Seba pasó sin problemas, pero yo sonaba al pasar por el detector de metales! La checa después de cacharme y no encontrar nada, me hizo quedarme en patas, y pasó las zapatillas por la maquina que mira el interior equipaje! Qué quería encontrar en mis zapatillas???? No habiendo encontrado nada interesante en el calzado me lo devolvió y me dejó pasar.
Milagrosamente el baño en el aeropuerto era gratis!!! Ya estábamos cansados de pagar por hacer pis! En Mc Donalds había que pagar 5 Kč, independientemente de la consumición y en Starbucks con el ticket de compras venía el código para ingresar a los sanitarios. Estaban también los que esperaban en la puerta y aprovechaban para ingresar cuando otra persona salía y la misma aún estaba abierta. No hicimos ninguna “argentinada” y pagamos las coronas que correspondían, y en una oportunidad hasta nos comimos un muffin de Starbucks para tener la clave.
Abordamos el avión a horario. El pasaje nos había salido bastante económico, como si fuera un low cost. Pudimos pasar 18 kg de equipaje cada uno sin pagar extra, y un bolso de mano. El avión era bastante pequeño, y ni hablar la distancia entre asientos. Con mis piernas cortas no tuve mayores problemas, pero Seba tuvo que viajar plegado!!! La comida y bebida del viaje no estaban incluidas; junto a la revista del avión estaba el listado de alimentos con sus fotos y precios. Entre una cosa y otra, cuando nos dimos cuenta ya estábamos aterrizando en Milán.

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