martes, 14 de mayo de 2013

Praga - Kutna Hora

By Sole

Mayo 2012

Luego de desayunar salimos con los abrigos y el paraguas caminando hacia la estación de tren. Sospecho que elegimos el camino equivocado, porque en las últimas cuadras las veredas desaparecían y se transformaban en un alisado de cemento de aproximadamente medio metro de ancho, y la calle en una vía rápida sin cruces peatonales. Por suerte estábamos del lado de la estación y no tuvimos que cruzarla.
Ya en la estación, fuimos a comprar los tickets para ir hasta Kutná Hora con un costo de 160 Kč. Luego de una larga búsqueda de lugares cercanos para visitar, como Karlovy Vary, Cesky Krumlov, Memorial de Terezin, Castillo de Karlstejn, Plzen, nos quedamos con  Kutná Hora. Este era un pequeño pueblo medieval a una hora en tren desde Praga, conocido por albergar el Osario de Sedlec.
Luego de una hora de viaje, descendimos en una pequeña estación, casi fantasma. En esta había una pequeña oficina de información turística que vendía mapas del pueblo, 40 o 45 Kč según el tamaño. También había un baño, que para acceder al mismo había que pedir en algún lugar la llave y pagar 8 Kč. Nos limitamos a mirar el mapa que estaba en un cartel de la estación, y enfilamos caminando detrás de los pasajeros que habían descendido del tren, rumbo al Osario. Por nuestra velocidad para caminar los fuimos pasando uno a uno, perdiendo de vista a la mayoría. Siguiendo un par de carteles informativos, giramos en la calle que conducía al Osario, más o menos a 1 km desde la estación. Llegamos justo cuando estaba comenzando a chispear.
El osario estaba ubicado en la parte inferior del cementerio e Iglesia de Todos los Santos construida alrededor del 1400, y contenía un estimado de 40000 esqueletos humanos. Cuenta la historia que un tallador de madera, llamado František Rint fue contratado para decorar el lugar. Este no encontró mejor idea que utilizar los huesos para formar diversos objetos entre los que se encuentran una gran araña de techo con luces incluidas, un cáliz, el escudo de armas de la familia Schwarzenberg, columnas, y un par de pirámides de huesos largos. También estaba formando con huesos la fecha de finalización de la obra y el nombre del autor. Toda esta “obra de arte” está contenida en un pequeño recinto subterráneo que no llegará a 100 metros2. En algunas personas las extravagancias se las considera “arte”, en otras menos afortunadas “locura”.




Para ingresar pagamos una entrada de 60 Kč cada uno, que según la suerte venía acompañada del préstamos de un panfleto en inglés con una pequeña explicación del lugar; en todo el lugar sólo había 2 carteles que estaban en checo, que no tengo idea que decían. Si uno optaba por la audioguía eran 40 Kč más.
Cuando salimos ya no llovía; no fue que estuvimos mucho tiempo en esa cripta, sino que la lluvia había sido apenas un chaparrón! Volvimos a la calle principal, que conducía de la estación al pueblo, con rumbo a este último. Tras caminar una distancia similar a la que ya habíamos hecho llegamos!
El pueblo en sí, era pintoresco. Aun conservaba algunas zonas con su aspecto original, con  calles adoquinadas y pequeñas casas a los lados. La presencia de autos circulando o simplemente estacionados era lo que nos recordaba en que época estábamos. Fuimos recorriendo las callejuelas, hasta llegar a un espacio verde, donde apostaría que terminaba el pueblo. Ahí nos sentamos a comer los sandwiches que habíamos llevado, bajo el reparo de una resolana.




Cuando el sol desapareció, el frío se comenzó a sentir nuevamente, ya era hora de continuar! Seguimos caminando guiados por las 3 cúpulas de la Iglesia de Santa Bárbara, una de las más importantes de República Checa. Una calle, nos llevó a la siguiente y rápidamente llegamos. Una iglesia gótica, realmente impactante, por su tamaño y su diseño. Sacamos algunas fotos y continuamos caminando.




Cada vez teníamos más frío, así que decidimos buscar un café para sentarnos un rato. Encontramos un pequeño local que vendía café tanto en granos como listo para tomar ahí o take away, y chocolates. En un costado había un par de mesas y una vitrina con productos entre los que encontramos yerba mate. Más allá del calor del lugar nos pareció muy acogedor; nos ubicamos en una de las mesas. Pedimos dos cortados, que vinieron acompañados de un pequeño chocolatito, muy rico.
Habiendo recuperado algo de temperatura, enfilamos hacia la estación de tren, pero esta vez a la que estaba justo en el pueblo. Compramos 2 pasajes hacia Praga con un costo de 165 Kč, 5 Kč más que el de ida, porque se sumaba el tramo entre esta estación y la que habíamos llegado. Luego de esperar un rato, tomamos un tren de tan sólo 3 vagones que hacía este trayecto que no llegaba a 2 km. Bajamos en la estación principal. Acá aguardamos un rato más, no demasiado porque más o menos habíamos calculado el viaje según el horario en que pasaba el tren.
Cuando llegamos a Praga estaba soleado! Por primera vez vimos el sol en esa ciudad. Nos fuimos hacia la zona de Old Town, pero por una calle más civilizada que la que nos había llevado a la mañana a la estación. Volvimos a ver la torre del reloj, la plaza con la iglesia de Tyn, y obviamente le sacamos fotos con una iluminación diferente. Hicimos una mini- merienda en Starbucks y compramos libros en una gran librería frente a Plaza Wenceslao. No pude dejar de comprar un libro de Kafka, que incluía “La metamorfosis”; debo confesar que sólo leí con interés ese cuento, al resto no les encontré el más mínimo sentido.
Contentos por haber comprado libros, dimos un último paseo por el puente de Carlos.
Terminamos cenando un tanto temprano en la cervecería U Medvídků. Aún no eran las 19:30 hs, y ya estábamos ahí sentados cual gringos esperando nuestra comida. Esta cervecería era un local de varios pisos. Encontramos lugar en el primero, en una larga mesa de madera frente a la cual había varios toneles de cerveza, que formaban parte de una pequeña exposición sobre la fabricación de dicha bebida. De hecho, mientras esperábamos pasaron varios grupos de personas, acompañados por su guía que repitió la misma explicación en ingles 3 o 4 veces. Seba terminó el día comiendo chanchito con papas fritas, y yo una ensalada con pollo, y algunas papas robadas al plato que tenía enfrente.
Apenas comenzaba a anochecer y nosotros estábamos emprendiendo el regreso hacia el hotel, dispuestos a preparar las valijas para continuar viaje.

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