Pasada la tormenta, amaneció. Ya no llovía, estaba nublado. Los únicos
rastros de lo ocurrido en la noche eran algunas ramas de plantas y árboles
caídas y el barro.
Decidimos continuar con nuestros planes: visitar algunas localidades de los
alrededores.
Tomamos la ruta hacia el pueblo pegado, San José, y de ahí nos dirigimos
hacia Liebig.
Liebig
Es un pueblo casi fantasma, ubicado a unos 9 kilómetros de Colón. Le debe su
nombre al frigorífico que producía conservas enlatadas de carne "Liebig Corned
beef", mercadería que era exportada principalmente a Europa, en época de
guerra. La presencia de la esta fábrica determinó que se formara este pueblo con
los empleados que trabajaban en la misma y sus familias.
Con la decadencia de la empresa, se produjo la decadencia del pueblo,
quedando pocas familias y siendo el turismo la principal actividad económica.
Conserva la iglesia y la manzana principal donde se ubica el centro
cultural, la biblioteca y la despensa del pueblo.
Recorrimos el lugar en auto, apenas nos detuvimos para sacar unas fotos de lo
que queda hoy de la fábrica abandonada. Curiosa historia, que nos muestra como
una actividad puede determinar tanto el nacimiento como la agonía de un
lugar.
Salimos del pueblo por una camino no asfaltado que iba hasta la ruta 14.
Había trayectos de la carretera que estaban francamente embarrados, donde
tuvimos que tener cuidado para no quedar atrapados en el barro. Superado este
obstáculo, tomamos la ruta 14 hacia Villa Elisa.
Villa Elisa
Nos encontramos con una pequeña ciudad con calles pavimentadas, y hasta
centro de informes abierto. Ahí nos proporcionaron información sobre los
principales puntos de interés y actividades que se podían realizar en el
lugar.
Caminamos por el boulevard de la Av. Urquiza (en toda ciudad de Entre Ríos
existe una Av. Urquiza y bustos de Perón y Evita; debe ser un requisito para
pertenecer a la provincia). Ahí nos topamos con el "Monumento al Sembrador", una
estatua de 12 metros de alto de un sembrador con una bolsa en su regazo. Dato
curioso, si uno la mira desde atrás parece que el sembrador olvidó sus
pantalones!!! Esto es lo más representativo de la ciudad.
Continuando por este boulevard llegamos a la iglesia principal, donde no
entramos. Sólo dimos media vuelta y regresamos al auto.
Fuimos a la estación de trenes, donde había dos vagones que auspiciaban de
tienda de artesanías, y vías abandonadas donde se ofrecían "paseos en zorra". Ni
siquiera vimos la zorrita.
Dimos unas vueltas más por el lugar; fuimos hasta la Estancia Museo "El
Porvenir", pero lo poco atractivo del lugar nos hizo dar media vuelta y seguir
camino.
Nuestro próximos destino: almuerzo en Colonia Hoker.
Colonia Hoker
Luego de recorrer 12 km y vadear algunos charcos, llegamos a Hoker. Si Liebig me había parecido pequeño, esto sin dudas lo superaba.
Creo que la única atracción del lugar era el "Almacén Don Leandro". Un viejo almacén- restaurante/ parrilla. La idea era ir a comer ahí. Nos acercamos lo más que pudimos con el auto, tarea que no resultó nada fácil por la gran cantidad de barro que había en las 4 calles que conformaban el pueblito. En algunos sectores era tal el barrial que tuvimos que subir a la "veredas" de pasto para no quedar atrapados. Estacionamos en la esquina y caminamos los 50 metros que nos separaban del restaurante. Al ingresar nos atendió muy amablemente una mujer, que nos preguntó si teníamos reserva. Al no haber reservado nos dijo que cualquier corte de carne que pidiésemos a la parrilla iba a demorar cerca de una hora. Dudamos, el cielo estaba cada vez más oscuro y teníamos 12 km de ruta de tierra el pavimento. No quisimos arriesgarnos, y nos quedamos con las ganas de probar el asado de Don Leandro que prometía ser bueno por lo que habíamos escuchado.
Creo que la única atracción del lugar era el "Almacén Don Leandro". Un viejo almacén- restaurante/ parrilla. La idea era ir a comer ahí. Nos acercamos lo más que pudimos con el auto, tarea que no resultó nada fácil por la gran cantidad de barro que había en las 4 calles que conformaban el pueblito. En algunos sectores era tal el barrial que tuvimos que subir a la "veredas" de pasto para no quedar atrapados. Estacionamos en la esquina y caminamos los 50 metros que nos separaban del restaurante. Al ingresar nos atendió muy amablemente una mujer, que nos preguntó si teníamos reserva. Al no haber reservado nos dijo que cualquier corte de carne que pidiésemos a la parrilla iba a demorar cerca de una hora. Dudamos, el cielo estaba cada vez más oscuro y teníamos 12 km de ruta de tierra el pavimento. No quisimos arriesgarnos, y nos quedamos con las ganas de probar el asado de Don Leandro que prometía ser bueno por lo que habíamos escuchado.
Regresamos a Villa Elisa y de ahí tomamos la ruta que conectaba con la 14. En el medio hicimos una parada en una parrilla rutera, de la cual no recuerdo el nombre ni su ubicación exacta. No era muy grande y gran parte del salón estaba ocupada por 2 largas mesas con gente que estaban festejando una Comunión. Globos y guirnaldas blancos y amarillos adornaban el lugar.
Nos ubicamos en una de las mesas libres de 2 que había en un rincón. Pedimos una parrillada con papas y ensaladas, que cumplió con las expectativas. Felices, con el estómago lleno, continuamos viaje. Aún teníamos la tarde por delante.
Camino a Colón pasamos por San José, otro pueblo! Ubicado a 9 km de Colón, cuenta también con un Complejo Termal (parecería ser otras de las características identificatorias de los pueblos/ ciudades entrerrianas). Cuando pasamos era el horario de la siesta, y todo parecía estar cerrado.
Ilusamente decidimos visitar el Molino Forclaz, una reliquia histórica a 200 metros del antiguo camino de ripio que une Colón con San José, en un punto equidistante entre ambos. Se cuenta que en 1888, Juan Bautista Forclaz decide iniciar la construcción de este molino accionado a viento, para reemplazar a un mecanismo para moler granos accionado por tres o cuatro mulas que le resultaba insuficiente. Luego de 2 años de trabajo, construye una estructura con una base de 25 metros de circunferencia, y 12 metros de altura, con cuatro aspas de 6 metros de longitud. Cuando estaba terminado se dió cuenta que los vientos de la región no eran tan fuertes como para mover las aspas, y la gran construcción fue un gran fracaso desde el punto de vista funcional.
Actualmente se puede visitar, pero no en el horario de la siesta!!! Luego de vadear varios charcos y dar vueltas con el auto para evitar quedar empatanados, llegamos encontrando el cartel que decía que estaba cerrado. Aclaro que en la folletería que nos dieron decía "Sábados, domingos y feriados: de 10 a 17 hs". No íbamos a recorrer más tarde el mismo camino en pésimo estado que conduce al lugar!!! El Molino perdió su oportunidad!!!
Volvimos a Colón, donde aún teníamos actividades para realizar: pescar en el arroyo, jugar al ping pong y al metegol!
PD: para que Seba no se ofenda voy a comentar que ese día casi saca una gran Tararira del arroyo Artalaz. De haber tenido un "copo" ese horrible pez no se hubiese escapado!!!
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