By Sole
Nos
levantamos y seguía lloviendo!!! Desayunamos más o menos lo mismo que el día anterior, y
nos aprontamos para salir, teníamos la idea de ir al Bosque de Arrayanes.
Esa
mañana, antes de salir, decretamos la defunción de mis zapatillas Hi-Tec. En la
larga caminata del día anterior se le desprendieron unos turulitos de plástico
por donde pasaban los cordones, que estaban agarrados por un elástico que se desintegro. Tal vez alguien con maña lo podía arreglar, nosotros con nuestra
incapacidad para las manualidades, no! El mayor problema era que me quedaba con
un solo par de zapatillas, y si se mojaban iba a terminar paseando en ojotas.
Teníamos
algo más de 3 km hasta el inicio del
sendero; decidimos tomar un taxi para ir hasta ahí. A las 10:00 salimos de
la hostería en el auto.
Bajamos
frente al estacionamiento que estaba delante del cartel que decía “Istmo de
Quetrihue”, la porción angosta de tierra, entre la Bahía Brava y la Bahía Mansa.
Divisamos la oficina del guardaparques, y el inicio de los senderos. El sendero
Arrayanes estaba cerrado!!!
Fuimos
a visitar al guardaparques, que nos cobró la entrada al Parque Nacional
Arrayanes, $20 por persona, y nos explicó que el sendero Arrayanes estaba
cerrado porque había parte del entarimado dañado. Pero podíamos tomar el
sendero que conducía a las Miradores y de ahí empalmar el otro en el KM 1. Nada
grave…
Nos
advirtió que el sendero a los miradores era de “Dificultad alta”. Mmm, sospeché
que tendríamos que escalar rocas y subir pendientes de más de 45º, pero nada de
eso sucedió. Nuestra teoría más probable es que ante esas palabras la gente se
asusta y decide tomar el catamarán hacia el bosque de Arrayanes en lugar de
caminar por un sendero tan dificultoso, y ellos reciben una comisión por los
pasajes vendidos; seremos un poco paranóicos??? Un poco enrevesado, pero no me extrañaría que fuese cierto.
A las
10:25 hs comenzamos a caminar. Cuando nos dirigíamos hacia el inicio del
sendero un perro marrón, bastante grande nos dio la bienvenida, lo llamamos “Grandote”
por su tamaño. Tal vez estaba ahí para comerse a los que no pagaban el ingreso
al parque!!!
El camino comenzaba en unas pseudoescaleras, con escalones
confeccionados con 3 tablas de maderas verticales, una al frente y una a cada
costado; el piso del escalón: tierra, cenizas, y polvos varios. Continuaba en
una senda de menos de 1
metro de ancho, algo ondulante, con pequeños desniveles
ascendentes y descendentes durante los primeros metros.
Estaba bastante nuboso,
y no se podía ver nítidamente hacia afuera, donde teóricamente estaba el lago; parecía que estábamos dentro de una nube. De a poco comenzaron a aparecer
varios tramos ascendentes, en los que nos subía bruscamente la temperatura.
Un paseo por las nubes |
Unos metros más de ascenso, y llegamos a una trifurcación del camino
“Miradores” por un lado, “Arrayanes” por otro, y “VLA” por donde habíamos
venido.
Elige tu propia aventura! |
Con
gran incertidumbre, sin saber si al regreso el tiempo iba a estar mejor o peor
decidimos tomar el camino de los miradores para ver que se veía. Luego de
caminar unos metros más, llegamos hasta otra bifurcación: “Mirador Brazo Norte”
y “Mirador Bahía Mansa”.
Tomamos
el camino de la derecha, el que conducía al Brazo Norte. En pocos minutos, y
tras un recorrido con poca pendiente llegamos al mirador. Las nubes bajas no
nos permitían ver demasiado, pero unos 10 días después íbamos a tener gran
revancha!
Retrocedimos
sobre nuestros pasos y seguimos hacia el sendero de Arrayanes, al que llegamos
pocos minutos después. En el empalme, el camino se ensanchó, y nos topamos con
un cartel que decía “Bosque de Arrayanes 11 Km ”, hacia ahí iríamos!!! Ya habíamos
caminado 1,5 km .
Este sendero pertenecía a la
Huella Andina , y cada tantos metros estaban los
característicos carteles con una línea blanca y una celeste. A decir verdad,
esta señalización estaba de más, porque era prácticamente imposible que alguien
se perdiera, por lo ancho de la senda y lo pisoteada que estaba.
Unos
metros después dejamos atrás un mirador bastante civilizado, un deck con un
largo banco de madera, que apareció a nuestra izquierda. Cada tanto aparecía
algún desnivel hacia arriba o hacia abajo. Entre el kilómetro 1 y 2 nos
encontramos con la primera bajada fuerte, que iba precedida por un cartel que
advertía a los ciclistas que se venía un “Dangerous Slope” o pendiente
peligrosa, y que debían llevar la bici en la mano. Unos kilómetros más adelante
ya nos comenzamos a cruzar con los ciclistas y pudimos comprobar que
prácticamente nadie respetaba esos carteles, y bajaban a toda velocidad!!!
Casi
todo el camino estaba bordeado por árboles, que en algunos sectores conformaban
una especie de techo, protegiéndonos de las lloviznas
intermitentes.
A las
12:00 hs llegamos a los 6 Km .
Nos detuvimos 5 minutos en el bosque de lengas para descansar. Comimos unas
barritas de cereal y nos hidratamos. Estábamos con todas las pilas para seguir
adelante!!!
Listo para seguir! |
No sé
si estábamos muy motivados o la distancia estaba mal medida, pero muy
rápidamente, en menos de 10 minutos, llegamos al cartel "7 km ". De a poco las lengas
fueron reemplazadas por altos coihues.
Entre
el kilómetro 7 y 8 nos encontramos con varias subidas, lo que hizo que la
marcha fuese un poco más lenta.
En
algún punto entre el kilómetro 8 y 9, nos llamó la atención un ruido. “Toc,
toc, toc, toc”. Nos detuvimos bruscamente, y haciendo el menor ruido posible
comenzamos a buscar de dónde provenía el sonido. Lentamente fuimos scaneando
los árboles que teníamos a la izquierda, y pudimos identificar a laborioso
pájaro carpintero gigante, que metódicamente golpeaba con su pico un árbol.
Estábamos de suerte! Nos quedamos un rato mirándolo. Seba justificó el haber
llevado los largavistas, que nos permitieron tener una imagen mucho más nítida
de lo que estaba sucediendo ahí arriba.
No
nos podíamos quedar todo el día mirándolo, así que lo dejamos seguir masacrando
el tronco en paz, y seguimos caminando.
Para
nuestra sorpresa, alrededor del kilómetro 10, otra vez escuchamos un “toc, toc,
toc, toc”. Otro woodpecker??? Nooo, mucho mejor aún!!! Una pareja de
carpinteros!!! Primero localizamos al macho con su penacho rojo, picoteando
furiosamente la corteza del árbol, y unos centímetros más abajo, la hembra, que
en lugar de trabajar estaba graznando, tal vez quejándose de su pareja. Un
espectáculo impagable!!! Ya podíamos darnos por satisfechos por ese día! Había
valido la pena caminar todos esos kilómetros para ver estos pájaros.
Con esfuerzo se puede ver un pájaro negro con cresta roja y más abajo uno blanco y negro |
Otro
de los ruidos que nos llamó la atención fue el “crujido” de las ramas secas de
los coihues, que chirriaban como herrajes de puertas viejas sin adecuada
lubricación. Parecía que estábamos en una casa embrujada, donde se abrían
puertas a nuestro alrededor.
Cerca
del kilómetro 11, apareció el desvío a la laguna Patagua, una de las 2 que
existen en la península de Quetrihue. Nos desviamos hacia ahí, llegando en
pocos minutos. Nos sentamos en unos troncos a la orilla de la laguna, donde
comimos unas frutas secas, y tuvimos que vendar mi pierna. Los días anteriores
había estrenado unos pantalones de trekking desmontables, que unos centímetros
por encima de las rodillas tenía un cierre. Una rebarba de éste, me había ido
rozando repetidamente el muslo, hasta provocarme una escoriación. A
esta altura, ya había comenzado a molestar. Así que sacamos de nuestro botiquín
de montaña la cinta adhesiva blanca, y me vendé la cara antero-interna del
muslo en la zona en que estaba ubicado el cierre. La próxima vez que compre un
pantalón voy a pensar muy bien, si lo quiero desmontable o no!
Retornamos
al camino original, luego de esquivar bosta que estaba comenzando a fermentar e
inundaba de olor desagradable el área.
Retornamos
al camino principal, a los costados del cual se fue incrementando la cantidad
de arrayanes. Si bien durante el camino habíamos visto grupos de 2 o 3
arrayanes, acá estábamos entrando al bosque propiamente dicho. Aparentemente,
cuando uno toca el tronco de estos árboles, siente que el tronco es frío. No sé
si será verdad, porque en general tengo las manos frías, y no he notado gran
diferencia térmica las veces que los he tocado.
A
medida que nos fuimos acercando al final del recorrido, nos fuimos cruzando con
más personas en bicicletas e incluso caminando, muchos de los cuales habían
llegado al extremo de la península en la lancha y hacían el retorno caminando.
Desde
el kilómetro 6, hasta el 12, incluyendo el desvío a la laguna Patagua y las
paradas para sacar fotos y ver a los carpinteros, tardamos 1:40 hs. Se puede
hacer en menos de ese tiempo, de hecho, en la vuelta tardamos 1:15 hs.
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