Tomamos las calles con pendiente por las que habíamos
llegado en el taxi, hasta llegar a la entrada de la ciudad amurallada, Old Town.
Como su nombre lo indica es la parte más antigua de la ciudad, que se encuentra
rodeada por una muralla de 2 km de longitud y 16 torres de vigilancia. Tiene una
calle principal, Placa, de unos 500 metros, que conecta las dos entradas, la
Puerta de Pile y la Puerta de Ploce. Nosotros estábamos más cerca de esta
última, por lo que fue durante la estadía nuestra principal vía de ingreso y
egreso al lugar. En las entradas aún se pueden observar las grandes puertas que
antaño se cerraban durante la noche para proteger a los habitantes de los
ataques externos.
Tanto las construcciones como sus calles peatonales son de
piedra. Placa está en lo que sería la zona más baja de la ciudad; de esta parten calles transversales que se van transformando en solitarias escaleras
ascendentes. La región más céntrica se encuentra poblada de negocios, muchos de
los cuales venden souvenirs, y restaurantes de todo tipo con mesas en las
calles, cubiertas por toldos o sombrillas; muy pintoresco.
Cuando ingresamos aún era temprano y había muy poca gente.
Old Town es un área peatonal, pero en las primeras horas de la mañana se suelen
ver motos o pequeños vehículos motorizados que acarrean mercadería a los restaurantes y negocios. Caminamos por las lustrosas calles, de un extremo al
otro de la ciudad, tratando de identificar las edificaciones sobres las que
habíamos leído en la guía que teníamos. Es un lugar maravilloso, es como
ingresar en un cuento.
Al salir por la puerta de Pile, llegamos un jardín con unos árboles que
tenían unas flores pequeñas con muy rico aroma, parecido al de los azares, que hicieron que Dubrovnik fuese la ciudad con mejor olor de todas las que visitamos.
Luego de un rato, regresamos a la casa de los Peric. La
habitación ya estaba lista! Esta era en el primer piso, con un balcón con una
impresionante vista del mar, la isla de Lokrum y parte de Old Town. Enseguida
pusimos atención en la mesa con sillas que estaban en el balcón, que serían
nuestro lugar de desayuno y descanso de los siguientes
días.
Nos pusimos ropa más cómoda y volvimos a salir. Otra vez
bajamos a Old Town; nuestra siguiente actividad era recorrer la muralla. Tras
pagar 70 Kunas, y subir una escalera llegamos a la parte superior de la misma.
Realmente vale la pena visitarla. Desde arriba se tiene una vista panorámica de
Old town con sus calles y techos de tejas con diferentes tonalidades. En el año
1991 la ciudad fue bombardeada por serbios y montenegrinos, resultando afectados
durante los ataques gran parte de las edificaciones. Luego de más
de 20 años, aún se pueden ver en algunos lugares las consecuencias de los
brutales bombardeos. Casi todos los techos tuvieron que ser reparados,
evidenciándose en la coloración más brillante y colorada de las tejas, que
contrastan con las más oscuras y opacas de los tejados que no fueron dañados.
No menos impresionante es la vista que ofrece del mar y la
isla de Lokrum, ubicada frente al viejo puerto. Aun desde la altura en la que
estábamos podíamos ver la transparencia del agua, que permitía visualizar el
sector subacuático de las rocas que había en la
costa.
Luego de caminar cerca de una hora llegamos al punto de
partida. Ya era cerca del mediodía y el sol se hacía sentir. Cuando estábamos
saliendo, vimos que había una larga fila de un tour de orientales con sus mega-
cámaras esperando para comprar los tickets para entrar. Fue la mejor decisión
que pudimos tomar al ir temprano, ya que pudimos recorrerla tranquilos, y sacar
decenas de fotos sin tener tanta gente que se
interpusiera.
Dimos unas vueltas más por algunas de las calles que
habíamos caminado a la mañana y por otras que fuimos descubriendo, buscando un
lugar lindo para comer. Terminamos encontrando un pequeño restaurante en una
calle interna poco transitada, con unas 5 o 6 mesas en la calle, "Konoba
Lanterna". Nos atendió un mozo muy atento y pulcro. Elegimos 2 platos con
pescados, estando tan cerca del mar hubiese sido tonto no probar a los
habitantes de sus aguas. Las víctimas fueron un pez de carne blanca que venía
acompañado de salsa de tomate y arroz, y un atún grillado al ajo con
espinaca.
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