Mayo 2012
Nos levantamos temprano, desayunamos y partimos con las valijas. Teníamos que ir a la estación de tren “Termini Central”. Si bien estábamos a pocas cuadras, decidimos tomar el metro por una estación, de Vittorio Emanuele a Termini, para no tener que arrastrar tanto la valija.
Nos levantamos temprano, desayunamos y partimos con las valijas. Teníamos que ir a la estación de tren “Termini Central”. Si bien estábamos a pocas cuadras, decidimos tomar el metro por una estación, de Vittorio Emanuele a Termini, para no tener que arrastrar tanto la valija.
Casi todas las escaleras mecánicas que se fueron
presentando en nuestro camino, no funcionaban! Así que tuvimos que subir y bajar
varios pisos cargando las valijas. Creo que hicimos mucho más esfuerzo físico
que si hubiésemos ido caminando esas cuadras. Mi cerebro malicioso llegó a
sospechar que era una treta de la gente del metro para desalentar el viaje de
turistas con valijas, sobre todo durante el horario pico.
Llegamos a Termini con suficiente tiempo por
delante para encontrar de qué andén o binario partía el tren y buscar los
carteles que anunciaban las partidas y llegadas. Recorrimos con la vista los
carteles hasta encontrar nuestro tren, había una palabra al lado que nos llamó
la atención “SOPPRESSO”. Mmm, sin saber exactamente que significaba eso,
pero intuyendo que podría ser un “suprimido”, nos acercamos a un hombre de
seguridad que estaba en el andén. En una mezcla de inglés e italianos le
preguntamos por nuestro tren y el soppresso que tenía al lado, poniendo
cara de “ufff, están en el horno” nos indicó que fuésemos a averiguar a las
boleterías.
Comenzamos a caminar y las únicas boleterías que veíamos,
eran máquinas auto-service de expendio de pasajes. Luego de dar varias vueltas y meternos en un lugar y otro, llegamos a la oficina- boletería. En el
exterior de la misma había una fila de unas 10 personas. En las inmediaciones
había una empleada que me informó en inglés que debíamos tomar el tren rápido
que salía media hora después. Desconfiando de mi entendimiento, y sin tener nada
escrito que justificara nuestra presencia en otro tren, continuamos haciendo la
fila. Los de adelante pasaron bastante rápido, muchos eran estudiantes que
buscaban su comprobante de llegada tarde por retraso del
tren.
Cuando le presentamos nuestro problema a la empleada del
interior del local, nos puso la misma cara que el hombre de seguridad y nos dijo
que no sabía nada al respecto. Luego de consultar con otros empleados nos anotó
en nuestra constancia de reserva, los datos del tren que debíamos
tomar.
No teníamos mucho apuro por llegar a Bari, eran las 8:30
de la mañana y nuestro ferry salía a las 22 hs. Justamente por esto en un
principio sacamos el pasaje en un tren común que partía de Roma a las 8:20 y
llegaba allá a las 14:30.
Ahora íbamos a tomar el tren de las 8:45 que llegaba a las
12:30 hs. Todo muy lindo, tren más rápido, seguramente de categoría superior al
otro, pero… no teníamos número de asiento y el tren no era directo. Como
consecuencia de esto, hasta que arrancó cambiamos varias veces de asiento a
medida que iban apareciendo los pasajeros que tenían asignado ese
lugar.
Una vez que partimos el problema continuó, porque el tren
tenía varias paradas intermedias en las que subía y bajaba gente con asiento
asignado. Llegó un momento que me cansó tanto la situación que casi termino
sentada en el piso. Cada estación era estar atentos a ver si venía alguien a
desalojarnos, y ver donde nos podíamos sentar. Ni hablar de la cara de traste de
los “dueños de los asientos”, que te desalojaban con su mirada y un gruñido,
como si fuésemos polizontes!
En la desorganización no hay diferencia entre Argentina e
Italia, no les costaba mucho meterse en la computadora y ver que asientos
estaban vacíos para reubicar a la gente del tren soppresso para evitar toda esta
situación de stress.
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