Mayo 2012
El ferry nos dejó en el Puerto Gruz, el más grande y nuevo de la ciudad. Tras el sellado del pasaporte entramos en tierra croata. El próximo desafío era llegar a Peric Rooms, el alojamiento que habíamos reservado. Ya nos habíamos contactado previamente con los dueños del lugar que nos habían informado que por la ubicación de la casa, la mejor manera que había para llegar era con un taxi.
El ferry nos dejó en el Puerto Gruz, el más grande y nuevo de la ciudad. Tras el sellado del pasaporte entramos en tierra croata. El próximo desafío era llegar a Peric Rooms, el alojamiento que habíamos reservado. Ya nos habíamos contactado previamente con los dueños del lugar que nos habían informado que por la ubicación de la casa, la mejor manera que había para llegar era con un taxi.
Dubrovnik es una ciudad que se extiende en la costa del mar Adriático, con mucha más extensión que profundidad. La mayor parte de los habitantes viven en casas que se encuentran emplazadas en la ladera de las montañas; para acceder a la mayoría de las mismas hay que ascender bastantes metros, ya sea mediante las zigzagueantes carreteras o las largas escaleras que hacen de calles para los peatones.
Una cantidad menor de gente vive en la vieja ciudad amurallada, Old Town, declarada patrimonio de la humanidad por Unesco.
No bien salimos del puerto encontramos varios taxis esperando clientes. Nos acercamos a uno cuyo chofer, para nuestra fortuna hablaba inglés. Le mostramos el papel donde teníamos la dirección a la que íbamos y le preguntamos el costo, para ver si coincidía con los que nos habían dicho los Peric. El precio coincidía con lo que esperábamos, así que subimos al auto.
Como aún no eran las 8 de la
mañana, en el medio del trayecto el taxista nos pidió el número de teléfono de Peric para informarle que
estábamos yendo para allá y sospecho que para pedirle información adicional de
cómo llegar. Enseguida sacó su teléfono celular y se puso a hablar, obviamente
en croata! Fue raro, no entendía nada de lo que estaba hablando, y la
conversación se extendía en el tiempo, teníamos que confiar en la honestidad del
hombre, en que realmente estaba hablando con los Peric, y no estaba perpetrando
un secuestro u otro acto delictivo junto a sus cómplices al otro lado del
teléfono.
Nuestro
alojamiento estaba en el extremo opuesto al puerto nuevo o de Gruz sobre la
montaña, por lo que tuvimos que recorrer varios kilómetros y subir varios tramos
de calles inclinados. Luego de unos 15 minutos llegamos a destino. El taxista era un hombre honesto y había hablado con la Sra Peric!
Frente a nuestros ojos apareció una casa de 2 plantas, revestida en piedra blanca, con un gran patio exterior donde había una mesa con sillas y muchas plantas y flores. Enseguida apareció la Sra Peric, una mujer muy amable, de fisonomía centroeuropea, que nos dio una cálida bienvenida. Nos ofreció algo para tomar y sentarnos en el patio, mientras preparaba la habitación.
Frente a nuestros ojos apareció una casa de 2 plantas, revestida en piedra blanca, con un gran patio exterior donde había una mesa con sillas y muchas plantas y flores. Enseguida apareció la Sra Peric, una mujer muy amable, de fisonomía centroeuropea, que nos dio una cálida bienvenida. Nos ofreció algo para tomar y sentarnos en el patio, mientras preparaba la habitación.
Nuestra primera impresión de los habitantes de Dubrovnik fue muy buena; gente muy amable y servicial. Nos llamó mucho la atención lo que hizo el taxista, porque no estamos acostumbrados a ese tipo de actitudes en Buenos Aires.
El día prometía ser espectacular y queríamos aprovecharlo al máximo, así que dejamos las valijas en la casa y nos fuimos con las mochilas a recorrer Old Town.
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