A la tarde lentamente fue desapareciendo la gente, pasando el silencio y la
tranquilidad a apoderarse del lugar. Volvimos a la posada para descansar un rato
y prepararnos para salir a cenar.
El lugar elegido para la cena fue “Drugstore”, un restaurante ubicado
enfrente a la Plaza de Armas con una decoración muy particular, con coloridos
manteles a lunares, posters antiguos en las paredes y un coche-maceta en la
calle. Pedimos una ensalada y un chivito al plato que resultó enorme! Tenía de
todo ese plato, carne con jamón, queso, ensalada rusa, papas fritas, arvejas, huevo frito, etc. Una verdadera bomba!
Al día siguiente, nos levantamos relativamente temprano, en parte por haberlo
decidido así de antemano, y porque no nos iba a quedar otra con el bullicio de la gente desayunaba del otro lado de la puerta.
El desayuno fue bueno, incluía café, té, leche, jugos,
cereales, tostadas, medialunas, manteca, dulces y queso.
Juntamos las cosas, lo que no nos llevo mucho tiempo dado que no habíamos
llevado demasiado por una noche. Estuvimos un rato en el jardín junto a
la pileta en algunos de los bancos de madera que estaban dispuestos alrededor de
la misma, y cerca de las 11 de la mañana hicimos el check out. Como íbamos a
estar algunas horas más en la ciudad, nos permitieron dejar las mochilas hasta
la tarde en la posada.
Ese día quedaban muy pocos turistas en el lugar, más que nada europeos.
Volvimos a caminar el casco histórico, sacamos alguna foto y subimos al faro. No
era muy alto, se subía por una escalera caracol pequeña, accediendo
mediante la misma a dos miradores en niveles diferentes para observar la zona aledaña desde
la altura. Estuvimos un rato tomando fresco en lo alto del faro, hasta que
comenzó a venir más gente y bajamos.
Hicimos la última comida en un bistró-cafeterié “Casa Grande”, donde comimos
tallarines y lenguado con ensalada. En muchos de los restaurantes de la
zona ofrecían este pescado como plato del día. La comida fue buena
también en este lugar.
El día anterior en la merienda ya nos habíamos dado cuenta que los uruguayos
son muy parecidos a los argentinos en algunas cosas. Uno podía pagar la cuenta
en uruguayos, dólares o pesos argentinos. Pero si uno se sentaba con la
calculadora se daba cuenta que no era lo mismo pagar en dólares que en pesos
argentinos. Pagando en dólares terminábamos pagando hasta 5 o 6 pesos argentinos
menos que si pagábamos directamente en pesos argentinos. "Avivados" a un lado y otro del charco...
Después de almorzar, dimos una vuelta más, compramos algunos alfajores para
traer y pasamos a retirar las mochilas para ir al puerto. Para no llegar tan
tarde a Buenos Aires, habíamos sacado pasaje en otro buque de Buquebus que salía
más temprano, tardaba menos, poco más de una hora y costaba un poco más que el
de la ida. Volvimos en el Silvia Ana. No se si fue por la mayor velocidad o
porque el río estaba un poco más agitados, solo sé que sentí algunas
oscilaciones que no me llegaron a marear, pero para para evitar cualquier
complicación evite ingerir alimentos durante el viaje.
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