No impresionaba que el tiempo fuese a mejorar a la tarde. No nos quedó otra que salir a pasear bajo la lluvia con el paraguas.
Dimos una vuelta por Getreidegasse, la calle comercial
donde están todos los locales de ropa y el Mc Donalds. Buscando la casa natal de
Mozart descubrimos que previamente la habíamos pasado por alto, porque a nivel
de la calle ahí hay un supermercado Spar!
Siguiendo el recorrido de la Novicia Rebelde, pasamos
por:
- Cementerio de St. Peter (Petersfriedhof), que se encuentra junto a
una capilla en el centro de la ciudad. Aparentemente ahí se filmaron las escenas
de la huida de los von Trapp cuando los perseguían los nazis.
- Plaza y fuente de la Residencia: María, Julie Andrews, la atraviesa en bus cuando
va de la abadía de Nonnberg a la villa Trapp, y canta “I have confidence en me”.
Según se cuenta, la Maria van Trapp original actuó de extra en esta escena de la
película.
- Abadía benedictina de Nonnberg: el lugar donde Maria canta justamente “Maria”. Sólo vimos la parte exterior, desde donde se veía un pequeño cementerio
antes de la entrada a la capilla.
Plaza y fuente de la Residencia |
Y culminamos el recorrido en el Museo Panorama donde había una
exposición sobre los von Trapp. Cuenta la historia de la familia y las obras de teatro y películas que se hicieron basadas en esta. Hay algunas fotos y objetos que pertenecieron a la
familia. Pero… cuando llega al tema de la película americana que todos
conocemos, sólo hay un cartel que dice que por los derechos de autor no pueden
mostrar escenas, fotos ni nada relacionado con la misma! Un final un tanto
decepcionante. En definitivas, nos enteramos que la familia existió, que parte
de la historia es real, que se fueron exiliados a Estados Unidos y que
recorrieron el mundo cantando.
Un detalle que me asombró bastante fue que al entrar al museo
había paragüeros sin ninguna medida de seguridad donde simplemente uno dejaba el paraguas apoyado. Ya pensando en lo que me iba a mojar cuando saliese y el pequeño no
estuviera ahí, lo dejé como cualquier persona civilizada. Increíblemente cuando
salimos el paraguas estaba ahí esperándonos!!! Qué lejos que
estamos…
En tanto, se había hecho la hora de la merienda. Estábamos un poco mojados y tiritando del frío, mmm, "que bien nos vendría algo calentito" dijimos…
Entramos en el Café Tomaselli, sería la versión local del Tortoni de Buenos Aires. Al leer un poco sobre el lugar descubrimos que el café fundado en el año 1705, momento desde el cual están abiertas sus puertas, y que entre sus habitués estuvo el mismísimo Wolfgang Amadeus Mozart y posteriormente su viuda Konstanze con su segunda marido.
Qué alivio que sentimos al ingresar a este lugar. Tenía una decoración clásica, con mesas y sillas de madera, y elegantes lámparas colgando del techo. Una vez más arriesgamos el paraguas a su suerte dejándolo en el paragüero de la entrada; mucho más riesgoso que el museo puesto que el café estaba atestado de gente y varios debían ser turistas.
Interior del Cafe Tomaselli |
Conseguimos una mesa en la planta superior. Enseguida
vino el mozo con la carta, pedimos un café y un té con limón, the five o’clock
tea. Pedimos una porción de torta, con lo que llamó a una señora que iba mesa
por mesa con una gran bandeja con diferentes tortas cortadas en porciones.
Elegimos una bañada en chocolate, que no impresionaba tener crema en su interior a diferencia del resto; no me gustan las tortas con crema! Le pagamos los E 3,5. Parecía
como un servicio adicional donde la señora vendía sus propias tortas.
Entre el té y el frío, la vejiga comenzó a llamar. Jajja,
seguimos con el tema de los baños!!! Una obsesión durante el viaje!!! Cuando me estoy lavando las manos veo que hay un cartel en inglés frente a la pileta que dice que
el servicio tenía un costo de E 0,50, que había que pagarle a una señora que
cuidaba el baño. Mmm, otro servicio concesionado???? La señora de las tortas, la
señora del baño, ya no se qué otra señora podía aparecer!!! En ese momento no
tenía ni una mísera moneda en los bolsillos del pantalón y la cartera había
quedado con Seba. Del lado de afuera se veían los piecitos de la cobradora del
baño. Si ya estoy pagando el servicio del lugar, y créanme que no fue un café
barato, encima tengo que pagar por hacer pis ???? Me quedé esperando unos
minutos, a ver si la señora se movía de su puesto. No bien se paró, salí raudamente hacia mi mesa.
Habiendo merendado y recuperado el paraguas del paragüero,
volvimos bajo la lluvia al hotel. Teníamos los zapatos, las medias, los
pantalones empapados y las camperas mojadas. La habitación parecía una toldería,
ropa colgada de todos lados, calefacción, secador de cabello a full, todo en un casi
fallido intento de secado!!!
Luego de un rato tomamos coraje, nos volvimos a poner
parte de la ropa mojada y nos fuimos a cenar. El lugar elegido fue un
restaurante con un aspecto muy alemán. Con mesas y bancos de madera, manteles
cuadriculados y mucha gente tomando grandes porrones de cerveza. Gracias a la memoria de Seba puedo contarles que el lugar se llamaba "Zipfer Bierhaus", una cervecería relativamente jóven (inaugurada en 1977) establecida en un edificio del 1300.
Seba haciendo honor al lugar pidió salchichas alemanas envueltas en un embutido, acompañado de papas fritas, y una ensalada con lechuga, chucrut, papas y pepinos en vinagre. Desde ya que fue acompañado por un tarro gigante de cerveza. Lo mío fue un poco más discreto, una simple ensalada con pavo, lechuga, repollo y papa.
Seba haciendo honor al lugar pidió salchichas alemanas envueltas en un embutido, acompañado de papas fritas, y una ensalada con lechuga, chucrut, papas y pepinos en vinagre. Desde ya que fue acompañado por un tarro gigante de cerveza. Lo mío fue un poco más discreto, una simple ensalada con pavo, lechuga, repollo y papa.
El platito de Seba |
Mientras caminábamos de regreso por la calle, tenía que ir censurando
a Seba que iba diciéndole a la gente “gorden salchichen”, y agregando a lo que
decía la terminación “en” a todas las palabras.
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