Nos levantamos temprano, desayunamos y salimos con todo el
equipaje a esperar el taxi que habíamos reservado. Pasó el horario pactado; esperamos 15 minutos más y nada. La encargada no estaba en el edificio, así que
sin muchas opciones nos fuimos con las valijas hasta Ilica a tomar el tranvía, nuestro plan B. Compramos los pasajes en un kiosko cerca de la parada a 12 kn cada uno!!! más caro
el metro de Roma!!!
Esquivando gente subimos con las valijas. Fuimos unos de
los pocos que pasaron el boleto por una especie de máquina validadora.
Rápidamente llegamos a Trg bana Jelacica, la plaza principal, donde bajamos, y
comenzamos un acarreo de valijas de 7 cuadras. Cuando llegamos a la estación
descubrimos que el tranvía que habíamos tomado llegaba a la puerta de la misma,
y nos habíamos bajado un par de estaciones antes...
A pesar de todos los percances aún era temprano. Fuimos a
la ventanilla de tickets internacionales para preguntar de que anden salía el
tren que iba hacia Budapest. “One” fue la respuesta, quise preguntar algo más y
lo único que recibí fue otro “One”. Nos dirigimos a la plataforma 1. Al rato de
estar ahí, faltando unos 10 minutos el horario de salida se acercó un
tren que tenía un cartelito con algo escrito en croata, que parecía ser el nombre de
una ciudad. "Este no puede ser el tren, el nuestro iba directo a Budapest", nos dijimso. Pasaban
los minutos, y este tren no se iba; dónde iba a parar el
nuestro???
Ya no estábamos preocupando. El señor de informes seguía
respondiendo con “One” a toda pregunta. Un par de minutos previos a la hora que
figuraba en el pasaje Seba se acerco a dos personas que impresionaban ser
personal del tren, que en un rudimentario inglés le dijeron algo que
interpretamos como que ese era el tren pero que teníamos que hacer un transbordo
en el medio. En ese momento me dejó con las valijas al lado del tren, para
controlar que no se vaya, y corrió hacia la ventanilla del Mr One para ver si lo
que le habían dicho en el andén era verdad y que le anotase el nombre de las
ciudades en las que había que bajar o subir del tren. Con un papelito con el nombre de 2 ciudades impronunciables en la mano
nos subimos al tren, sin saber hacia dónde íbamos y en cuanto tiempo teníamos
que llegar al lugar en el que teníamos que bajar.
Entremos en una especie de camarote con 6 asientos, en el
que quedaban 2 libres. Afortunadamente, había un muchacho que hablaba inglés que
nos dijo que él justo iba para esa ciudad, así que cuando él se bajase, lo
siguiéramos.
Unos 35
a 40 minutos después llegamos a Križevci, una ciudad con un nombre claramente
ininteligible. Ahí descubrimos que toda la gente del tren bajaba ahí, y a la
salida de la estación había varios buses esperándonos. Tras un tiempo similar
de viaje llegamos a la siguiente estación: Koprivnica. Ahí subimos a otro tren,
viejo, parecido al primero. Aparentemente parte de las vías del tren estaban en
reparación, y por eso habíamos hecho parte del recorrido en bus.
Nos ubicamos en el camarote que teníamos asignado según el
ticket. En ese momento estaba vacío, nos sentamos enfrentados, en los 2 asientos
al lado de la ventana. Al ratito vinieron 2 mujeres que preguntaron si el resto
de los asientos estaban vacíos; cometimos un grave error de decir "si".
La morocha, que tendría entre unos 30 a 35 años, alta, con ojos
marrones y pelo lacio y brilloso, que le pasaba unos 15 cm los hombros, se sentó
al lado de Seba. Llevaba una buena capa de maquillaje en la cara, y vestía una
remera con un gran escote, una micro-pollera negra con rayas de varios colores
intercalados en los laterales que dejaban ver unos muslos blancos con vello, y
botas negras hasta las rodillas. No impresionaba ser muy amiga del
desodorante.
Al lado mío se sentó la rubia. Era un poco más joven,
entre 25 y 30 años. Llevaba el pelo rubio, largo y lacio atado con una colita,
tenía ojos claros y un poco menos de maquillaje que su compañera. Vestía una
remera con la imagen de Marilyn Monroe, pantalones de un color marrón- bronce,
achupinados por encima de los tobillos y sandalias.
La morocha se sentó en el asiento de al lado al de Seba, mejor dicho en la mitad delantera del mismo, donde se mantuvo con las piernas cruzadas y la
espalda erguida, levemente inclinada hacia adelante, durante todo el viaje. En
el siguiente asiento viajó su cartera y delante de este una gran valija. La
rubia se sentó enfrente a la otra, y en el siguiente asiento su valija, de
dimensiones más discretas.
Antes de partir de Koprivnica pasó el oficial de
migraciones pidiendo los pasaportes. Recibió 4 pasaportes de diferentes nacionalidades: un argentino, un italiano, un croata, y un cuarto, el
de la rubia, que no pudimos determinar su procedencia. Selló la salida de
Croacia.
Estas mujeres, independientemente de su origen se
comunicaban en croata, a esa altura ya teníamos identificadas algunas palabras del idioma. Comenzaron a hablar de manera incesante, sólo siendo
interrumpidas en la siguiente estación, Gyékényes, por una serie de palabras
inentendibles para todos. “English???” le
contestamos al unísono.
Habíamos pasado la frontera de Hungría!! La agente húngara
desde la puerta lateral del camarote repitió secamente:
“Passports???”.
Volvimos a entregar pasaportes. El italiano, perteneciente
a la Unión Europea, apenas lo miró. Los de Europa del este, los miró y los
escaneó en una cajita que llevaba colgando; el que sí miró de adelante para
atrás y de atrás para adelante, y pasó por el escáner fue el de Argentina. Uff,
qué nervios!!! Finalmente le puso el sello de la Unión Europea. Nos sentimos
como en la película “Top secret”, cuando Val Kilmer entra a
Alemania.
El viaje continúo en un continuo parloteo, que no cesó
durante 5 horas!!! Se iban alternando monólogos de una y otra, pero la morocha
era insuperable. Apenas si respiraban entre palabra y palabra, ni siquiera
hacían silencio cuando masticaban los sandwichs que sacaron de sus
carteras.
No sé de qué hablaban, pero la conversación incluyó
algunas a ciudades norteamericanas como San Diego y Los Angeles, y el nombre de
varios actores. También hubieron palabras en inglés, y nos miramos y pensamos
“ups, habremos hecho algún comentario desubicado??”, cuando escuchamos
que la morocha le contaba a la otra las diferentes formas de pronunciar la
palabra “corazón” en Argentina y en España.
Sumado a esto, el tren no dejaba de parar en cuanta
estación encontraba, incluyendo varias a lo largo del lago Balaton,
cuyos nombres comenzaban con “Balan…” y terminaba de una manera impronunciable.
A lo largo del camino se veía el lago, y en algunos sectores casas, tal vez de
vacaciones y clubes.
El viaje resultó eterno!!! Era tan insoportable el sonido
de estas mujeres, que en un momento Seba me pidió el Mp3, “dame para escuchar
cualquier cosa, aunque sea Arjona!”.
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