lunes, 15 de abril de 2013

Budapest - Recorriendo Buda

By Sole

Mayo 2012

Otro largo día nos esperaba. Salimos tempranito del departamento sin siquiera desayunar. Caminamos algunas cuadras hasta que encontramos un Starbucks, frente a la Basílica de San Esteban, la más grande de Hungría. Habíamos pasado por ahí la noche anterior pero el panorama era completamente diferente, apenas quedaban rastros de los grupos de personas que estaban sentadas en las escalinatas de la iglesia y en las mesas de los bares aledaño y bancos públicos, hablando y tomando bebidas alcohólicas como si se tratase de un after office. El lugar estaba desierto.
Compramos cafés y muffins, y nos sentamos en una de las mesas exteriores; un lugar muy agradable. Sin mucho apuro desayunamos.
Saciados, emprendimos el paseo del día. Comenzamos a recorrer y descubrir las pintorescas calles de la ciudad, y sus souvenirs. Sin dudas, Budapest tenía los souvenirs más lindos que habíamos visto hasta el momento, y de los que vimos posteriormente. Iban más allá de los llaveros, imanes, postales, tazas y remeras con la impresión del nombre de la ciudad. Además de estos objetos, había muñecos, rompecabezas de madera con formas de animales, parejas de húngaros en madera pintada con función de salero y pimentero, o sacacorchos, disfraces para niños, copias de gorros rusos y de máscaras anti-gas, manteles bordados, posafuentes, paneras de tela, mamushkas, y la infaltable paprika en su variedad común y picante. Tuvimos que hacer un gran esfuerzo para no comprarnos toooodo!!! De más está decir que las máscaras anti-gas le resultaron particularmente interesantes a Seba, que estuvo evaluando comprar una; la cordura finalmente llegó y la compra no se concretó.
Las calles nos fueron conduciendo nuevamente hacia Buda, pasando por el Puente de las Cadenas. Comenzaríamos por la ciudad señorial, sobreelevada. Al igual que en Zagreb existe una especie de funicular para hacer el ascenso; no estaba funcionando en ese momento. Hicimos lo que íbamos a hacer desde un primer momento: subir caminando!!! Una serie de escalinatas nos llevaron hacia lo alto de la ciudad. Como pudimos recorrimos los alrededores del Castillo de Buda. En ese momento había un acto con mucha gente de  seguridad, que limitaban el acceso a determinados sectores, e impedían el ingreso de autos; tal vez por eso mismo no estaba funcionando el funicular. Sin mucho para ver, y sin interés de tener algún altercado con la policía húngara, enfilamos hacia el Bastión de los Pescadores, un mirador situado en la colina de Buda, en la orilla oeste del Danubio, desde la que se tiene una imagen espectacular de Pest. En parte del mismo funcionaba un restaurante, y en la parte superior había un mirador con un costo de acceso de 660 ft. Al igual que la mayor parte de la gente, visitamos la parte gratuita. Cerca de este había un par de músicos tocando, delante de los cuales bailaban 2 japoneses; sin palabras.



Seguimos recorriendo las calles circundantes, metiéndonos en cuanta tienda se cruzó a nuestro paso y sacando fotos. En este sector había varias casas medievales, que aún conservaban al menos el aspecto exterior original.
Toda esta parte de la ciudad estaba atestada de grupos de turistas, sin faltar la manada de orientales que tenían incrustadas grandes cámaras de fotos en su pecho.
Entre una cosa y otra se fue haciendo el mediodía. Volvimos a Pest, y nos dirigimos hacia el parlamento para verlo desde más cerca. Luego de tomar las fotos pertinentes, pasamos por una exposición de ambulancias de distintas épocas emplazada en la plaza frente al gran edificio parlamentario. Cuantas historias, vidas y muertes habrá ligadas a todos esos vehículos. No pude evitar que ese pensamiento pasara por mi cabeza, sobre todo con los modelos más antiguos.

Ambulancias húngaras de todos los tiempos


Con un “vamos???”, volvía a la realidad. Caminamos por vaya a saber uno que calles, hasta terminar en Váci Utca, la calle comercial más famosa de Budapest, asiento de famosas tiendas de ropa (no podía faltar un Zara y un H&M, además de un C&A entre otros), negocios de venta de souvenirs, y restaurantes con mesas en la ancha calle peatonal. Desembocamos en el Mercado Central.
Habíamos leído que el mercado, más allá de tener verdulerías, carnicerías, fiambrerías y  panaderías, tenía algunos locales que vendían alimentos listos para consumir a precios muy accesibles. En la planta baja encontramos los puestos de alimentos frescos, con productos tan lindos y frescos como los que habíamos visto en los otros mercados. En el primer piso, la mayor parte estaba ocupada por puestos que vendían souvenirs, y sólo un pequeño sector vendía comida típica; el lugar para sentarse era prácticamente inexistente, las pocas plazas que había estaban ocupadas y los precios no diferían mucho de los que habíamos visto en los restaurantes. Necesitábamos sentarnos, y hacer una parada sanitaria, no nos resultó muy atractiva la idea de comer parados haciendo malabares en el aire con un plato de alimento.



Cruzamos la calle y si bien hasta el momento habíamos evitado las cadenas de hamburguesas, entramos en el Burger King. Elegimos el menú de sándwich con pollo grillado, papas fritas y gaseosa light. Luego de caminar tanto y estar expuestos a la temperatura que iba incrementándose, resultaron muy placenteros los alimentos, las gaseosas frías, el aire acondicionado y el baño del local. Nos quedamos un rato, hasta recuperar energías; el plan era seguir caminando durante toda la tarde.

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