martes, 28 de enero de 2014

Día de pesca en Monte

By Sole

Junio 2013

Qué hicimos el día más frío de Junio??? Nos fuimos a pescar a Monte!

Agarramos el equipo de mate con agua calentita, pantalones, camperas, cuellos térmicos, y gorros, y partimos con espíritu aventurero a enfrentar el frío polar. Tomamos la autopista Ezeiza-Cañuelas  y luego la ruta nacional 3, y en poco más de una hora, hicimos los 113 km que nos separaban de San Miguel del Monte.

Allá nos encontramos con Javier y Jenny, el hermano de Seba y la novia. Recorrimos, parte de los 15 km de perímetro asfaltados de la laguna de Monte, la vedete del lugar, hasta que encontramos un lugar para pescar. Esta laguna, ubicada muy cerca de la ciudad de Buenos Aires,  resulta un lugar atractivo para los pescadores, quienes pueden pescar desde los márgenes de la misma o alquilar un bote y probar suerte en zonas más alejadas. Entre las especies que se puede capturar están los dientudos, carpas, tarariras, bagres y pejerreyes.

Optamos por instalarnos con nuestras sillas de camping en un sector con pasto prolijamente cortado y algún que otro árbol de la costanera. Mientras los pescadores preparaban su equipo de pejerrey, me dispuse a preparar el mate con la intención de recuperar un poco la temperatura. Hacía frío!!! Mismo en el trayecto pudimos ver la escarcha en los pastos de los terrenos aledaños a la ruta!!! No exagero al decir que fuimos el día más frío del año!!!



Con un poco de buena onda, el mate calentito y unas galletitas Pepito pasamos una linda mañana, aunque de los pejerreyes no tuvimos ni noticias!!! Ni siquiera hubo pique!!!

Compañero indispensable en las escapadas!

Cerca de las 12:00 hs juntamos el equipo de pesca y regresamos a los autos. Qué lindo que se sentía ahí adentro!!! Dimos una vuelta más por la laguna con intención de elegir un lugar donde comer. En los alrededores hay algún que otro camping, cabañas de alquiler temporario a turistas y algunas parrillas; digamos que el lugar tiene algo de infraestructura para los que quieren pasar un fin de semana.

Nos detuvimos en una parrilla que estaba en la margen de la laguna. No podría decir cómo se llamaba, porque no tenía ningún cartel que lo indicase. Como tampoco aceptaban tarjeta ni entregaban factura, nunca supe su nombre. Si bien las paredes eran vidriadas con vista al agua, no pasamos frío, ya que había un par de salamandras que calefaccionaban el lugar. Comimos carnes, papas fritas, ensalada y flan, si vamos a hacerla, hagámosla completa! Todo estuvo rico, a un el precio estándar.

Post-almuerzo teníamos 2 opciones: volver a probar suerte con la pesca o dar un paseo por el pueblo. Javier y Jenny, fanáticos de la pesca optaron por la primera opción, y Seba y Sole, por la segunda.

Pudimos descubrir un pueblo tranquilo, tal vez porque aprovechamos la tranquilidad que brinda la siesta. Recorrimos la plaza Adolfo Alsina con sus pérgolas y árboles otoñales podados, frente a esta la municipalidad y la iglesia San Miguel Arcángel.


A pocas cuadras de distancia de la plaza, varias edificaciones de aspecto colonial, entre las que se destacaban la escuela nº 16, la casa de “Carancho” González, el museo municipal, y el Rancho de Rosas, completaban la especial atmósfera pueblerina. Si bien estaban abiertos al público, hicimos sólo una “recorrida de fachadas” y aprovechamos para tomar algunas fotografías, antes de emprender el regreso disfrutando el calor del interior del auto.


martes, 21 de enero de 2014

Fin de semana en Chascomús

By Sole

Abril 2013

Medio día de viernes de abril.
utopista Buenos Aires- La Plata.
Ruta 2.
Km 113: primera parada en “El Repollo” para comprar mojarritas.
Km 113,5: segunda parada en Atalaya para comprar las míticas medialunas.
Km 114: primer acceso a Chascomús. Ruta interna. Fuimos derecho hasta el segundo semáforo, donde giramos a la derecha en la Av. Pedro Escribano. Derecho, derecho hasta la laguna. De nuevo a la derecha, bordeando la laguna por unos 6 km, hasta el barrio Loma Alta. En la entrada/ calle 1 volvimos a girar a la derecha, y avanzamos unos 300 metros por un camino de tierra hasta las cabañas. Felizmente habíamos llegado a “Los Robles Rojos”, un complejo de 3 cabañas de 2 plantas, muy bien puestas.

Teníamos la tarde por delante! Volvimos al auto, y seguimos bordeando la laguna en sentido anti-horario en busca de un lugar para pescar. Habremos recorrido entre 8 y 10 km antes de dar con “nuestro lugar”.  Más allá de la presencia o no de juncos y playita, fue importante ver para donde soplaba el viento. No queríamos (a decir verdad, Seba no quería) tirar la línea y en menos de un minuto tenerla nuevamente en la costa. Siguiendo estos lineamientos, nos instalamos en una zona sin juncos, con el viento de espaldas, el cual casi no sentimos porque teníamos una pequeña barranca detrás. Colocamos las sillas, y preparé el mate mientras Seba armaba su caña de pejerrey.
Los primeros 20 minutos transcurrieron entre mates y medialunas. Sinceramente, Atalaya me decepcionó. Por todos los comentarios que había escuchado de esas medialunas, tenía expectativas muy altas. Defensores de Atalaya, les recomiendo probar las medialunas de confitería “Boston” de Mar del Plata y las de “Guber” en Buenos Aires… veremos quien gana!

Tras la merienda, vino una seguidilla de piques! En total 2 bagres y 7 pejerreyes de entre 15 y 25 cm de largo, hicieron a la felicidad del pescador. A medida que fueron saliendo fueron devueltos a la laguna, para que sigan vivos, crezcan y en un futuro incierto sean pescados por otros pescadores, tal vez regresando nuevamente al agua o tal vez pasando a formar parte de un apetitoso plato.



Fue una linda tarde de pesca, con algo de sol y algunas nubes, con momentos de bastante calor. Satisfechos, cerca de las 18 hs regresamos al auto, el cual se encontraba  dentro de una espesa nube de mosquitos, de la que salimos casi ilesos.
Dimos una vuelta por el pueblo, donde compramos algunos víveres, y mirando el atardecer regresamos a la cabaña.

Atardecer en la laguna de Chascomús

Fiel a la tradición de los viernes, amasé la pizza, que a falta de horno Seba cocinó en la parrilla. Mientras se cocinaba, hicimos la clásica picada: papas fritas, palitos y maní. Yummy!

Al día siguiente nos despertamos un rato antes de las 8:00 hs. Acostumbrados a la rutina de madrugar, imposible despertarnos más tarde! Incursionamos un desayuno, y preparamos el mate. Con el termo bajo el brazo, cual uruguayos, fuimos caminando hacia la laguna.
Ya había varios autos aparcados en la orilla, con gente pescando. En los metros que caminamos no vimos pescado alguno; tal vez el viento no favorecía a los pescadores. En el camino juntamos ramitas para ayuda a encender el fuego del asado; el carbón “El Quebrachal” que habíamos comprado, era muy malo!

Agarramos el auto y recorrimos los 6 km hacia el pueblo, tratando de no pisar a los numerosos ciclistas que había salido a ejercitarse. Estacionamos frente al muelle de pescadores. La simpleza define a ese muelle: mucho cemento, algunas barandas y faroles. Había varias personas sentadas con sus cañas, pero no parecía que hubiese pique.
Fue ahí donde conocimos al cánido callejero blanco y marrón que nos acompaño durante parte del recorrido, que Seba bautizó Walter Nelson, por su “cara de contento”, en referencia a la frase “estas contento Walter Nelson?”.



Luego del muelle, nos dispusimos a recorrer el pueblo, lo que incluyó:
Parque de los Libres del Sur: es un gran espacio verde ubicado entre la ribera de la laguna y el Museo pampeano, con gran variedad de árboles, asientos de cemento, esculturas, algunos cañones y muchos mosquitos!

Plaza Independencia: como todo pueblo, tiene una plaza que marcó los orígenes y desarrollo del mismo. Chascomus no es la excepción, y la plaza Independencia fue el lugar de fundación en 1779. Un pueblo más antiguo de lo que yo pensaba! Sin embargo, el trazado de sus canteros y el aspecto de plaza propiamente dicha es de principios del 1900. Es una plaza tranquila y pintoresca, que al momento de nuestra visita tenía varios árboles con flores rosa- violáceas.

El palacio municipal: construido en 1941, frente a la Plaza Independencia, reemplazó a un edificio colonial de aspecto similar al cabildo que ocupaba ese mismo espacio. Su edificación parece haber sido controvertida, adquiriendo el nombre de “la torta de bodas” por parte de quienes estaban en contra del proyecto.

Iglesia Catedral Nuestra Señora de la Merced, Banco de la Nación Argentina, Teatro Brazzola, Casa de Casco: los edificios históricos que rodean la plaza principal. Tal vez soy injusta, pero por mi parte ninguno merece una mención especial, sólo pasamos frente a ellos y vimos sus fachadas.

Plaza Independencia con la Catedral

Museo Pampeano: no hemos entrado, pero si recorrimos sus jardines. Vale la pena ver el exterior del edifico de aspecto colonial, réplica de una Casa de Postas (establecimientos donde se realizaban la toma y cambio de caballerías y asignación de postillones para los correos, viajeros o ganado), así como también las esculturas, cañones y carruajes que lo rodean.

Reloj de los Italianos: ubicado en la avenida Lastra, imposible no verlo. Es un regalo de agradecimiento de los inmigrantes italianos al pueblo donde encontraron una oportunidad para vivir y desarrollarse.

También hicimos una parada en el monumento al ex-presidente Ricardo Alfonsín, el ciudadano más conocido de Chascomús.

Y obviamente, no pudimos dejar de pasar por la estación de tren! Un must! en todos los pueblos que visitamos! Fundada en 1865, aún se encuentra en funcionamiento, y conserva su aspecto colonial. Vale la pena tomarse una foto ahí!



Al medio día, asadito by Seba, y durante la tarde, paseo por la costanera y nuevamente pesca con las mojarritas que aún sobrevivían. Si bien salieron un par de pequeños pejerreyes, la pesca no fue tan fructífera como la del día previo, pero estuvo bastante bien, si tenemos en cuenta que los otros pescadores apenas tenían pique.

Si bien cerca de la laguna había varias opciones interesantes de restaurantes y confiterías, con muy buen aspecto, esa noche decidimos quedarnos en la cabaña; estaba anunciado lluvia. El agua no se hizo esperar y nos acompaño durante toda la noche… cuando nos levantamos a la mañana había bastante barro mojado en las calles vecinas… algunas formaban verdaderas piletitas!!! Hicimos una última caminata hacia la laguna, tratando de nos resbalar ni sumergir las zapatillas en el fango.


La salida final en auto no fue de lo más divertida!!! Las ruedas se llenaron de barro, y hubo momentos en que las traseras no respondían y tendían a irse hacia el costado. No llegamos a quedar empantanados, pero Seba tuvo que bajar y con ayuda de alguna piedra y cerámicos de una obra en construcción, desprender el barro adherido para facilitar la marcha! Es algo que deberían mejorar en esa zona si la quieren explotar con turismo; no todos tenemos una 4x4 o una F100 para transitar por ahí!

Chascomús, una opción interesante cerca de Buenos Aires, tanto para quienes gusten de la tranquilidad y las actividades al aire libre en la laguna y alrededores, como para aquellos que gusten de una salida con historia y buena comida.

lunes, 13 de enero de 2014

San Antonio de Areco

By Sole

Agosto 2011

A apenas 113 km de la Ciudad de Buenos Aires tenemos a San Antonio de Areco, otra excelente opción para una escapada!

En un día nublado, con un chispeo intermitente, agarramos el auto y partimos hacia allá! Tomamos la General Paz, luego la Panamericana y por último la Ruta 8, llegando a SA de Areco en poco menos de 2 horas. La última parte del camino fue la más complicada porque la ruta tenía un solo carril por mano y por esta suelen circular camiones y vehículos bastante desvencijados, que apenas alcanzan la velocidad mínima permitida en rutas.
En el recorrido pasamos por 3 peajes, el primero de la Panamericana y después 2 más, uno de estos en esa parte calamitosa de la ruta 8.

Cuando llegamos sólo estaba nublado, la temperatura había subido y ni rastros quedaban del chispeo. Estacionamos el auto cerca de la costanera y fuimos a buscar información a la oficina de turismo ubicada en frente a esta, en Zerboni y Arellano. Ahí nos proporcionaron un plano del pueblo con las principales atracciones.

Cruzamos el Puente Viejo, construido en 1857 sobre el río Areco, en cuyas aguas se encuentra prohibido el baño por la contaminación. Es un puente peatonal, en el que no está permitido el tránsito vehicular. A unos 300 metros de este, sobre la mano izquierda nos encontramos con la pulpería "La Blanqueada", que se encuentra formando parte del "Parque Criollo y Museo Ricardo Güiraldes". No pudimos ingresar en ese momento porque aún era temprano, recién abría a las 11 hs. Así que dimos media vuelta, volvimos a cruzar el puente y caminamos hacia el casco histórico, o sea la típica plaza principal con la iglesia y la municipalidad, y las calles aledañas.



Resultó ser un lugar muy tranquilo, limpio y silencioso. Las casas antiguas convivían con algunas construcciones más modernas. Nos llamó la atención que la gente aún dejase las bicicletas en la puerta de sus casas sueltas, sin atarlas con las cadenas como solemos ver en ciudades más populosas. Algunas calles tenían árboles cítricos, los que conferían un delicioso aroma a azahares al lugar.

Aún se conservaban en su estado casi original algunos viejos almacenes, típicos de la ciudad, entre ellos el Almacén de "Los Principios",  ubicado en la esquina de Moreno y Mitre, donde se filmó el comercial de sopas Knorr "Sopas de Letras". Si bien se encontraba en funcionamiento, no entramos.

Almacén "Los Principios"

En otra esquina, Don Segundo Sombra y Zapiola, pero con aspecto de abandonado y con sus puertas cerradas estaba el "Boliche de Bessonart", declarado lugar de interés por la municipalidad de local.
Aun me pregunto porque en la página de información turística de la municipalidad del lugar recomendaban visitar la "Forragería Maggio", que era simplemente una ferretería, sin nada en particular.
Pasamos también por la chocolatería "La Olla de Cobre" donde vendían los chocolates más caros que ví en mi vida!!!! Hazte la fama y ... sube los precios!!!

Tras unas 2 horas de estar recorriendo a pie el lugar, merecíamos un almuerzo! Cuando habíamos estacionado, habíamos visto que por la zona de la Costanera había varias parrillas con asado al asador, así que nos dirigimos hacia uno de estos lugares.

El lugar elegido fue el "Puesto La Lechuza". Cuando llegamos, apenas pasadas las 12 del medio día, había poca gente, pero con el correr de los minutos se fue poblando. Comimos asado, vacío, chorizo y ensalada. Realmente, por la ubicación del lugar y comentarios que había leído en blogs, esperaba que la cuenta fuese mucho más abultada de lo que fue. Buena atención, rica comida y un precio adecuado.



Con el estómago lleno, seguimos paseando. Volvimos al "Parque Criollo y Museo R. Güiraldes". Como consecuencia de una inundación sufrida el 26 de diciembre de 2009, gran parte del museo se encontraba cerrado al público. Solo se podía visitar una sala con sogas, otra con una tahona (máquina que se usaba para moler trigo), la Ermita (una capillita) y una reconstrucción de la pulpería "La Blanqueada", que Ricardo Güiraldes nombra en Don Segundo Sombra. El museo propiamente dicho solo se podía ver desde el exterior. Por lo menos la parte que pudimos ver fue bastante decepcionante, y no valía el costo de la entrada que pagamos.



En el pueblo hay un par de opciones de hospedaje, que va desde lujosos hoteles con spa, casas de campo con pileta, hasta hostels y campings. Hay para todos los gustos y presupuestos. Nuestro viaje fue sólo de un día, así que no tuvimos la oportunidad de ir a ninguno de estos lugares. 

Dimos una vuelta más en auto, y decidimos seguir hacia el pueblo rural de Vagues, otro de los lugares que estaba recomendado visitar en la página web de la municipalidad. Intenté cargar el nombre del lugar en el GPS, pero no lo reconocía, así que nos fuimos guiando por los carteles indicadores. Volvimos a la ruta 8, hicimos unos 2 km hacia el lado del Buenos Aires, hasta que nos cruzamos con la ruta 41, la cual tomamos por otros 2 km hacia la derecha. Ahí encontramos una salida hacia la izquierda, recorrimos un par de km más y llegamos...

Mientras Seba iba conduciendo, yo iba mirando el GPS. El pobre estaba perdidísimo, apenas podía informar "Conduciendo por Carretera"; en el visor se veía un rectángulo amarillo en el medio de la nada, eso era Vagues...
Difícil precisar el tamaño, pero estimo que el rectángulo no tendría más de 100 x 400 metros. En el camino de entrada estaba La Posta de Vagues, un "hotel de campo" y parrilla. En la gran vuelta manzana que dimos, vimos una escuelita, un par de casas humildes, una gran construcción que parecía pertenecer a una congregación religiosa por la estatua que tenía en su frente y la vieja estación de tren abandonada. Parecía la estación de un pueblo fantasma, el andén estaba limpio lo que sugería que alguien la cuidaba (aunque obviamente no vimos a nadie), conservaba sus carteles en buen estado, pero las vías estaban cubiertas por pasto y yuyos denotando que ya hacía mucho tiempo que el tren no circulaba. Sacamos un par de fotografías y volvimos al coche, no había mucho más para ver.


Estación de tren de Vagues

Volvimos hacia la ruta 41 y de ahí a la 8, haciendo todo el camino inverso al de la ida.

miércoles, 8 de enero de 2014

Finde en San Pedro

By Sole

Noviembre 2013

Viernes a la tarde, luego de trabajar, nos fuimos a San Pedro! Habíamos recibido el año ahí y 11 meses después regresábamos. En esos meses nada cambió! la ruta continuaba en calamitoso estado y el desvío hacia el pueblo conservaba el cartel que limitaba la velocidad máxima a 30 Km/h por el "mal estado del camino".

Por tratarse de un fin de semana cualquiera, encontramos lugar en uno de los complejos de cabañas que habíamos fichado la vuelta anterior, uno de los tantos que estaba “completo” en ese entonces.
Luego de pasar por el pueblo y seguir unos 2,5 km por la ruta que va hacia Vuelta de Obligado encontramos el desvío de ripio consolidado hacia “The Bakers”. No me voy a explayar mucho en el tema cabañas porque ya he dejado mi opinión en tripadvisor. Nos gustaron mucho, pero… siempre hay un pero para que algo sea “ideal”. Comparadas con otras cabañas en las que habíamos estado, a estas le faltaba un poco de privacidad.

El día de la llegada, aprovechamos lo que quedaba de luz natural para hacer una pequeña caminata hacia el río, que no se encontraba muy lejos. En el regreso, nos sorprendió el atardecer con una gama de tonalidades anaranjadas. Bello!

Atardecer en San Pedro

A la noche improvisamos unas pizzas a la parrilla ya que no teníamos horno en la cabaña, y nos fuimos a dormir… al día siguiente teníamos que madrugar!

A las 6:00 hs del sábado sonó el despertador anunciando que el horario de descanso había culminado. Antes de las 7:30 hs estábamos en el muelle rojo junto al río, donde nos había citado el guía encargado de la excursión de pesca que habíamos contratado.
Aclaro que yo no pesco! Meramente acompañé a Seba y a mis cuñados, con quienes habíamos viajado,  tomando el papel de “fotógrafa de la excursión”. Así que durante las casi 12 horas que duró el paseo ni siquiera toqué las cañas de pescar ni tuve contacto directo con los habitantes del río.

El día estaba soleado, y hacía bastante calor, digamos que era un excelente día de pileta! Pero en lugar de estar en la pile del complejo, estábamos en la lancha de Jorge.
La travesía comenzó con unos 45 minutos de navegación río arriba, inicialmente por el riacho San Pedro pasando por lo que quedaba de San Pedrov y Vuelta de Obligado, metiéndonos luego en el río Parana e internalizándonos en diferentes arroyos, ya en territorio de la provincia de Entre Ríos… Ibamos en busca de zonas pantanosas para pescar tarariras, popularmente “taruchas”.



El día transcurrió entre períodos de navegación, y desembarcos en zonas semi- anegadas y desembocaduras de arroyos. Además de pasto, y vacas, abundaban los juncos y las plantas acuáticas cerca de las orillas. Los 3 pescadores competían para ver quien pescaba (y devolvía al agua) más peces y con qué señuelo conseguían su gran logro. El resultado de la competencia no va a ser develado en este post! Solo voy a decir que les fue mejor que en la excursión de Yerúa, pudiendo considerar a esta fue “muy exitosa”.

Los 3 pescadores

Al mediodía paramos en lo que se dice “el medio de la nada”, un lugar super tranquilo a orillas de un arroyo, donde el guía en una velocidad increíble encendió el fuego e hizo un asado. Aprovechamos un rato la sombra que nos proveyeron los escasos árboles que había en la región. De más está decir que nos vaciamos los tarros de protector solar, y repentes de insectos, y estuvimos con la mayor parte del cuerpo cubierta a pesar de las altas temperaturas. Caso contrario apuesto a que hubiésemos terminado con importantes quemaduras y minados de picaduras de mosquitos.

Asadito
La tarde se hizo larga, sobre todo las últimas 2 horas, donde el más, por no decir único, entusiasmado era el hermano de Seba, que feliz descendía de la lancha e iba a probar suerte en cada parada que hacíamos. Llegó un momento en que las mujeres nos quedamos recostadas en la lancha, mientras los hombres se divertían como niños con su cañita de pescar y señuelos con formas divertidas.

Finalmente se hizo el horario de regresar! La vuelta fue muy placentera, con el sol ocultándose, y el viento que generaba el veloz movimiento de la lancha, chocando contra la cara. Espectacular!

Pasadas las 20 horas, llegamos a San Pedro. Tras una rápida pasada por la cabaña para bañarnos y cambiarnos, regresamos al centro para cenar. Estábamos agotados!!! Sábado a la noche, todo San Pedro estaba en la calle disfrutando de una linda noche con aire veraniego. A pesar de la muchedumbre encontramos sin problemas lugar en uno de los restaurantes céntricos, “Bar Buti”, donde cenamos.
Esa noche dormimos plácidamente: el cansancio había superado al calor y a los insectos!


Al día siguiente fuimos agraciados con otro día divino, el que aprovechamos para hacer actividades al aire libre, desde el desayuno, a un partido de mini-golf y tejos, y la tan ansiada pileta!!! Seguimos con un asadito, tarde de mate y descanso en las hamacas paraguayas, emprendiendo el regreso a Buenos Aires a las 18 hs.  


miércoles, 1 de enero de 2014

24 horas en Brujas

By Seba

Rápido desayuno parisino en Gare de Nord, subir al tren, transbordo en Bruselas, llegada a Brujas. Era el mediodía del viernes 16 de julio de 2010, y yo estaba arrastrando la valija por las empedradas calles del centro de Brugge, bajo una molesta garúa.
A diferencia de lo que solía hacer cada vez que visitaba una ciudad, mi investigación sobre la misma había sido nula. Sólo tenía un mapa para ubicar mi hostel, y el plan era perderme en las calles sin destino cierto por las próximas 24 horas.

El diseño irregular de sus calles, que se cruzan con canales que surcan la ciudad, es ideal para caminar de manera errante. Brujas, o al menos su centro histórico, es bastante compacta, así que luego de dar vueltas por un par de horas sentía que la había recorrido por completo. Pero de  todas maneras es muy placentero seguir descubriendo todos los rincones de una ciudad con personalidad propia y una atmósfera muy agradable.

Canales de Brujas

Markt y Burg son las plazas centrales, y las que congregan a la mayor cantidad de turistas. La primera se caracteriza por sus locales típicos con techos llenos de ángulos rectos, los carruajes y la silueta del Belfry, la torre de 83 metros de altura que data del siglo XIII. La segunda tiene muchos edificios administrativos de gran belleza, con diferentes estilos arquitectónicos.

Edificios de la plaza Markt

Belfry
Hay varias calles comerciales en las que abundan tiendas de venta de chocolates de distintas formas y sabores (no podían faltar las representaciones fálicas). Sobran también los locales de souvenirs y los puestos de comida, donde se pueden saborear desde salchichas de estilo alemán hasta creppes dulces.

Bélgica en general y Brujas en particular tienen una gran tradición cervecera, y la densidad de pubs debe ser una de las más altas del mundo. Recetas heredadas de los monjes medievales se replican hasta hoy, dando lugar a cervezas intensas en aroma y sabor. Una recorrida nocturna por los bares es algo imperdible, aunque luego resulte muy sencillo perderse en el regreso al hostel…

La mañana siguiente el tiempo había mejorado sensiblemente, así que volví a hacer una recorrida por los mismos lugares del día anterior, pero con una luz natural diferente. Más paseos por los canales, los callejones, algunas iglesias y varios supermercados, sin dejar de comprar los souvenirs que faltaban. Aproveché la tranquilidad de la mañana (aún no había llegado los turistas que visitan Brujas por menos de un día) para subir al Belfry (muuuchos escalones) y  tener una vista privilegiada de los techos rojizos de las construcciones que rodeaban a una casi desierta Markt. Luego sólo me quedó tiempo para volver al hostel a buscar la valija.

Basilica de Heylig Bloed desde lo alto del Belfry

En definitiva, Brujas es ideal para hacer por unas horas un viaje al pasado, o a un cuento fantástico, y disfrutar de algo realmente diferente, de una pequeña joya en medio de Europa.


Rápido almuerzo en la estación de tren, transbordo en Bruselas, cruzar el Canal de la Mancha, llegar a St Pancras, deambular  por Londres, metro hasta Heathrow, avión hasta Buenos Aires, final del viaje.