By Sole
Junio 2013
Qué hicimos el día más frío de Junio??? Nos fuimos a pescar a Monte!
Agarramos
el equipo de mate con agua calentita, pantalones, camperas, cuellos térmicos, y gorros, y
partimos con espíritu aventurero a enfrentar el frío polar. Tomamos la
autopista Ezeiza-Cañuelas y luego la
ruta nacional 3, y en poco más de una hora, hicimos los 113 km que nos
separaban de San Miguel del Monte.
Allá
nos encontramos con Javier y Jenny, el hermano de Seba y la novia. Recorrimos,
parte de los 15 km de perímetro asfaltados de la laguna de Monte, la vedete del
lugar, hasta que encontramos un lugar para pescar. Esta laguna, ubicada muy cerca de la ciudad de Buenos Aires, resulta un lugar atractivo para los
pescadores, quienes pueden pescar desde los márgenes de la misma o alquilar un
bote y probar suerte en zonas más alejadas. Entre las especies que se puede
capturar están los dientudos, carpas, tarariras, bagres y pejerreyes.
Optamos
por instalarnos con nuestras sillas de camping en un sector con pasto
prolijamente cortado y algún que otro árbol de la costanera. Mientras los
pescadores preparaban su equipo de pejerrey, me dispuse a preparar el mate con
la intención de recuperar un poco la temperatura. Hacía frío!!! Mismo en el
trayecto pudimos ver la escarcha en los pastos de los terrenos aledaños a la
ruta!!! No exagero al decir que fuimos el día más frío del año!!!
Con un
poco de buena onda, el mate calentito y unas galletitas Pepito pasamos una
linda mañana, aunque de los pejerreyes no tuvimos ni noticias!!! Ni siquiera
hubo pique!!!
Compañero indispensable en las escapadas! |
Cerca
de las 12:00 hs juntamos el equipo de pesca y regresamos a los autos. Qué lindo
que se sentía ahí adentro!!! Dimos una vuelta más por la laguna con intención
de elegir un lugar donde comer. En los alrededores hay algún que otro camping,
cabañas de alquiler temporario a turistas y algunas parrillas; digamos que el
lugar tiene algo de infraestructura para los que quieren pasar un fin de
semana.
Nos
detuvimos en una parrilla que estaba en la margen de la laguna. No podría decir
cómo se llamaba, porque no tenía ningún cartel que lo indicase. Como tampoco
aceptaban tarjeta ni entregaban factura, nunca supe su nombre. Si bien las
paredes eran vidriadas con vista al agua, no pasamos frío, ya que había un par
de salamandras que calefaccionaban el lugar. Comimos carnes, papas fritas,
ensalada y flan, si vamos a hacerla, hagámosla completa! Todo estuvo rico, a un
el precio estándar.
Post-almuerzo
teníamos 2 opciones: volver a probar suerte con la pesca o dar un paseo por el
pueblo. Javier y Jenny, fanáticos de la pesca optaron por la primera opción, y
Seba y Sole, por la segunda.
Pudimos
descubrir un pueblo tranquilo, tal vez porque aprovechamos la tranquilidad que
brinda la siesta. Recorrimos la plaza Adolfo Alsina con sus pérgolas y árboles
otoñales podados, frente a esta la municipalidad y la iglesia San Miguel
Arcángel.
A pocas cuadras de distancia de la plaza, varias edificaciones de aspecto
colonial, entre las que se destacaban la escuela nº 16, la casa de “Carancho”
González, el museo municipal, y el Rancho de Rosas, completaban la especial atmósfera pueblerina. Si bien estaban abiertos al
público, hicimos sólo una “recorrida de fachadas” y aprovechamos para tomar
algunas fotografías, antes de emprender el regreso disfrutando el calor del
interior del auto.
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