Septiembre 2014
La capital de
Bolivia es la que se encuentra a mayor altura sobre el nivel del mar: Se
aterriza en el aeropuerto internacional de El Alto, ubicado a 4000 metros, para
luego descender al valle donde está el centro urbano, a unos 3600 metros.
Panorama de La Paz |
Es sabido que a
esas alturas la atmósfera es diferente, el oxígeno escasea y los nativos del
llano nos sentimos extraños. Existen numerosas historias de catástrofes
futbolísticas justificadas con excusas acerca de la falta de aire, e incluso se
analizó seriamente prohibir los partidos internacionales. De momento la
selección de Bolivia sigue ejerciendo su localía en el estadio Siles de la Paz,
donde a veces gana, y a veces pierde…
Reuniones
laborales me llevaron a esta ciudad por tercera vez. Conservaba algunas
imágenes de lugares interesantes, pero nunca había tenido tiempo de recorrerla
con libertad, a la manera que me gusta. En esta ocasión me reservé un día
completo para caminar por la zona con más historia y más actividad de La Paz.
En mi primera visita
había sufrido mucho la altura, sintiendo dolores de cabeza, mareos y náuseas.
Ya en la segunda forjé una alianza con el té de coca, que resultó ser infalible
contra el “soroche”. Así que en esta ocasión no lo dudé, y confiando en el
poder de las infusiones, me lancé a recorrer la ciudad luego de un desayuno
“poderoso”. A menos que tengan que
someterse a un control antidoping, mi recomendación es tomarse un tecito antes
de acostarse y otro con el desayuno!
Té de coca para el mal de altura |
Siempre
caminando relajado y a ritmo lento, empecé a subir desde mi hotel (ubicado en
la zona de la plaza Isabel la Católica) hacia la zona de la plaza Murillo. En
la caminata por la avenida 16 de Julio me empecé a cruzar con las imágenes que
hacen de La Paz un lugar muy pintoresco: sus ómnibus de colores, sus
personajes, sus comercios, todo en el marco de una prolijidad y desarrollo
creciente, que contrasta bastante que lo que había percibido en mi primera
visita, en 2006.
Colectivos de La Paz |
La plaza Murillo
es un centro de mucha actividad de gente local: las cholas empiezan a bajar
desde El Alto, la gente se sienta en los bancos a tomar algo, los lustrabotas
ganan sus billetes mientras las palomas van y vienen. Lo primero que llama la
atención a la vista es el Palacio Quemado, la sede del poder ejecutivo, con su
particular reloj cuyas agujas giran al revés, hacia la izquierda. Es una obra
de estilo neoclásico, con un leve tono amarillo en su fachada. Al girar la
cabeza, nos encontramos con el imponente edificio de la catedral, y en el
horizonte, el rojizo de las calles de ladrillo en la ladera de la montaña.
Palacio Quemado desde Plaza Murillo |
Al salir de la
plaza e internarse en el resto de las estrechas calles no puedo dejar de
sorprenderme con la informalidad del comercio, plasmada en un sinnúmero de
puestos callejeros que vende absolutamente de todo, desde jugos naturales,
galletitas, máquinas de afeitar o papel higiénico. En cada esquina se puede
levantar la vista y encontrar la maraña de cables eléctricos, y no puedo evitar
transportarme a Old Delhi y recordar el caos de sus calles. Comparado con eso,
La Paz es más ordenado, o tal vez después de visitar India nuestra capacidad de
asombro se redujo drásticamente!
Maraña de cables en el casco histórico |
Sin dolores de
cabeza, falta de aire o cualquier síntoma del mal de altura, sigo caminando en
busca del mirador Killi Killi. Para llegar aquí hay que caminar unas ocho
cuadras desde la plaza, siempre en subida! Llego bastante agitado, pero la
recompensa lo justifica: una fantástica vista panorámica de todo el valle donde
se asienta la ciudad, las laderas pobladas que se explican por el crecimiento
poblacional, el estadio Hernando Siles, y algunos gigantes de la Cordillera de
los Andes, como el macizo de illimani, que se eleva por encima de los 6400
metros sobre el nivel del mar, haciendo las veces de centinela de la ciudad.
Illimani desde mirador Killi Killi |
Se acerca el
mediodía y el sol empieza a hacerse notar, ya no quedan rastros del frio
matutino. A esta altura la radiación solar es muy fuerte, y exponerse a eso
puede ser muy nocivo para la piel (especialmente para los pelados sin sombrero)
así que la gente empieza a buscar la sombra, o camina bajo un paraguas. El
tránsito de la ciudad es frenético, pero las calles tienen personajes que van a
su ritmo, en su propio universo…
La auténtica chola paceña |
Luego de sacar
las fotos de rigor en el mirador, rodeo nuevamente la plaza y recorro la zona
comercial, para volver a la Avenida 16
de Julio y salir frente a la Iglesia de San Francisco, una de las atracciones
de la ciudad. La construcción de estilo barroco andino data del siglo XVIII, y
es realmente imponente, sobre todo por la torre del campanario que domina el
exterior del edificio. El interior guarda una enorme solemnidad, y está
coronado por un altar impresionante, que debe tener mucho oro… En esta ocasión
no visité ni el museo ni los claustros
-ya lo había hecho en 2006 de manera fugaz- pero es algo que vale la
pena hacer.
San Francisco |
La calle que
asciende por el lateral de la iglesia es Sagarnaga, y se ha vuelto bastante
turística en los últimos años. Hay algunos hoteles y cafés con servicio de wifi, que se mezclan con los coloridos locales de artesanías, mayormente mantas,
bufandas, gorros, bolsos, guantes con motivos andinos. Es difícil determinar lo qué es verdaderamente artesanal (bufandas de lana de alpaca) de lo industrial.
La mayoría de los locales tienen los mismos productos y a precios muy
similares, y aunque hay cierto margen para el regateo, el porcentaje de descuento
que se puede obtener es módico comparado con los regateos indios, a lo sumo se
logra un 20%. Terminé comprando unas bufandas, algunos gorritos y guantes de
lana, similares a los que había comprado años atrás, aunque con precios un poco
inflados.
Artesanías del altiplano |
La segunda calle
subiendo por Sagarnaga es Linares, y doblando a la derecha en esta se llega al
curioso Mercado de las Brujas. En realidad se trata de varios locales a la
calle en donde se venden infusiones, amuletos y pócimas mágicas, que aseguran
el éxito en el amor o en los negocios. Lo más llamativo son los fetos de llama
momificados que cuelgan hacia la calle en el frente de cada comercio. Al
parecer, las creencias de la gente del Altiplano le otorgan poderes a este
elemento, algunos lo entierran antes de comenzar a construir una casa, otros lo queman antes de
emprender un viaje o un negocio. Seguí mi camino, rechazando las ofertas de un
polvito que aumentaba la potencia sexual…
Fetos de llama momificados en Mercado de las Brujas |
Viagra Boliviano |
Después de un
almuerzo ligero y de dar unas vueltas más por esta zona empecé a volver al
hotel, metiéndome al azar en algunos comercios, observando a la gente en sus
labores, husmeando en los puestos callejeros. Al alejarse del centro empiezan a
encontrarse edificios más modernos, empresas, concesionarios de autos,
restaurantes y pubs, centros comerciales, todos ellos reflejo de una país
arraigado a fuertes tradiciones pero inmerso en un proceso de cambio y de
modernización, de una mirada puesta en el futuro. La Bolivia de mañana pendula
entre la “chola” que cambia dólares sentada en la vereda y los miles de chicos
que salen del colegio con las netbooks bajo el brazo.
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