By Sole
Tras haber visitado Pashupatinath continuamos hacia nuestro siguiente destino: Bodhnath.
Bodhnath es una de las estupas más grandes del mundo, un lugar sagrado para los budista en Kathmandu. Con el correr de los años una gran cantidad de refugiados tibetanos provenientes de China se han asentado en la zona determinando la construcción de más de 50 Gompas o monasterios en los alrededores.
Bodhnath es una de las estupas más grandes del mundo, un lugar sagrado para los budista en Kathmandu. Con el correr de los años una gran cantidad de refugiados tibetanos provenientes de China se han asentado en la zona determinando la construcción de más de 50 Gompas o monasterios en los alrededores.
Guía Lonely en mano nos dispusimos a seguir el sendero de 1,5 Km que recomendaba y que justamente comenzaba en la salida de Pasuhpatinath. Cruzamos un puente de estructura metálica donde además de
banderitas de oración suelen haber muchos monos sentados en la parte superior.
En esta oportunidad había muy pocos macacos así que no requirió tanta valentía
hacer el cruce como habíamos pensado. Seba ayudado por su brújula confirmó que
la orientación que habíamos tomado era la correcta.
Seba el explorador |
Templo de la higuera |
Giramos
a la derecha hasta la trifurcación, donde elegimos la calle del medio
(básicamente era seguir derecho). La guía decía que se trataba de un
camino que discurría entre terrenos cultivados y blablablá. El lugar debe haber
evolucionado mucho en los últimos años o el que describió el trayecto estaba
borracho. Casi todo el camino estaba bordeado por casas humildes, pero casas al
fin, algunos negocios simil almacenes/ poli-rubros, y muchos perros callejeros.
Caminamos derecho, derecho, derecho hasta llegar a una avenida donde giramos a
la izquierda. Del otro lado de la calle a pocos metros estaba la entrada a la
estupa de Bodhnath con su correspondiente taquilla. Pagamos las 150 RpN por
persona e ingresamos a una de las estupas más impresionantes del país y la más
popular entre los tibetanos que viven en Kathmandu. Una vez más estaban ahí los
intimidantes ojos de Buda que miraban hacia los cuatro puntos cardinales, que
sólo dejaban de verse cuando se interponía alguna de las miles de banderas de
oración de todos los colores que flameaban.
El buda que todo lo ve. |
El fotógrafo oficial fotografiado |
Alrededor de la estupa había una
calle peatonal, y por fuera de ésta muchísimos negocios y restaurantes con
rooftop con vista a la estupa. Gente de todas las edades entre los que había
varios ancianos –grupo etario que había escaseado bastante en todos los lugares
que habíamos visitado- que bastón en mano rodeaban la gran construcción tocando
las ruedas. El olor a incienso era muy intenso en todo el lugar.
No faltaban tampoco los monjes que se encontraban sentados en un sector de la estupa practicando una ceremonia.
Nosotros también le dimos un par de vueltas
mientras le sacábamos fotos y estudiábamos la orientación del sol para ir a
comer a un lugar en el que no tuviéramos el sol de frente. Terminamos
almorzando un chow mien con vegetales y un arroz con pollo y jengibre en el
rooftop de “Himalayan View”. Tal como habíamos previsto, la
vista era excelente!
Desde el rooftop del restaurante |
Luego de comer caminamos un poco más alrededor
de la estupa y en las calles circundantes hasta que nos cansamos, y tomamos un
taxi de regreso a Thamel por 300 RpN.
Cuando llegamos aún era temprano, así que visitamos el local
de Nike y The North Face entre otros saliendo más rápido de lo que habíamos
entrado. Vendían cosas muy lindas pero al mismo precio que en Buenos Aires. Como
no íbamos a hacer negocios en los negocios elitistas rumbeamos hacia los más
populares donde compramos algunos tés en hebras (había de muchísimas variedades), más mantas de lana de Yak y un libro sobre la primera
ascensión al Everest. Respecto a las mantas descubrimos que habíamos
hecho un mal negocio el día previo. Al contrario de lo que nos había asegurado
el primer vendedor, las mantas si vienen en diferentes tamaño! Así que
compramos dos mantas más, pero más grandes y con mejor terminación que las del
día anterior.
También alcanzó el tiempo para hacer un paseo
vespertino por Durbar Square, donde si bien no estaban armados los mercados aun se mantenía el caos de las motos y rickshaws. Volvimos haciendo zigzag por
distintas calles bordeadas de negocios que vendían telas, vestidos, zapatos,
especias, carne y pollos, y repletas de gente y todo tipo de vehículos.
Merendamos las infusiones que nos ofrecieron
en el hotel mientras descansábamos y elegíamos lugar para cenar.
Voy a tratar de describir lo mejor posible esta cena, de la que tengo muy malos
recuerdos. El lugar elegido fue el restaurante del Hotel UTSE, especializado en
comida tibetana, donde fuimos tan valientes que creo que cruzamos el límite con
la imprudencia.
Seba comenzó con una cerveza de mijo caliente
–Tomgba-, mientras esperábamos que llegaran los tibetan y newari sets. Hicimos
el pedido sin siquiera entender la mitad de lo que estaba escrito en la carta.
Para que se den una idea lo voy a transcribir:
"Tibetan Set: ting
momo, momo, alu phing sha spinach garlic, veg.
Newari Khoja Set:
Beaten rice, fried soya, potatoe curry, newary stile buff, radish peas pickle,
chickpeas masala, with chicken."
Comenzaré
con la experiencia de la cerveza caliente. El mozo se acercó con un cilindro de
madera del que asomaba un sorbete metálico enterrado en un gran colchón de
semillas –ocuparían ¾ partes del recipiente- sobre las que había sobrenadando
un líquido tibio de tonalidad blancuzca. Junto a esto venía un termo de agua
caliente y un reloj de arena para calcular el tiempo que faltaba para que esté
listo para ser ingerido. Opinión según Seba “líquido alcohólico fuerte sin
mucho gusto”; según Sole, luego de probar un minúsculo sorbo: “un asco”.
Tomgba |
Luego
vino la comida… el newari resultó ser una bandeja compartimentalizada que
incluía: porotos de soja secos y fritos, ojuelas de algo, pollo salteado,
garbanzos al masala, un guiso picante de papas y coronando el centro un
recipiente con una sopa de algo que creo que eran lentejas.
Newari set |
En el
set tibetano venían varios platitos con arroz, guiso de papas, una especie de
caldo con papas y coliflor, espinaca de sabor extraño con algo blanco de
consistencia más extraña aún, cinco momos fritos de vegetales y un gran momo
(como si fuera un plato de volador hecho con masa de empanada) también frito.
Tibetan set |
Comimos
parte de todo, pero sin terminar ningún platito más que el de los momos.
Quedamos con una sensación de pesadez estomacal muy importante que nos acompaño
a la cama. Teníamos la sensación de habernos comido una bomba nuclear.
Lo
siguiente que recuerdo es decir “tengo ganas de vomitar”, y fue ahí que perdí
mi invicto!!!
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