domingo, 20 de julio de 2014

Pashupatinath: un lugar de sensaciones encontradas

By Sole

19 de febrero de 2014

Tras desayunar partimos en taxi (250 RpN con inicial de 300 RpN) hacia Pashupatinath. Si bien la guía ponía como opción ir caminando, pasamos por varias calles muy poco amigables para ir a pié. Desde donde nos dejó el auto caminamos una cuadra hacia el frente encontrándonos con la taquilla exclusiva para extranjeros. Acá fue donde más sentimos la inflación del país o tal vez la avivada, la entrada costaba 1000 RpN!!! Le regáteabamos 50 o 100 RpN a los vendedores y acá sin más le pagábamos 2000 RpN a alguien que lo merecía menos. Tengo varias ideas y sensaciones encontradas de este lugar y de lo que voy a describir a continuación.

Pashupatinath es una especie de lugar sagrado donde hay un complejo de templos (el acceso sólo está permitido para los hindúes), el río Basmatí y varios ghats donde se creman a los muertos. Digamos que sería una muestra a menor escala de lo que uno puede ver en Varanasi (India) navegando por el Ganges. Habiéndonos quedado pendiente la visita a esta ciudad por falta de tiempo decidimos tener un encuentro cercano con esta tradición hindú en Kathmandú.

Piras funerarias en los ghats.
Es un lugar plagado de contradicciones. Hasta el momento era la entrada más cara que habíamos pagado en Nepal, en un lugar cuya principal atracción sería el templo de Pashupatinath al que no podíamos entrar. La mayoría de los turistas no somos hindúes y somos justamente los que pagamos entrada. Si no íbamos a visitar el templo, la única opción que nos quedaba era visitar los ghats crematorios en los que teóricamente y muy lógicamente teníamos que respetar el dolor de los deudos que se estaban despidiendo de su familiar fallecido, y teníamos que ser discretos en lo que hacíamos, sobre todo a la hora de sacar fotos. Había que encontrar un equilibrio entre la curiosidad que despertaba la escena y el respeto que merecía.  

Luego de analizar la situación llego a la conclusión de habíamos pagado una entrada para participar como observadores anónimos de las cremaciones, como quien va a ver una obra de teatro. Nos quedamos con una sensación rara de que se estaba profanando la privacidad de la familia sufriente en pos de la explotación turística del lugar.

Ghats con templo de fondo (al que no podíamos entrar).

El lugar estaba mucho más concurrido de lo esperado, tanto en público como en cantidad de difuntos. De un lado del río estaba el templo con los ghats con sus típicas escalinatas, y del otro más escalinatas, y detrás de estas unas pequeñas edificaciones que según la guía eran para los "yoguis". Algunos cuerpos ya estaban ardiendo mientras que otros estaban siendo preparados para ser apoyados sobre piras de madera y ser convertidos en cenizas.

La ceremonia que se estaba realizando frente al templo hindú era la que más gente atraía, y fue justamente la que nos quedamos mirando. El fallecido era un hombre que descansaba envuelto en varias telas –blancas y naranja brilloso- sobre una especie de camilla de maderas, junto a la pira –un conjunto de troncos cuidadosamente acomodados-.Rodeándolo estaban sus familiares, incluyendo un par de mujeres que parecían ser la viuda y la hija, y dos hombres que impresionaban ser los hijos. Nadie vestía de negro; contraria a nuestra tradición su color de luto es el blanco. Los familiares cercanos llevaban atados sobre sus vestimentas habituales paños de tela blancos.





Uno a uno los participantes del rito fueron vertiendo agua -que habían cargado en un cuenco del río- sobre la cabeza del hombre, al tiempo que lo rodeaban. Posteriormente, los más acongojados arrojaron unos granos sobre el cuerpo y rompieron el plato que los contenía a los pies del mismo.

Paso siguiente, trasladaron el cuerpo hacia la pira que estaba al lado, despojándolo de la camilla de cañas unidas por tela, una esterilla de paja y la tela naranja; el cuerpo que había que dado sólo con la mortaja blanca quedó sobre la pila de maderas.



Un hombre, seguramente el hijo mayor, rodeó dos veces el cadáver siguiendo el sentido horario con una rama encendida en la mano con lo que lo prendió fuego. Para concluir con la ceremonia agregaron varios saumerios sobre el cuerpo que poco a poco quedó envuelto en llamas.






Mientras tanto… en los ghats vecinos al que estábamos observando había mucha gente  “preparando” más cuerpos que iban pasando hacia la zona de ghats más populares al otro lado del puente (este separaba de un lado a los ghats -que estaban delante del templo- para la elite, y del otro una gran hilera para el pueblo). Pero lo que hacía más bizarra esta situación tragicómica era la tribuna de gente con varios niños que como nosotros miraba atentamente (la mayoría parecían ser lugareños, había muy pocos turistas), los monos que comían vaya uno a saber qué y los niños pobres que pescaban monedas del río con un imán atado a un largo hilo.



Niño "pescando" monedas junto al cuerpo que se quema.



También había grupos de shadus emperifollados en túnicas amarillas y naranjas con sus rostros parcialmente pintados esperando a los turistas para sacarse fotos, vendedores de colgantes, hombres que tocaban un cuenco tibetano a cambio de dinero y trabajadores del lugar que cortaban troncos de madera que formarían en un futuro parte de otras piras y “camillas”.



Cuando Seba sugirió que vaya preparando la ensalada porque el asado iba a estar en cualquier momento, haciendo referencia al olor que impregnaba el lugar, continuamos adelante con el paseo hacia un sitio un poco más feliz. Fuimos siguiendo un sendero con escalinatas bordeado por pequeños santuarios dedicados a Siva y algunos templos, en el que nos cruzamos con más vacas que gente. Salimos a la calle al otro lado del complejo, donde también había una taquilla pero a varios metros de la puerta –habíamos leído en un blog que esta entrada era una opción interesante para los que querían entrar sin pagar el ticket.





Seguimos hacia nuestro próximo destino: Bodhnath!

No hay comentarios:

Publicar un comentario