domingo, 30 de julio de 2017

Ultimo sendero del 2015: Laguna Torre

By Sole & Seba

31 de diciembre 2015

A las 7 de la mañana ya estábamos desayunando con una increíble vista de los cerros Fitz Roy y Torre bajo un cielo casi despejado; la vista del salón comedor del hostel era envidiable. Tras un sencillo desayuno de té/ café, pan con manteca y mermelada, pasamos por la panadería vecina “Que rika” –nuestra proveedora justamente de cosas ricas durante la estadía- a comprar pan para los sándwiches y unos bizcochos/tortitas de grasa que eran un pecado.

Habiendo visto despejado el Fitz Roy el día anterior, ese día se lo íbamos a dedicar al Torre. Comenzamos caminando hacia el oeste buscando el inicio de la senda que estaba justamente pasando las última casas del pueblo en esa orientación

El sendero, una vez más comenzaba en franco ascenso para luego ir aplanándose, con una vegetación muy parecida al del Fitz Roy. La primera recompensa llegó con el mirador de la Cascada Margarita (Km 0,7). La caída de agua en sí no decía demasiado… lo que realmente valía la pena era la inmensidad del gran cañadón del río, con los cerros Fitz Roy y Torre de fondo. Era tan espectacular que no pudimos evitar detenernos a contemplar esa maravilla y sacar fotos; habiendo prometido regresar a ese lugar a tomar mate en otra ocasión seguimos adelante. De a poco el Fitz Roy fue desapareciendo, quedando tapado por la loma de Las Pizarras, mientras que el Torre se entretuvo jugando a las escondidas, apareciendo cada tanto hasta que desapareció totalmente de nuestro campo visual.





Además de esta aparición y desaparición de los cerros según la orientación y obstáculos naturales, otra cosa que nos llamo mucho la atención fueron las diferentes características del suelo a lo largo del camino, pasando por tierra dura, tierra más mullida, piedritas sueltas, lajas, piedras más grades y hasta un mallín!!! Obviamente que estos cambios del terreno estuvieron acompañados de diferente tipo de vegetación de acuerdo a la humedad y altitud. Acá también tuvimos nuestro sector de bosquecito que tanto nos gusta.

Cuando ya estábamos a pocos metros de llegar a destino se nos presentó una morrena por delante; otra vez había que ascender… Lo que estaba del otro lado de la morrena frontal era INCREIBLE!!! De repente apareció el lago Torre con el Glaciar Grande al fondo, y por detrás los cerros Torre, Egger y Standhart. En el lago flotaban témpanos de hielo de distinto tamaño, que por lo que pudimos ver posteriormente cada tanto se quiebran producto de la erosión del agua, creando estruendos inesperados.




Estos paisajes son tan impresionantes que las fotografías no llegan a captar toda la belleza y inmensidad del espacio… Si las imágenes que solemos ver son deslumbrantes, estar frente a frente es mucho más espectacular. Esta vez nos íbamos a tomar un buen rato para descansar y sacar fotos hasta que se nos acabara la memoria de la cámara!!! Nos acomodamos en unas piedras a la orilla del lago, preparamos el mate e hicimos un merecido brunch con sándwiches de lomito y queso, y crocante de maní de postre –una de las pocas cosas buenas que tienen las fiestas-.




Disfrutamos del silencio y la paz hasta que llegó un bullicioso tour de norteamericanos, que de un momento a otro transformaron ese idílico lugar en el patio de comidas de un shopping. El grupo incluía una parejita que se quedó en traje de baño y se metió –obviamente gritando- en las gélidas aguas del lago. Tengo que reconocer que fueron más osados que Seba y se mojaron todo el cuerpo. Imposible no darse cuenta de su presencia, no solo gritaban por el frío, sino que también intentaban comunicarse con alguien que estaba arriba de la morrena… El resto del grupo sacó sus mega sándwiches, frutas, bebidas y se sentó a almorzar; sólo faltó un grito diciendo “Pasame la mayonesa!!!”. Creo que la Lonely Planet debería incluir una sección de “comportamiento en montaña”, resaltando la importancia de estar en silencio, escuchar los sonidos de la naturaleza, y subrayando la mayor probabilidad de ver animales cuando se camina sigilosamente sin hacer ruido…


"Oh my God!!!"

Habiendo hecho mi queja sigo adelante con el relato. Satisfechos con el descanso, la comida y la vista decidimos seguir caminando. Volvimos a subir a la morrena pero en lugar de retomar, fuimos caminando hacia la izquierda hasta llegar la morrena lateral por la que fuimos avanzando hacia el mirador Maestri. En este sector el sendero era de pedregullo y apenas estaba delimitado por la huella que iban dejando los curiosos que quisieron acercarse un poco más al cerro y al glaciar. Caminamos hasta un punto indeterminado desde donde la vista era excelente; no había ningún cartel que indicara si habíamos llegado o no al mirador. Cuando consideramos que habíamos llegada a “nuestro mirador” dimos por terminada la caminata en esa dirección, sacamos varias fotos y regresamos sobre nuestros pasos.




Como ya habíamos ido hacia la izquierda, decidimos caminar un poco hacia la derecha, más precisamente hasta la desembocadura de la laguna en el río Fitz Roy. Si uno quiere ir hacia el glaciar y el cerro Torre, debe cruzar el río... en lugar de un puente hay una tirolesa lo que hace que algunos pocos puedan cruzarlo. Es una buena forma de evitar que los curiosos se metan en territorios que requieren el acompañamiento de un guía y equipo especial. Justo en ese momento había dos muchachos con mochilas, que con gran habilidad se colgaron de ese cable colgante y cruzaron al otro lado. El valiente Seba pasó por la experiencia tirolesa cuando hizo el ice trek al Glaciar Grande en su viaje anterior. 


Cruce sólo apto para valientes

Sin intensiones de ir más allá de donde estábamos decretamos que era la hora de volver. Tranquilamente regresamos caminando por donde habíamos ido. Si bien el camino era el mismo, se nos hizo entretenido porque nuestra perspectiva era otra, así como también la temperatura, iluminación y la gente con que nos cruzamos. No dejamos pasar la oportunidad de llenar nuestras botellas con agua de deshielo del río y hacer juguito, agregándole de esa manera algunos minerales; siempre que vamos a la montaña con posibilidad de tomar agua de arroyos llevamos algún sobre de jugo en polvo en la mochila. También hubo tiempo para varias paradas para foto y picar algunos bizcochos de grasa –ojo, no lo tomen como ejemplo de comida para un trekking-.

Fue una caminata muy linda en un día espectacular con temperatura ideal y un cielo casi despejado que nos permitió tener unas maravillosas vistas de los cerros, algo que no siempre es posible…

Seba, el especialista en senderismo de este blog, hizo su propio informe con los aspectos más técnico del sendero:


Senda a Laguna Torre

Desde el pueblo es un total de 10 kilómetros de ida.

La senda propiamente dicha se inicia a unos 15 minutos a pie del ingreso a El Chaltén, en un cartel del Parque Nacional; varios carteles sobre la calle principal indican hacia donde ir.




Una vez en el sendero, encaramos hacia el oeste y nos empezamos a acercar al río Fitz Roy, ganando bastante altura. Antes del K1, se llega al mirador de la cascada Margarita, desde donde se aprecia un delgado salto de agua en la costa opuesta y se obtiene una excelente panorámica de los macizos del Torre y el Fitz Roy.




El terreno continúa irregular entre ascensos y descensos, en un terreno de transición que combina vegetación baja propia de la estepa con bosquecitos de lengas. Al pasar el K2,5 aproximadamente , y luego de una corta trepada, alcanzamos el mirador del Torre, desde donde se tiene una de las mejores vistas de los dos gigantes.




Luego del mirador, que ya está a 700 msnm, la senda desciende y se aplana, ya que durante los próximos 3 kilómetros no se va a ganar altura. Sin embargo, la dificultad persiste porque el terreno es irregular y zigzagueante, sobre un suelo con rocas y algo de arena. Estamos algo alejados del río (que siempre queda a nuestra izquierda) y con excelente visibilidad de las montanas debido a que nos rodea una vegetación más achaparrada.




En el K5,5 encontramos a mano derecha un desvío señalizado hacia el campamento Poincenot a través del sendero de lagunas Madre e Hija. Hasta ese momento, carteles del PN a cada kilómetro nos indicaban la distancia recorrida. Hay que dejar atrás el desvío y seguir siempre en dirección al oeste.







Ya cerca del K7 se gana algo de altura al ingresar a un fresco bosque de lengas de mayor altura. La senda se vuelve más apacible y fácil de seguir, ancha y con un piso de tierra mullida, interrumpido en ocasiones por lajas azuladas. A pocos minutos de pasar este punto y el desvío al campamento de prestadores (que no hay que agarrar porque nos alarga el camino), se cruza un puente de troncos sobre un pequeño arroyo muy limpio y el sendero empieza a acercarse al río, que ya se hace escuchar con más fuerza.










Alternando áreas boscosas, se superan algunas pequeñas morrenas con vegetación, para luego pasar a un terreno más rocoso e irregular ya cerca de la marcación del K8. Allí, sale una bifurcación al campamento De Agostini (en memoria del religioso explorador de la Patagonia Austral). Queda un último esfuerzo: atravesar la gran morrena glaciaria frontal, que es muy rocosa y carece de vegetación, con la excepción de pastizales aislados y líquenes. Arriba, la majestuosa vista del cerro Torre y sus agujas satélites, el glaciar Grande y la laguna Torre.









Opcional Mirador Maestri: desde la morrena frontal salen varios senderos hacia la derecha, que suben por el filo de la morrena lateral (hacia la derecha mirando el cerro Torre). Son entre 30 y 45 minutos caminando entre rocas, siempre en subida (100-200 metros de desnivel). No hay un mirador propiamente dicho, sino varios lugares para sentirse más cerca de la montana. Humildemente propongo rebautizar el mirador para evitar la mención del italiano profanador y destructor de la montaña, en su intento de ser el primero en llegar a la cima (*).




Resumen (sin Maestri ni desvíos):
  • 20 KM desde El Chaltén (Ida y vuelta)
  • 300 metros de desnivel neto.
  • 3 horas por tramo, yendo tranquilos y con paradas fotográficas (7 horas totales con almuerzo en la laguna). Nosotros tardamos 3 horas en llegar a la laguna desde la puerta del hostel, regresamos en 2:40hs.
  • Dificultad: Media. No hay mucho desnivel y el terreno en general es ameno y no requiere habilidades técnicas. Pero es un total de 20km! Hay zonas de pedregullo cerca de la laguna, prestar atención a resbalones y torceduras!

(*) para entender este comentario de Seba les recomiendo que busquen la historia de Cesare Maestri y su compresor (taladro neumático). 

Cerca de las 17 horas ya estábamos en el pueblo. Antes de seguir con cualquier actividad pasamos por el hostel a dejar parte del contenido de la mochila; los hombros no nos daban más!!!

Luego de estar gran parte del día caminando estábamos un poco cansados por lo que decidimos bajar el ritmo e iniciar el recorrido culinario. Comenzamos por la heladería “Domo Blanco” donde nos premiamos con un ¼ kilo de helado (Nocciolate, dulce de leche y mascarpone); estaba rico, aunque no fue el mejor helado que probé en mi vida. 
Seguimos por el super donde compramos algunas provisiones –había altas chances que el 1º de año estuviesen gran parte de los negocios cerrados-, y terminamos en la panadería donde compramos un par de empanadas de pollo para la cena.

De regreso en el hostel nos sentamos en el comedor tomar mate, leer y escribir un poco, entre mensajes de whatsapp de buenos deseos para el año venidero.
Poco a poco el sector de cocina y comedor comenzó a llenarse de gente. Casi todos los huéspedes íbamos a hacer la cena de fin de año adentro… Los restaurantes “a la carta” de la zona tenían todas sus mesas reservadas, habiendo sólo plazas en los que ofrecían “menú de fin de año” a precios que excedían el presupuesto.

Si bien nuestra cena fue bastante modesta no puedo decir lo mismo de la de un par de brasileros que prepararon una cazuela de mariscos, el pollo con hongos de una pareja de argentinos, o la gran picada de un rejunte de gente que viajaba sola. El lugar era un mix de olores y nacionalidades.

Que haya sido modesta no significa que haya sido poco apetitosa… quedamos muy conformes con la picadita de maní, queso y vino tinto como entrada, y las empanadas y sopa de dedalitos (esta última no creo que haya sido la elección más feliz para la noche) como principal. Sin dudas el toque especial se lo dio la vista de la puesta del sol sobre El Chaltén que teníamos en la ventana.




A las 22:30 horas ya estábamos bastante cansados por lo que emprendimos la retirada hacia la habitación donde concluíamos la cena con un traguito de Amarula –recuerdo de algún vuelo de avión- y Mantecol. Siempre fieles al maní en todas sus formas, pero no a las tradiciones… a las 23 horas dimos por terminado el 2015 y nos fuimos a dormir.

domingo, 23 de julio de 2017

Mates en laguna Capri

By Sole

Habiendo dejado las valijas en el hostel,  esa misma tarde decidimos comenzar a calentar motores yendo a laguna Capri, un punto intermedio del sendero que va hacia Laguna de Los tres.

Guiándonos por la memoria y el sentido de orientación de Seba fuimos caminando hasta el final del pueblo, justo donde la calle se bifurcaba en el sendero al Fitz Roy hacia la izquierda y la ruta de ripio que iba a Laguna del Desierto a la derecha. Lo que fuimos encontrando por el camino lejos estaba del pequeño caserío con apenas una panadería, una librería y algún que otro polirrubro que me había "vendido" Seba las miles de veces que me contó sobre su viaje del 2008. En los últimos años el pueblo parecía haber crecido tanto en viviendas habitacionales como en locales comerciales entre los que se incluían mini mercados, hosterías, restaurantes y las infaltables casas de souvenirs.




Fue muy fácil identificar el inicio del sendero hacia laguna de los Tres; el gran cartel indicativo descartaba cualquier posibilidad de perderse. Laguna Capri figuraba en el km 4. Tras unos escasos metros de terreno plano aparecieron grandes escalones naturales que nos recordaron que  si uno quiere lograr algo tiene que esforzarse… todo sea por el paisaje de ensueños que me habían prometido.





Como de costumbre mi ascenso fue lento, y recordé las recriminaciones de cierta persona porque no hago sentadillas y demás ejercicios de piernas en el gimnasio… Prefiero entrenar bien la parte aeróbica durante el resto del año y sufrir en vacaciones esos trechos ascendentes rodeada por la naturaleza. Además tiene la ventaja de tener que parar cada tanto para retomar fuerzas, lo que me permite ver con más detenimiento los alrededores (quieres más excusas para no hacer sentadillas durante el año???)… en este caso, nos permitió apreciar una vista panorámica del pueblo.




El sendero estaba muy bien demarcado y demasiado transitado para nuestro gusto… apostaría que en toda mi experiencia de hiking –que no es muy larga- nunca me habíamos cruzado con tanta gente. Había parejas, hombres solos y algunos grupos de turistas tan bulliciosos que era imposible no dedicarles una mirada censuradora. Justamente una de las cosas más lindas que tienen esas caminatas es el silencio que se interrumpe sólo por el canto de los pájaros, el sonido del agua cayendo en alguna cascadita, el crujido de los árboles con el viento,  o cuando tenemos mucha suerte el "martilleo" de un pájaro carpintero.

Durante ese primer kilómetro ascendente tuvimos la oportunidad de apreciar la vegetación que era más bien baja, con lengas achaparradas, neneos, pequeños arbustos con espinillas y frutos rojos, y flores silvestres entre las que identificamos topa topa, violetas y violetas amarillas.

Casi estratégicamente ubicado, algunos metros antes de llegar al cartel que señalaba el primer kilómetro, nos encontramos con el mirador del río de las Vueltas. El esfuerzo ya estaba dando sus frutos. Podríamos habernos quedado ahí sentados contemplando el paisaje un buen rato… estábamos frente a un valle muy bonito atravesado por un río zigzagueante –de ahí el nombre de río de las vueltas- con agua de color celeste-grisáceo. Simplemente hermoso!


Río de las Vueltas

Si bien recién llegábamos al cartel del kilómetro 1, teníamos la sensación de haber caminado mucho más. Como aún teníamos energía de sobra y el terreno ya no tenía tanto desnivel apresuramos un poco el paso. Unos cuantos metros más adelante comenzamos a bordear el cerro Rosado, una gran formación rocosa de tinte rosado con muy escasa vegetación, sobre el que tuvimos la suerte de ver a lo lejos dos cóndores volando; si uno no va con todos los sentidos atentos se pierde estas experiencias impagables!!!

Muy complacidos seguimos adelante, adentrándonos en un pequeño bosque de lengas –ya no eran achaparradas como las del inicio sino que eran más altas y parecían que competían entre ellas por un poco de sol-; no sé porque, pero me encanta encontrar estos bosquecitos en medio de los senderos…




Como si fuese un libro “Elije tu propia aventura” se nos apareció un cartel que anunciaba una bifurcación del camino: “Laguna Capri” a la izquierda, “Mirador Fitz Roy” a la derecha.




Muy acertadamente decidimos pasar por el mirador siguiendo la premisa que el cielo despejado nos iba a permitir tener una gran vista del famoso cerro. No hay palabras para describir la increíble imagen con la que nos encontramos… véanla ustedes mismos y saquen sus conclusiones!!!



Nos quedamos un rato contemplando esa postal y sacando fotos; era una de esas imágenes que de tan perfectas uno duda que sean reales. Pero… no nos podíamos quedar toda la tarde ahí!!! Así que seguimos caminando hacia la laguna. Como el cartel indicaba que algunos metros hacia adelante el camino se volvía a unir con el que pasaba por la laguna decidimos avanzar con intenciones de tomar el retome hacia Capri. Avanzamos y avanzamos, primero por el bosque y después por un sector con vegetación más baja, sin encontrarlo. Sin saber si lo habíamos pasado de largo o si aún falta mucho para encontrarlo decidimos ir a lo seguro, volver sobre nuestros pasos y tomar la bifurcación original.

Ya en el sendero hacia la laguna, el camino ascendía levemente discurriendo también por un bosque, y terminando en un área de acampe con la laguna de fondo. Bajamos hacia la orilla y nos ubicamos al sol en un lugar relativamente resguardado del viento. La vista de la laguna con los cerros de foto era increíble!!! Qué mejor lugar para sentarse a tomar unos mates con un alfajor cordobés???

Y como ya es costumbre, si hay un lago, laguna o acumulación de agua… Seba tiene que meter los pies!!! Así que se quitó sus zapatillas y poso en las gélidas aguas patagónicas. Hecha la gracia, seguimos con el mate.





En algún momento que ya ni recuerdo emprendimos el regreso, que si bien fue por el mismo camino por el que habíamos ido, la experiencia fue diferente viendo todo desde otra perspectiva. Lo más remarcable fue un cóndor que pasó volando a poca altura, casi rozando el cerro Rosado; fue tal la sorpresa que ni siquiera atinamos a sacar la cámara de fotos. Rápidamente desapareció y no lo volvimos a ver.

Se nos pasó rapidísimo el regreso mientras hablábamos de los posibles destinos de vacaciones para el fin de año de 2016. Raro nosotros planeando viajes… se barajaron varios lugares como Japón (en caso de que Racing ganara la copa Libertadores), Rusia y Escandinavia (aunque demasiado frío para ir en diciembre), Nepal (tenemos pendiente un trekking al campo base del Annapurna), New Zealand y Australia (sus mayores chances eran por el clima y lo especial de un año nuevo al otro lado del mundo), o un combinado Botswana- Tanzania. Llegamos tan lejos como la imaginación nos permitió… Entre tantos destinos lejanos, cuando no quisimos dar cuenta ya estábamos de nuevo en el pueblo.

Cuando abandonamos el sendero ya eran las 18:00 hs… fieles a sus horarios ya había varios gringos en los restaurantes cenando bajo los rayos del sol. Como para nosotros aún era temprano aprovechamos el rato para comprar algunas frutas y fiambre (había que abastecerse para las caminatas de los días siguientes), y planificar la cena. En el paseo nos topamos con un pequeño local naturista –Cúrcuma- que ofrecía hamburguesas de porotos y remolacha, licuados, lunch boxes "saludables" para la montaña, rodajas de budín, y lo que nos terminó tentando: wraps de vegetales. Se que suena raro que alguien se tiente con algo que incluya la palabra vegetales, pero a veces pasa… Así que nos fuimos con dos wraps con mayonesa de remolacha, lechuga, berenjenas, tomates e hierbas.

No podría acreditar a que hora anocheció… a las 22:30 hs cuando nos fuimos a dormir aún había luz natural en el exterior. Tal vez otro día podríamos ver las estrellas, pero no esa noche, estábamos demasiado cansados para esperar la puesta del sol.

La llegada a El Chaltén/ Sendero a laguna Torre

sábado, 15 de julio de 2017

Un fin de año diferente... nos fuimos a El Chaltén!!!

By Sole

30 de diciembre 2015

A las 4:00 am sonó el despertador… Qué corta se había hecho la noche!!! No nos importó el madrugón, estaba comenzando la tan ansiada escapada de fin de año!!! A las 5:55 partía el vuelo de LAN con destino El Calafate.

Con los minutos contados tomamos un taxi al aeroparque, llegando una hora y media antes del horario de partida. Pasamos por una fila rápida, el control de seguridad, y en menos de una hora ya estábamos embarcando.

Si bien el avión iba a El Calafate, el destino final era Usuhaia. Siendo habitual encontrar mucho extranjeros yendo a estos lugares, la proporción que había en el vuelo me sorprendió; superaban ampliamente a los turistas locales. Por suerte fue un viaje tranquilo en el que nos entretuvimos comiendo los productos Havanna que nos dieron (un minialfajor, galletitas de limón y crackers de lino y queso) y leyendo.

Desde el avión
Una vez aterrizados el viaje no había concluido… estábamos a poco más de 200 km de nuestro destino final. Para hacer el trayecto entre el aeropuerto y El Chaltén optamos por el servicio de combi de “Las lengas”. Aprovechamos la oportunidad y contratamos en el mismo momento el regreso ($500 cada uno la ida; $350 cada uno la vuelta).

Fotito con "el glaciar" (en el aeropuerto)

A las 10:00 hs partimos; a pesar de la espera de más de 20 minutos no aparecieron otros clientes y tuvimos todo el vehículo para nosotros solos. Antes de llegar a la ruta, que se bifurcaba entre “El Calafate” hacia un lado y “El Chaltén” hacia el otro, tuvimos la primera imagen de la estepa patagónica con sus aisladas matas de pasto amarillentas, coirones y neneos. Fuimos mirando atentamente por las ventanillas como si estuviésemos haciendo un “game drive” por África; apenas pudimos visualizar algunos choiques y un par de guanacos. Es increíble la gran extensión de terreno sin utilizar que hay en la zona… la cantidad de molinos de viento que podrían instalarse para generar energía… A diferencia de la visita anterior de Seba, la totalidad de la ruta estaba pavimentada, lo que hizo que el viaje fuese más ameno y rápido.

A mitad del recorrido hicimos una parada en la tradicional estancia “La leona”. Este parador, con más de 100 años de historia, está construido justamente a orillas del río La Leona. Ustedes se preguntaran que tiene que ver una leona con estos remotos lares de la Patagonia… como casi todas las cosas esto tiene una explicación. Cuenta la historia que el científico, explorador y perito Francisco Pascasio Moreno fue atacado y herido por un puma hembra, animal que en la jerga patagónica también se lo llama “leona”, en ese mismísimo lugar. De ahí el río tomo su nombre, y a su vez de este la posada. También se cuenta que en este lugar se alojaron Butch Cassidy, Sundance Kid y su esposa Ethel Place… realidad o cuento para aumentar el renombre de la estancia? Nunca lo sabremos.

Qué tan lejos queda "La leona"?

En la actualidad es un lugar de parada obligatoria de los micros y combis que pasan por esa parte de la ruta 40. Cuenta con el sector de posada con habitaciones, una tienda de productos regionales y una confitería que ofrece café, algunas bollerías, sándwiches y empanadas. Precios casi prohibitivos para el turismo local, un festín para los extranjeros que viene con dólares y euros. No de casualidad todos los que estaban consumiendo algo eran gringos… el resto de los mortales simplemente nos conformamos con estirar un poco las piernas y sacar alguna foto por los alrededores.



Mientras nuestro chofer se tomaba el cafecito "de cortesía", dimos una vuelta tratando de no alejarnos del reflejo del sol; a pesar de estar en verano el frío viento sur se hacía sentir.

Luego de los esos 20 minutos de descanso, seguimos viaje. Pocos kilómetros más adelante abandonamos la ruta 40 desviándonos hacia la 23; tan sólo faltaban 90 km!!! No existen palabras para describir la cara de felicidad de Seba mientras iba viendo que cada vez estábamos más cerca de sus amados cerro Fitz Roy –Chaltén- y Torre. Como no podía ser de otra manera, el “hombre mapa” fue describiendo detalladamente todos los accidentes geográficos que se nos presentaron frente a nuestros ojos. Sinceramente nunca conocí a nadie que tenga la capacidad para memorizar tantos detalles de los mapas (tiene googlemap instalado en el cerebro) y que hablé con tanta emoción sobre una montaña. No quiero dejar de mencionar tampoco que también pasamos junto al lago Viedma con su glaciar al fondo; otra de las grandes atracciones de la zona.

Cerro Fitz Roy desde la ruta

Lago y glaciar Viedma desde la ruta

Pasadas las 13 hs nos encontramos con el cartel de bienvenida, y tras recorrer unas pocas cuadras de este pequeño pueblo con menos de 2000 habitantes llegamos al hostel Condor de los Andes. Si bien la oferta hotelera creció en los últimos años, a pesar de haber planificado el viaje con unos meses de anterioridad, no fue fácil encontrar lugar en un hospedaje que se ajustara al presupuesto –El Chaltén es un lugar caro-. La mejor opción que encontramos fue una habitación con baño privado en este hostel, donde Seba ya se había alojado previamente.

Sin palabras



Hicimos el check in rápidamente y dejamos las valijas en nuestra sencilla pero muy bien calefaccionada habitación, algo que tal vez no valoramos a ese horario pero si a la noche. De hecho, fuimos recibidos con un día lindo, soleado –aunque con algunas nubes- y una temperatura que rondaba los 20ºC.

Teniendo en cuenta lo cambiante del tiempo en estos lares y lo corta que iba a ser nuestra estadía dejamos las valijas y salimos, había que aprovechar esa tarde soleada. Una de las características más importantes de El Chaltén -considerado capital nacional del trekking- es que uno puede iniciar las caminatas desde el mismísimo pueblo. Sin ir más lejos, si agarramos la guía Loney Planet de Argentina este pueblo con sus senderos figura entre los lugares de visita obligatoria; basta con salir a la calle para constatar que los extranjeros, sin importar el país de origen, son buenos seguidores de los consejos de estas biblias de viajes… y los habitantes buenos anfitriones haciendo del inglés un idioma casi obligatorio en alojamientos y restaurantes que hasta tenían el menú en ese idioma.

Esa tarde decidimos comenzar a calentar motores yendo a laguna Capri...


Hacia el primer sendero del viaje!!!

domingo, 9 de julio de 2017

Todos abordo de la Fragata Sarmiento!!!

By Sole

Fue construida en Gran Bretaña bajo la supervisión del Capitán Manuel Domecq Garcia, quien fuera designado comandante- inspector del buque escuela cuando la fragata aun era un proyecto. De hecho su primer viaje partió desde Liverpool hacia Buenos Aires el 14 de julio de 1898, arribando el 10 de septiembre del mismo año. Habiendo pasado esta gran prueba de fuego ya estaba lista para su primer viaje oficial.

Funcionó como buque escuela entre 1899 y 1939, tiempo durante el cual realizó 37 viajes de instrucción por el mundo de los alumnos de la Escuela Naval Militar; posteriormente sus recorridos se fueron acotando a viajes quincenales por el mar, finalizando en su última etapa en navegaciones por los ríos Uruguay, Paraná y Río de la Plata. En la década del 60 se convirtió en Buque museo, oficialmente inaugurado el 22 de Mayo de 1964.

Ahora que ya sabemos un poco de la historia de la fragata pasemos a la actualidad. Puerto Madero. Más precisamente Juana Manuela Gorriti al 600. Era sábado por la mañana, apenas pasadas las 10 hs; los primeros visitantes ya estaban pagando el “simbólico” bono contribución. En los alrededores una pareja de novios y una quinceañera posaban frente al imponente buque siguiendo las órdenes de sus respectivos fotógrafos.


La imponente Fragata en Puerto Madero

Cruzamos la plataforma que nos separaba del navío “embarcándonos” en un interesante recorrido por el interior del mismo. Ni bien pisamos la cubierta quedamos impresionados por lo bien conservado que estaba todo, a tal punto que parecía que en cualquier momento zarpábamos. Pagamos el bonito, y decidimos comenzar el paseo por el sector que estaba debajo de la cubierta. Notarán en esta descripción mis escasos conocimientos sobre las partes del barco.

Descendimos siguiendo las instrucciones de cómo hacerlo –de espaldas al vacío- para disminuir el riesgo de accidentes. Comenzamos caminando en sentido de las agujas del reloj, encontrándonos con el acceso a la zona de máquinas; si bien desde ahí se podía ver algo, el sueño de todo ingeniero que ame esa sucesión de mecanismos se encontraba un nivel más abajo. Solo por curiosidad seguimos descendiendo mientras imaginábamos el calor que debía hacer en ese lugar cuando las grandes calderas del barco estaban en funcionamiento. Aun se conserva parte del equipo utilizado para cargar la máquina con carbón. Debían pasarlo muy mal los trabajadores de esta área…



Tras regresar al nivel anterior continuamos con el recorrido. Pasamos por una sucesión de salones en los que estaban expuestos artículos de diarios, infografías, varios mapas muy interesantes en los que se detallaban los recorridos de los viajes, armas, uniformes de la tripulación y algunas curiosidades como un pesadísimo traje de buzo, un torpedo y hasta un enorme perro embalsamado.



Justo coincidimos en la sala donde estaba el perro con un nene de unos tres o cuatro años acompañado de una mujer que debía ser la abuela. Con la curiosidad típica de la edad, el niño le hacía preguntas de manera bastante insistente sobre el animal, que la señora respondía con evasivas hasta que no le quedo otra que responder “el perro falleció”, a lo que el pequeño respondió con toda naturalidad “ah, se murió”. Nunca dejan de sorprender!

Nos resulto muy interesante ver los camarotes de los tripulantes de rango superior, que además de la litera tenían un escritorio y hasta una pequeña biblioteca. Los que no eran tan agraciados eran los de rango inferior que cada noche tenían que desenrollar y colgar su coy simil hamaca paraguaya en el gran salón, “disfrutando” de una noche carente de confort y privacidad.

Nos detuvimos uno minutos en el comedor, actualmente devenido en “micro cine” donde en ese momento estaban proyectando antiguas imágenes de la fragata pronta a partir mostrando todo su esplendor. Imágenes en el recuerdo…

Tuvimos que esperar unos segundos para volver a la cubierta mientras un par de personas, haciendo caso omiso a los carteles, bajaba por la escalera destinada a subir, dándole la espalda a la misma y mirando el vacío… todo al revés!!! El resto del recorrido incluyó timones y cañones que no pudimos evitar tocar –y sacarnos la correspondiente foto-, brújulas, y distintos modelos de botes de desembarco y salvavidas.

Disparen cañones!!!



Confirmando mi teoría de que debe ser una visita muy interesante para los chicos, nos cruzamos con un hombre sexagenario que con gran entusiasmo hablaba sobre la función de los distintos objetos con los que se iban cruzando a un público miniatura que lo escuchaba con gran atención. Un paseo ideal para los abuelos con sus nietos.



Antes de desembarcar pasamos por los sanitarios que tengo que admitir que me sorprendieron gratamente; lejos del mugriento baño público que esperaba, estaban en un estado aceptable y lo más lindo fue que conservaban su aspecto original con unas curiosas puertitas con herrajes muy originales –lástima que no les saqué una foto-.

Habiendo visitado todos los sectores accesibles al público dimos por terminado el paseo por una de las Fragatas más famosas del país. Interesante, accesible y apta para grandes y pequeños, en fin, una de las paradas obligatorias si están de paseo por Puerto Madero!!!