sábado, 1 de abril de 2017

Día de lluvia, comida y shopping en Suzhou

29 de octubre

Esta vez Weather Online no la pifió, el 100% de probabilidad de lluvia era una realidad. Previendo la situación no habíamos puesto el despertador, pero aun así a las 7 y algo ya estábamos levantados dispuestos a desayunar.

Al ser un rato más tarde que el día anterior el desayunador estaba lleno de gente; todos orientales excepto nosotros y una familia con aspecto de rusos. Imaginarán el alboroto que había en ese lugar entre las charlas, gritos y un incesante ir y venir de los comensales entre las mesas y el buffet.

Antes de continuar adelante voy a contarles en qué consistía el desayuno. Al estilo tenedor libre había un sector con un cocinero que con sartén en mano iba preparando los pedidos de los comensales; está de más decir que el principal protagonista era el huevo en diversas preparaciones. El resto de la comida era autoservice, a libre demanda. De la oferta de esta parte recuerdo los panes, alguna bollería, manteca, miel, mermelada, frutas, cereales, jugos, leche, yogur, té, pickles, puré de zapallo (sí, el mismo con el que acompañamos las milanesas), sopas, bollos cocidos al vapor o baozis –muy característicos en los desayunos chino-, y alguna cosas más como ya leerán.

Cinco minutos viendo como comía esa gente bastaron para que resolviera el misterio de porque la mayoría de los hoteles de China no tiene incluido el desayuno en el precio de la habitación. En los que se puede contratar ese servicio adicional hay que pagar un extra que suele ser bastante alto. Las pretensiones orientales parecen superar las frutas, tostadas, huevos con bacon y café exigidos por los viajeros de cualquier otra parte del mundo… Esa mañana tuvimos la sensación de estar presenciando un almuerzo o una cena, y no un desayuno. Los platos pasaban cargados de sopa, cerdo salteado, choclos y otros vegetales, arroz, noodles, tofu, frutas y baozis con distintos rellenos. Nadie se conformaba con una sola porción… cada 10 minutos se paraban para recargar los platitos… Parecían termitas arrasando con la madera. Sin exagerar, quedé impresionada por la capacidad de ingerir tantos alimentos en tan poco tiempo. Al lado de esta gente dábamos lástima con nuestros pancitos con queso y omelete, el bowl con cereales frutas, maní y yogurt, y el café. Voy a hacer una confesión: como un chino más fui a recargar un par de veces el potecito de maní… imposible resistirse a esa tentación.

Satisfechos con el rico desayuno partimos hacia la actividad ideal para un día de lluvia: shopping!!! Tomamos la línea 1 de metro hasta Central Park, y tras caminar unas 4 o 5 cuadras por una avenida llegamos al In City Mall. Ansiosos llegamos antes del horario de apertura que era a las 10:00 hs. Faltando unos 15 minutos para la apertura, aprovechamos que el Walmart del subsuelo ya había abierto sus puertas a las 8:00 hs. Mi sueño hecho realidad: un hipermercado!!! Increíble la cantidad y variedad de productos, con grandes góndolas dedicadas a los tés, salsas, snacks, conservas y el infaltable arroz con bolsas tan grandes que no las podía cargar. Hace falta aclarar que Seba me tuvo que arrastrar como a un niño para sacarme de este lugar???

Arroz para una semana???

Seguimos con el gran local de H&M, un must de nuestros viajes y principal motivo para visitar ese shopping, y un nuevo favorito Uniqlo. Recién conocí esa marca cuando estábamos organizando el viaje, y luego de visitar sus locales quedé enamorada de sus camperas plegables que caben en una pequeña bolsa; un camino de ida!

Cuando uno está entre todos esos percheros repletos de ropa se pierde en el tiempo...y cuando nos quisimos acordar era el mediodía.
Bastante cargados decidimos que ya era tiempo de tomar un descanso. Entre las pocas opciones de locales para comer optamos por “Mango Six” donde ofrecían principalmente jugos, licuados y algunos sándwiches. Luego de la horrible cena de la noche anterior disfrutamos doblemente un licuado de mango y uno de coco, y los panini de jamón, tomate y lechuga. Más allá de la rica comida, el lugar resultó muy agradable con sillas cómodas, música funcional y hasta una pared vidriada que daba a la calle. Luego de haber estado un par de horas abstraídos de lo que estaba sucediendo en el exterior, comprobamos que aún seguía lloviznando. Nos tomamos todo el tiempo que quisimos para descansar, escribir un poco y disfrutar del ambiente.



Post almuerzo recorrimos un par de lugares más y volvimos al hotel a hacer un poco de fiaca. Esta bueno cada tanto en medio de las vacaciones tomarse una tarde o mejor dicho un par de horas para descansar y disfrutar de actividades placenteras como leer un libro. En esta oportunidad opté por uno de los libros que habíamos comprado en Vietnam: “The girl in the picture”. Una historia muy dura pero interesante.

El descanso solo fue interrumpido por una salida hacia el “Costa Coffee” donde tomamos un capuccino con un muffin de chocolate y avellanas, y budín de banana. Nos quedamos sentados ahí un buen rato... para ser más exactos, hasta que nos dimos cuenta que la empleada estaba limpiando con intenciones de cerrar el local. Nos "auto-desalojamos" antes de que nos invitaran a retirarnos.



Sin ganas de seguir caminando bajo la lluvia optamos por el room service… otra experiencia bastante olvidable aunque no tan mala como la de la noche anterior. De los platos locales elegimos “wonton noodles”, una sopa de noodles con algunas verduras perdidas y 5 o 6 dumplings de algo que podía ser pork combinado con un camarón, y un “hawaiian chicken rice”, que resultó ser una pata de pollo hervida con un timbal de arroz, un par de hojas de verduras cocidas y unos potecitos con salsa de soja, chilli y jengibre (salvo por los condimentos, era comida de hospital). Mucha presentación pero poco sabor.

Sin mucho más para hacer nos fuimos a dormir con las esperanzas de que el día siguiente amaneciera sin lluvia.

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