By Sole
8 de diciembre 2016
A las 5:35 ya estábamos arriba! Cerramos las valijas y nos fuimos caminando bajo una suave lluvia hasta la parada del Sky bus de Queen Street. Justo cuando estábamos llegando el micro arrancó delante de nuestras narices; el chofer indio nos vio cruzar la calle con el equipaje, cerró la puerta, y haciéndose el distraído miró hacia el otro lado y arrancó. Ojo con el karma... Tomamos el siguiente bus que pasó 15 minutos después.
Ya en el aeropuerto, nos sorprendió el check in de Air New Zealand que estaba totalmente automatizado. Pesamos la valija, y como no excedía el peso máximo, la etiquetamos y despachamos. Si bien no había ni siquiera un mostrador de los habituales, al menos había un par de empleados entre las máquinas para asistir.
Por suerte tuvimos un vuelo tranquilo. Lo más remarcable fue el video de seguridad bien bizarro que, a falta de sistema individual de entretenimiento, reprodujeron en los monitores. El tiempo se nos pasó volando (cuac) contestando las trivias que iban apareciendo en las pantallas. No contento con contestar las preguntas de la tele, Seba también fue identificando montes y lagos en la última parte del viaje cuando el avión comenzó a descender. Es una enciclopedia viviente!!!
Link al video de seguridad:
Comentario: Si buscan en youtube hay otros más divertidos basados en Lord of the Ring.
Alrededor de las 12 del mediodía llegamos al aeropuerto de Queenstown en la isla sur.
La ciudad estaba a pocos kilómetros del aeropuerto. Para llegar a nuestro alojamiento teníamos la opción de tomar un taxi o un bus transfer que hacía el recorrido con varias paradas intermedias. Terminamos optando por el Connectabus y comprando los pasajes ($12 cada uno) en un stand cercano al carrusel de las valijas.
En el corto trayecto, ya observamos un paisaje completamente diferente a los que habíamos visto en la isla norte. Los lagos y las montañas con picos nevados nos hicieron acordar a la Patagonia argentina. Coincidencia o no, lo primero que vimos en el aeropuerto fue justamente un local de chocolates y helados que se llamaba Patagonia; posteriormente nos enteramos que era un emprendimiento de un argentino.
Siguiendo atentamente la pantalla que iba indicando las paradas, bajamos antes de llegar al centro. Tal como habíamos pronosticado por las fotos de Airbnb y Google Maps, para llegar el alojamiento teníamos que caminar unos cuantos metros cuesta arriba. Encontrar la calle no fue problema, pero subirla sí!!! La pendiente era mayor a la esperada y se extendía por varias cuadras. No les puedo explicar el esfuerzo que requirió arrastrar las valijas bajo los rayos de sol del mediodía… llegamos totalmente empapados y sin aire. Gracias a las detalladas instrucciones de Craig, el dueño de casa, llegamos a nuestro cuarto sin problemas.
La maravillosa vista panorámica que teníamos desde el balcón hizo que valiera la pena cada gota de sudor!!! Desde el primer momento ya nos visualizamos sentados ahí comiendo una picadita y viendo la puesta del sol. La habitación era sencilla y tenía una pequeña kitchenette, más que suficiente para lo que necesitábamos. Quedamos muy conformes con el lugar.
Vista desde el balcón |
Dejamos las valijas y bajamos raudamente a la ciudad a almorzar. Confesaré que el dato más claro que tenía sobre Queenstown antes de llegar era la presencia de una hamburguesería; cada blog que había leído la nombraba. Teníamos que ir a ver porque “Fergburger” era tan popular!!!
Cuando llegamos no podíamos creer la cantidad de gente que había; la fila salía del local y continuaba por varios metros. Tuvimos 5 segundos de duda y nos preguntamos “Y si vamos por otra cosa? Esto es una locura!!!”. Mmm, 5, 4, 3, 2, 1… Nos quedamos. Mientras hacíamos la cola pasó una empleada entregando hojas con el menú para que vayamos eligiendo. Había varias opciones interesantes pero las elegidas fueron solo dos: “Little Lamby” (una hamburguesa de cordero que no tenía nada de pequeña) y “Cockadoodle Doo” (un sándwich de pechuga grillada y varias cosas más). Desde ya que pedimos una porción de papas fritas, compañeras inseparables de cualquier burger. Luego de unos 15 minutos llegamos al mostrador donde nos tomaron el pedido, y unos 30 minutos después lo retiramos.
La felicidad en forma de hamburguesa |
El espacio para comer era muy pequeño y casi todos los pedidos eran take away. Durante el tiempo de espera fuimos a buscar algún lugar en las inmediaciones para después volver con la comida. Cerca de las 14 horas llegaron las tan esperadas hamburguesas y nos sentamos bajo la sombra de un árbol frente al muelle a almorzar. No éramos los únicos clientes de Fergburger en la zona, cuando miramos alrededor notamos que un gran porcentaje de la gente sentada (incluidos varios orientales) tenía una hamburguesa en la mano.
El momento de la verdad había llegado… una delicia!!! Sin dudas unas de las mejores hamburguesas que alguna vez habíamos probado!!! Buen tamaño, sabores intensos con una combinación tal que no se tapaban entre sí. La espera y la fama del lugar estaban completamente justificadas.
El juez Seba |
"Cockadoodle Doo" by Fergburger |
Volviendo unos minutos atrás… la familia “Ferg” además del local de hamburguesas tienen justo al lado una heladería y una panadería con productos muy tentadores… les prometimos una visita a cada uno en los siguientes días.
Debíamos estar en unos de los lugares con más afluencia de turistas, los grupos de chinos invadían el lugar en oleadas… apuesto a que formamos parte de muchas fotos que actualmente están en Asia. A pocos metros estaban los embarcaderos de la mayoría de las excursiones acuáticas de la zona que iban desde simple paseos en ferry por el lago a los rápidos jet boats o el bizarro “Hydro Attack Shark Ride” en una estructura semirrígida con un tiburón pintado en la misma. La otra atracción de la zona eran los restaurantes con mesas en terrazas con vistas al lago, un ice bar, y un paseo para caminar que bordeaba la costa. Un lugar muy bonito a pesar de la gran cantidad de gente.
Lago con los Remarkables de fondo |
Luego de recorrer el muelle y alrededores volvimos hacia el centro donde hicimos una parada en el super para aprovisionarnos. Cargamos las mochilas con los productos y mediante un esfuerzo sobre humano volvimos a la habitación. Había que pensar dos veces cada paseo al centro…
Con toda la excitación que genera cada lugar nuevo que visitamos y con el hermoso día que hacía, acomodamos todo, nos pusimos protector solar y con las mochilas en los hombros nos fuimos hacia “Queenstown Hill” donde había un walkway que terminaba en lo alto de la montaña y prometía excelentes vistas.
Siguiendo un laberinto de calles, en su mayoría con pendiente ascendente, llegamos al inicio del path. A pesar de lo que indicaba pronóstico meteorológico, hacía bastante calor (ni les cuento como se sentía después de esa caminata) y terminamos caminando en shorts y remera.
La primera parte del sendero ascendía en forma continua por un terreno abierto con poca vegetación y sin protección de los rayos de sol. Tras pasar una puerta de rejas ingresamos en un bosque de coníferas donde la sombra y la humedad ambiente resultaron un placentero alivio. Lo que no amainó fue la pendiente que se mantuvo en forma constante. En un punto el camino se bifurcaba –ambas vías terminaban en un mismo punto conformando un loop-, instintivamente y aunque vimos que un par de personas iban hacia el otro lado tomamos el camino de la derecha. El paisaje continuo siendo muy parecido, pero los pinos eran tantos y tan altos que bloqueaban el ingreso de luz; a pesar del sol radiante el lugar estaba tan oscuro tuvimos la sensación de tener los anteojos de sol puestos.
Mapa del sendero |
Sector del bosque luminoso |
Luego de un rato de caminata, en el que cruzamos algunas personas que venían en el sentido contrario, salimos del bosque y abruptamente se hizo la luz!!! Reapareció el sol con plantas y hasta flores, un gran contraste con la ausencia de sotobosque en la zona de coníferas.
Se hizo la luz!!! |
Al mirar atrás: la oscuridad!!! |
Unos metros más adelante nos encontramos con una escultura metálica en forma de plato “Basket of Dreams”, y a muy poca distancia un inspirador banco de madera con las palabras “Live Love Laugh” talladas en el respaldo. Desde ahí se veía el lago con las montañas de fondo. Resultó ser el lugar ideal para sentarnos a tomar mate.
Basket of Dreams |
El banco elegido para tomar mate (+ sombra cabeza de Seba) |
Concluido el mate y con eso el descanso nos enfrentamos a otra decisión: retomar el camino para completar el loop, o tomar el desvío hacia el summit… a seguir subiendo unos metros más!!! Con ese pequeño esfuerzo extra de unos 10 o tal vez 15 minutos la vista panorámica mejoró considerablemente abarcando al lago Wakatipu con su brazo Frankton, la ciudad y los Remarcables con sus picos nevados. A pesar de ser las 19:00 horas el sol continuaba brillando, y por su ubicación parecía que aún faltaban algunas horas para que se ocultase. Un paisaje bellísimo!!! Super recomendable completar el trayecto hasta la parte más alta de la montaña.
Luego de sacar varias fotos emprendimos el regreso, tomando en esta oportunidad la otra rama del circuito que resultó ser más corta y no tan oscura. Más rápido de lo esperado, a pesar de la molestia de la rodilla que había reaparecido, llegamos al estacionamiento que estaba al inicio del camino. Cruzamos algunas personas, pero no tantas como un par de horas atrás; la mayoría parecían ser vecinos de la zona haciendo una caminata vespertina.
Si bien el sendero había terminado, aún teníamos una sucesión de calles con pendientes ascendentes y descendentes por delante.
Bastante cansados llegamos a la habitación, y nos sentamos en el balcón con una cerveza y los infaltables maníes. Aunque pretendíamos ver el atardecer, cuando terminamos la picada el sol seguía brillando… se ocultó recién después de las 21 horas.
El sol resistiéndose a desaparecer |
Pasadas las 21 horas... |
Había sido un largo y movido día!!! Así que nos bañamos, preparamos una ensalada y como si la dosis de maní no hubiese sido suficiente, nos comimos un pedacito de Mantecol de postre antes de irnos a dormir.
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