sábado, 4 de noviembre de 2017

Dejamos la playa y nos vamos a la ciudad: kia ora Auckland!!!

By Sole

Lunes 28 de noviembre 2016

A las 6:10 de la mañana ya estábamos despiertos; otra vez le habíamos ganado al despertador que estaba programado para sonar 20 minutos después. Hicimos el último desayuno de Paihia y a las 7:30 horas ya estábamos caminando hacia la parada del bus. Aprovechamos para tomar unas últimas fotos mientras esperábamos el arribo del InterCity.


No había mucha gente esa mañana...

Calle comercial de Paihia

Baños públicos (aclaro por si quedó alguna duda)

A las 8, con una admirable puntualidad, llegó el micro que había pasado previamente por KeriKeri. El chofer multitasking controló los números de reserva, guardó las valijas en el maletero, y una vez que encendió el motor anunció por altavoces el plan de viaje: iba a ser un servicio “directo”, o sea sin la parada de descanso, pero sí todo el resto de las intermedias… Efectivamente pasamos por todo pueblo habido y por haber que se encontraban entre campos agrícologanaderos. Respecto a estos últimos, a diferencia de lo que vemos en Argentina, suelen ser pequeñas parcelas muy bien trabajadas o con animales pastando con la intención de sacar el máximo provecho de cada metro cuadrado de tierra. 
Casi al final del trayecto, una de las cosas que nos pareció interesante fue el gran estacionamiento de autos junto a la estación de bus de “Albany” –en las afueras de Auckland- reflejo de algún plan para optimizar la circulación en la ciudad y evitar congestionamientos: daba la impresión de que la gente conducía hasta ahí, estacionaba sus coches e ingresaba a la city con el bus público.

Luego de casi cuatro horas de viaje cruzamos el Auckland Harbour Bridge, observando la panorámica de la ciudad que recordaba del viaje de ida. Unos minutos después llegamos a la terminal. Teniendo en cuenta que íbamos a llegar y partir de Auckland en micro habíamos alquilado por Airbnb un departamento cerca de ahí, más precisamente a unos 100 metros de distancia. Tras algunos inconvenientes de comunicación con el dueño del departamento (y gracia a la conexión a wifi del Right Café, donde tomamos el primer café de NZ algunos días atrás, que el celular tenía memorizada), conseguimos la llave para entrar. Quedamos muy conformes con lo que encontramos: living y comedor con cocina completa integrada, dormitorio, baño con lavadora y secadora, y hasta un balcón tan grande que tenía una mesa con sillas y una parrilla a gas.


"Home"

Dejamos el equipaje y salimos raudamente a buscar un lugar para comer algo. Pasamos de largo el restaurante indio que emanaba un intensísimo olor a curry (ese día necesitábamos algo más liviano) y terminamos en un local de la cadena de cafeterías “Esquires” donde comimos un roll de pollo y hongos en masa filo, y un sándwich de pollo con cranberry (por más que tenga la cabeza abierta a nuevas experiencias la combinación de carne salada con mermelada era tan poco feliz como la imaginaba). Mientras estábamos ahí notamos que el olor a curry del vecino comenzaba a invadir el lugar; combinado con la gran cantidad de indios que veíamos pasar a través de la ventana, por un momento nos teletransportamos al país asiático. Los orientales no se quedaban atrás y competían cabeza a cabeza; la mayoría eran jóvenes que parecían estar en el horario de almuerzo del trabajo.

No puedo evitar mencionar que ni bien llegamos al departamento no encontramos la clave de wifi, por lo que aprovechamos la conexión de Internet disponible donde almorzamos para resolver algunas dudas con el dueño del departamento (cómo dónde estaba la clave) y para calmar la ansiedad de Seba que no sabía cómo iba el partido entre Racing e Independient@!!! Se estaba jugando el super clásico y estábamos al otro lado del mundo! Por suerte el resultado estuvo de nuestro lado, conservando con ese 3 a 0 el buen humor de Seba!!! Acá está la foto del festejo con la Sky City Tower de fondo sacada desde el mismísimo piso.




Teníamos la tarde por delante para dar un primer vistazo a la ciudad. Comenzamos yendo hacia el puerto, encontrándonos con un sector de muelles desde donde partían los ferries y embarcaciones, y otro de amarre en el que había varios veleros de diferente tamaño. En esta última zona –Viaduct Basin- había varios restaurantes, edificios modernos de 4 o 5 pisos y un paseo costero que nos recordaron a Puerto Madero, salvo por la enorme cantidad de veleritos. No en vano se dice que Auckland, “the City of Sails”, es la ciudad con más veleros per cápita en el mundo, contabilizándose en 2014 un bote cada 11 habitantes.


Viaduct Basin

Aunque nos pareció un lugar muy lindo, el viento y el fresco del ambiente no creaban el mejor escenario para quedarse mucho tiempo, por lo que rápidamente enfilamos hacia Franklin Road, una calle diagnonal que nos iba a llevar al barrio de Ponsonby.

Al alejarnos de la costa la temperatura se hizo un poco más amena. Si bien aún no había pasado el 8 de diciembre, la ciudad ya había comenzado a "vestirse" de Navidad; no les puedo explicar la cantidad y el tamaño de adornos navideños que tenían las casas!!! Más allá de las luces que en algunos casos eran excesivas compitiendo con las de Chevy Chase, había grandes inflables de Papá Noel, trineos y hasta renos. No pudimos evitar preguntarnos si esta gente tenía tanto lugar en su casa como para almacenar durante varios meses al año un reno de tamaño real… Sin dudas, el barrio tenía un gran espíritu navideño!!!


La casa del reno Rodolfo
Terminamos desembocando en Ponsonby Road, lugar que las guías de viaje vendían como “llenos de cafés y restaurantes”. Como queríamos hacer una rica merienda nos parecía el lugar adecuado para visitar. Restaurantes encontramos muchos y de todas las nacionalidades (chino, vietnamita, mexicano y hasta una parrilla argentina), pero los cafés brillaban por su ausencia… Lo más parecido que encontramos fue una “bakery” en Ponsonby Central –una especie de patio de comida con varios puestos- que cuando nos acercamos ya estaba cerrando a pesar de que ni siquiera eran las 17 horas. Se estaba complicando encontrar un lugar para merendar; lo más seguro era volver al centro o CBD (por Central Business District).

Tras recorrer varias calles con pendientes ascendentes y descendientes, y esperar eternos semáforos que ponían muy nervioso a Seba llegamos a Queen Street. Nos dio la impresión de que era la calle más comercial de la ciudad por la presencia de locales de ropa y de todas las cadenas de comida rápida más conocidas.

Terminamos merendando un cappucino, un latte y un raisin bran muffin en un Starbucks. Habíamos tenido suerte de encontrar un lugarcito libre ya que el local estaba repleto. Sin exagerar, más del 50% de los clientes eran orientales, incluyendo uno con un vaso con el nombre “Messi”. Bue, no fue el único que tomó un nombre prestado de un jugador de fútbol como verán en la próxima foto... Fue un lindo momento de descanso con villancicos navideños de fondo; el espíritu navideño de Auckland estaba a full!!!


En honor a los 2 goles del día de Lisandro (detalle sólo para racinguistas)

Posteriormente seguimos hacia uno de los lugares que más me gustan de los viajes: el supermercado!!! Los de Paihia eran tan pequeños y limitados que apenas calificaban de mini mercados… recién en ese momento íbamos a visitar uno como correspondía. Ni bien comencé a observar sus góndolas quedé maravillada con la variedad de galletitas y panes de granos enteros (por más que ya no trabaje de nutricionista no puedo evitar ir a leer los ingredientes de sus etiquetas y obviamente llevarme alguno de estos productos ricos en fibra), y los potes de 500 gr de yogurt. Y siempre vuelve la misma pregunta, por qué en Argentina no podemos tener panes y yogures así y tenemos que conformamos con la poca variedad y calidad que nos ofrecen las grandes marcas tradicionales??? Como de costumbre el susodicho prácticamente me tuvo que arrastrar hacia la salida…

Regresamos caminando al departamento con nuestras bolsitas con víveres para un par de días. Otra cosa que me sorprendió fue el hecho que los supermercados tuvieran bolsas de nylon para poner los productos y no tener que pagar por ellas. Teniendo en cuenta toda la onda ecologista que predomina en el lugar, había imaginado que las bolsas de plástico eran cosa del pasado. Lo único que se me ocurre es que esta gente tenga muy internalizado el tema del reciclaje y que esas bolsas vayan después al tacho de reciclables siendo el material reutilizado en lugar de quedar tirado por décadas en basureros esperando su destrucción natural.

Mientras degustábamos la dosis diaria de maní aprovechamos para organizar “la agenda” del día siguiente. Si bien teníamos varias actividades anotadas en cada destino, no las habíamos distribuido por día ya que pensábamos hacerlo una vez en el lugar de acuerdo con pronóstico del tiempo. Como el día siguiente parecía que iba a estar lindo elegimos visitar la isla de Rangitoto ya que era una actividad 100% al aire libre.

Esa noche fue Seba el encargado de la cena: churrasquitos de cordero con ensalada de verdes, tomate y zanahoria, y unas extrañas papas dulces (que no eran batatas) al horno. Comimos unas exquisitas bolitas Lindt (otra de nuestras perdiciones), y tras leer un rato nos fuimos a dormir.

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