sábado, 24 de septiembre de 2016

Bicicleteada por la muralla de Xi'an & visita a la Pagoda del Ganso Grande

By Sole

Salimos del barrio musulmán, pasando una vez por la zona de shoppings hacia la puerta sur de la muralla de la ciudad. Compramos las entradas (54 Yn c/una) y con estas en mano ingresamos y subimos a la muralla propiamente dicha. Ya arriba, tal como habíamos planificado alquilamos dos bicicletas simples ya que Seba no confiaba lo suficiente en mi para compartir una doble –alquilar una doble costaba lo mismo (90 Yn/ 120 min, con un depósito reembolsable de 400 Yn) que dos individuales-. No lo puedo juzgar porque ni yo misma confío en mis limitadas habilidades para conducir una bici.


Bicis en alquiler

Dado que la muralla tiene unos 14 km, la forma más práctica para recorrerla era sobre ruedas… caminando se tardaría demasiado. El suelo era plano, de ladrillos con zonas más regulares que otras, interrumpidos por pequeñas rampas ascendentes o descendentes. En la south gate iniciamos nuestro paseo, haciendo pequeñas paradas para observar las cosas que nos llamaban la atención o sacar fotos. Fue muy divertido y a la vez bastante cansador, de hecho terminamos con la sensación de haber recorrido una distancia mayor en esas dos horas que nos tomó llegar al punto de partida.



Ping Pong desde la muralla


Bienvenidos a Hobbiton!!!




Devolvimos las bicis y antes de bajar aprovechamos para utilizar los sanitarios, descansar unos minutos y picar unas uvas que teníamos en la mochila. Esta fue una de las actividades de la ciudad que obtuvo nuestra calificación de must. Altamente recomendable! Eso sí, recuerden llevar protector solar sobre todo cuando hay resolana sino van a terminar con la mitad de los brazos rojos como yo…

El siguiente destino del día era The Big goose Pagode o pagoda del ganso grande. Para llegar hasta ahí tomamos el bus 609. Con señas nos entendimos con el chofer y pagamos los 2 Yn que costaba cada pasaje. Como no teníamos tarjeta –una especie de sube-, pagamos cash, metiendo el dinero en una especie de alcancía que estaba al lado del conductor; nadie controlaba la cantidad de dinero que ingresaba, y ni siquiera si lo que entraba eran billetes o cualquier papel plegado. Nos llamó la atención esta plena confianza en el pasajero.

El colectivo venía bastante lleno, y en las subsiguientes calles se fue llenando más. Desde ahí arriba experimentamos el caos del tránsito desde otra perspectiva, viendo como motos, tuk tuks y autos iban en todas direcciones y giraban de cualquier manera –incluyendo giros en “u”-, sumado a la gente que cruzaba entre todos estos vehículos. Increíble que en el trayecto no hayamos visto varios accidentes...

Con el mapa del celular de Seba y un poco de suerte (según él su orientación) bajamos en el lugar correcto. Cruzamos la calle y llegamos al parque donde estaba la pagoda. De hecho, esta construcción estaba en otro parquecito en el interior de éste. Como se veía bien desde el exterior le sacamos fotos desde ahí sin pagar la entrada y aprovechamos el tiempo para disfrutar del verde, caminando un rato y descansando en un banco otro tanto. No éramos las únicos que habíamos elegido ese destino para dar una paseo; había gente de todas las edades, incluyendo adultos mayores con niños que estimo que eran los nietos –una imagen que ya habíamos visto en Beijing-. Los pequeños chinitos eran muy simpáticos con sus cabecitas redondas peladas y sus grandes cachetes. Apostaría a que la mayoría eran nenes… no sé si algunos eran nenas y no nos dimos cuenta, o si por alguna razón la nenas no salen a pasear.


Pagoda del Ganso Grande
Jasmine ice tea

Nos entretuvimos un buen rato mirando a un niño de unos dos años que perseguía grandes burbujas de detergente en el aire. El chiquitín corría y saltaba feliz tratando de agarrarlas dejando expuesto al aire su pequeño culito a través del agujero del pantalón cuando abría las piernas. No existía ningún problema con la costura de la prenda de vestir, simplemente era un “kāidāngkù”, un pantalón abierto en la zona genital que se utilizan en reemplazo de los pañales. Según algunos por costumbre, según otros por cuestiones económicas, sin importar cuál es su razón de ser, es bastante frecuente ver a los niños con esta indumentaria dejando sus partes pudendas expuestas al viento.


Chinitos :-)

La felicidad del niño casi me hace comprar el rudimentario recipiente de plástico con el palito para hacer burbujas que ofrecía uno de los vendedores ambulantes. No eran los únicos productos ofrecidos, una vez más estaban las hebillas de ramitas de plantas y en el mejor de los casos un pimpollo, y las populares “manzanitas” acarameladas (algunas con semillas de girasol pegoteadas) ensartadas en un palito de brochette. Mmm, se veían muy tentadoras!

Ahí también nos encontramos con varias esculturas de chinitos, de tamaño real, en distintas situaciones, similares a las que habíamos visto en la calle comercial de Beijing. Nos resultaron divertidas para sacar fotos. 




Cuando nos dimos por satisfechos con el paseo fuimos en búsqueda de la parada de bus, tarea que no fue para nada fácil. Caminamos muchas cuadras buscando algún cartel con el 609; si nos había llevado hacia ahí, también nos tenía que sacar de ahí. Paramos en todas las paradas que encontramos, pero sin encontrar nuestro número entre los tantísimos micros que figuraban. Si bien la oferta era amplia no teníamos idea hacia donde iban ya que todo el resto del cartel estaba en chino! Caminamos y caminamos pasando por varios locales de comida que pese a ser las 18 hs ya se estaban llenando de comensales dispuestos a cenar -la sopa parecía ser la vedette del momento-  y finalmente llegamos a una zona con una gran aglomeración de gente... Respiramos aliviados cuando vimos el número mágico en la parada y la alegría nos invadió aún más cuando lo vimos venir por la avenida.

Como era de esperar en la rush hour de cualquier país y mucho más en China, el colectivo estaba atestado de gente! Como pudimos fuimos avanzando hasta la zona de atrás donde al menos se podía respirar! Esta vez nos resultó más fácil orientarnos para bajar, Bell Tower totalmente iluminada era inconfundible! No hay dudas que ese edificio se lucía mucho más con todas esas luces, contrastando con el cielo oscuro de la prematura noche. Su hermana, Drum Tower, no se quedaba atrás con sus luces de colores.


Bell Tower

Drum Tower

Caminamos unos metros más y volvimos al barrio musulmán, que para mi sorpresa a esa hora estaba mucho más vivo que a la mañana! Teníamos pendiente una degustación que no se hizo esperar!

Luego de la experiencia del tren, vino una excelente noche de descanso como no habíamos tenido en varios días. 

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