By Sole
Diciembre 2014
Visitar
Estambul es mucho más que recorrer Santa Sofía, la mezquita Azul y el Grand Bazaar.
Si uno tiene tiempo libre para manejar a su antojo no puede dejar de recorrer
el resto de la ciudad. Como este era nuestro caso enfilamos hacia Galata
Bridge, uno de los puentes unen los dos sectores europeos de la ciudad
separados por famoso estuario del Cuerno de Oro. En el camino fuimos haciendo
varias paradas intermedias que iremos describiendo paso a paso. Nos acompañan?
Salimos
del hotel y desviándonos del recorrido que teníamos mentalizado fuimos hacia la
“Puerta Sublime”, un antiguo portal que actualmente oculta a un grupo de
edificios estatales. Si justo uno pasa por ahí le puede sacar una foto, sino
ni vale la pena desviarse.
Mi "modelo" en la Puerta Sublime |
Un comentario especial merecen los lustrabotas que circulan por esta zona. Cuando íbamos caminando uno se nos puso delante y justo se le cayó un cepillo. Con un “Sir, sir” le avisamos del objeto que había perdido. Con cara de sorprendido se dio vuelta y se agachó a agarrarlo. Siguió un discurso de agradecimiento y que como caballero que era tenía que agradecernos nuestro gesto. Insistentemente se ofreció a lustrarle los zapatos de cortesía a Seba. Le dijimos que no y seguimos caminando. Ni habíamos terminado de comentar lo raro del episodio que… otro cepillo cayó delante de nuestros pies!!! Como no hay dos sin tres, al tercero le tomamos el tiempo. Ni bien se puso delante nuestro dijimos “cae el cepillo, 3, 2, 1”: cepillo en el piso! Por nuestra característica desconfianza y entrenamiento en rechazar todo tipo de ofertas habíamos zafado del “timo de los lustrabotas”.
Buscándolo
en Internet descubrimos que es uno de los timos más comunes en la ciudad. Luego
de que uno acepta la oferta de que le lustren los zapatos en agradecimiento cuando
el hombre termina con el trabajo resulta que hubo una confusión justo en la
parte de que era “gratis”. El lustrador solicita una alta suma de dinero, y
cuando la víctima se niega a pagar aparecen los secuaces del timador para
forzar el pago, incluyendo violencia de mediante si es necesario.
Especialistas en perder cepillos!!! |
Siguiendo
la idea inicial enfilamos hacia la calle Divan Yolu, la calle principal del
imperio que conducía al palacio. Actualmente es una avenida con varios locales
comerciales y un par de monumentos que recuerdan la importancia que tuvo en el
pasado.
Nuestra
primera parada fue en la tumba del Sultán Mahmut II. Sin querer sonar sacrílega me parece que este
cementerio merece una visita por lo pintoresco de sus lápidas y la variedad de
colores de los gatos que actualmente habitan el lugar.
La
segunda parada fue en la Columna de Constantino, construida en el año 330 para
conmemorar la declaración de Bizancio como la nueva capital del imperio romano.
Tras saca la correspondiente foto seguimos caminando hacia el bazar de los
libros donde para felicidad de Seba, salvo un par de libros de gramática
inglesa, todo estaba en turco haciendo que la pasada fuese rápida y sin compras
… Apuesto a que hubiese terminada
colgada de la columna de Constantino de haber querido comprar una
versión actualizada del maravilloso “Grammar in Use” de Murray que tanto me
gusta.
Columna de Constantino |
Book Bazaar |
Tras
atravesar el “book bazaar” llegamos a Beyazit Square donde había varios puestos
de vendedores ambulantes que entre los productos había hasta celulares –vaya a
saber uno su procedencia–, y obviamente no podía faltar el vendedor de té con
su gran pava humeante!
Tecito caliente!!! |
Como ya
habíamos visitado el “Grand Bazaar” –la otra atracción cercana a Beyazit
Square–, decidimos seguir de largo. Guiados en parte por el mapa y en mayor
medida por los altos minaretes llegamos a otra de las grandes mezquitas de la
ciudad: Süleymaniye. A estas alturas habíamos pasado por una innumerable
cantidad de estas instituciones religiosas de diferente tamaño y majestuosidad,
llegando a la conclusión de que Estambul debía tener tantas mezquitas como iglesias
hay en Roma.
Para no
perder la costumbre tampoco entramos en Süleymaniye Mosque, la mezquita más
grande de la ciudad. Nos limitamos a recorrer sus jardines salpicados de tumbas
y llenos de gatos. Notamos en los
alrededores de la mezquita la presencia de varios restaurantes con terrazas
externas donde debía ser lindo sentarse a tomar algo.
Continuamos
caminando hacia la avenida Atatürk, una de las principales vías de circulación
de la ciudad, en la que giramos y caminamos hasta encontrar parte del antiguo acueducto
romano de Valente. No es difícil encontrar esa estructura de piedra de 20
metros de alto (similar al de la ciudad de Segovia) que desentona con los alrededores de aspecto más moderno.
Acueducto de Valente |
De
regreso, sin quererlo, terminamos caminando entre los estudiantes por el campus
de la universidad! Los antiguos edificios son un reflejo de los más de 100 años
de trayectoria de la institución. Lejos de lo que hubiese esperado había
bastante mujeres, muy bien vestidas y algunas con la cabeza tapada. Tal vez el
lugar de la mujer en la sociedad es diferente según la clase social-económica
en la que se mueva.
Guiados por la orientación de Seba volvimos
hacia los exteriores del Grand Bazaar y tomando cualquier calle, sin guiarnos
por el mapa, terminamos en una sucesión de calles peatonales donde vendían
baratijas chinas; en segundos nos sentimos tele-trasportados a la estación de
Once de Buenos Aires. Era como un mercado a cielo abierto, donde la gran
cantidad de caballetes que exponían las mercancías hacían que el sector para
los peatones fuese bastante estrecho, lo que sumado a la distinta velocidad de
los transeúntes –algunos con intensiones de compra y otros como nosotros que
simplemente estábamos de paso– hacían que el lugar fuese un caos!!! Cuando nos
quisimos dar cuenta habíamos desembocado en el mercado egipcio o de las
especias. En este hicimos una muy rápida pasada! En el sector techado se vendía
prácticamente lo mismo que en el Grand Bazaar, tal vez alguna que otra especia
más, y a mayor precio. El asedio de los vendedores fue tan incisivo que uno hasta
nos gritó “tacaños” porque no le
prestamos atención a su puesto; hay que admitir que los tipos son muy hábiles
para identificar el idiomas y comenzar a hablar con las pocas palabras que
manejas en pos de conseguir una venta. En lugar de inducirnos a comprar, aceleramos
el paso hacia la salida.
Los
puestos exteriores nos resultaron más auténticos y era lo que yo esperaba de un
mercado que dice llamarse “Spice Market”. Ahí estaban expuestas todas las especias
y hierbas aromáticas que uno pueda imaginar, frutas secas, quesos, turkish
delights, tés, y una inmensa variedad de aceitunas… parece que mi clasificación
de “verdes” y “negras” les queda chica a los turcos…
Como la
mayoría de los productos venían sueltos y en consecuencia no los podíamos traer
en las valijas solamente nos limitamos a mirar como las mujeres locales hacían
sus compras. Mmm, que ganas de comer un “arroz con curry” me generaron todos
esos aromas!!!
Y casi
sin quererlo chocamos con la New Mosque, donde los hombres se lavaban los pies
antes de ingresar, y calle mediante el Galata Bridge!!!
A lavarse los pies!!! |
Mi gran duda de cómo se
cruzaría esa calle –cuando habíamos pasado con el taxi habíamos visto gente
cruzándola entre los autos ante la falta de semáforos– quedó acarada cuando vi
la entrada al túnel. Sin dudarlo ingresamos, encontrándonos con un atascamiento
humano!!! La misma imagen de la calle que vendía chatarra por la que habíamos
caminado minutos atrás se repetía acá abajo pero con el triple de gente, que se
repartía en dos vías virtuales, una que iba y otra que venía; parecíamos
encastrados como en un tetris, no cabía una persona más en ese reducto. No sé
cuánto tiempo tardamos en cruzar esa calle entre golpes y empujones, pero de
alguna manera extraña salimos en el otro extremo con todas nuestras
pertenencias intactas y sin haber sido víctima de ningún manolarga.
Bienvenidos al caos subterráneo! |
Habíamos
llegado a destino!!! Frente nuestro: el puerto de Eminönü y el Galata Bridge.
Habiendo llegado era hora de cruzarlo!!! Tal vez el puente desde lo estructural
no llama la atención, pero termina siendo atractivo por todos los personajes
que le dan vida.
Los
alrededores del puente estaban literalmente llenos de gente comiendo! A estas
alturas ya había entendido el lugar que ocupaba la comida en la vida de los
turcos, sin importar la hora ni el lugar siempre había gente comiendo!!! Las
vedettes del lugar eran los sándwich de pescado con lechuga y cebolla que
vendían en un par de barcos amarrados en la costa. Nos prometimos probarlos la
siguiente vez que pasáramos por ahí (eran las 5 de la tarde y no teníamos ganas
de una sardina a esa hora).
Ahora
sí, pasemos al Galata Bridge. Este puente, sobre el Cuerno Dorado, tiene dos
niveles, uno inferior con restaurantes donde el menú estaba basado en pescados y
mariscos. El nivel superior estaba dividido en tres sectores, uno central para
el tranvía, por fuera de este un par de carriles para los autos y por último el
sector peatonal que a toda hora estaba lleno de pescadores paraditos uno al
lado del otro con sus cañas.
Desde el puente |
La
vista del atardecer desde ahí era bellísima!!! El sol al ponerse creaba un
juego de luces y sombras con las mezquitas que parecía pintado!!! No menos
llamativas eran las vistas panorámicas de Galata Tower que se erigía majestuosa
entre las antiguas construcciones que la rodeaban. Es otro de los lugares
obligatorios para los que les gusta sacar fotos o disfrutar de un romántico
atardecer!
Un atardecer soñado! |
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