By Sole
Diciembre 2014
Si bien
hacía frío, finalmente podíamos decir que no llovía!!! Qué felicidad!!!!
Ya sin
paraguas iniciamos el recorrido del día caminando hacia Topkapi Palace, ubicado
justo detrás de Hagia Sophia. A medida que nos fuimos acercando a este palacio
que supo ser el hogar del sultán de turno por unos 400 años, comenzamos a
sentir el característico olor a quemado de las castañas asadas. Cual caracoles
luego de la lluvia, los vendedores estaban firmes junto a sus carritos. Además
de estos riquísimos frutos secos se podía optar por choclos (también asados) y
los simits simples o rellenos. Creo que sólo faltaba el vendedor de té!
Cómo
habíamos desayunado unos minutos atrás seguimos de largo; debo reconocer que el
olor a quemado tampoco me atraía a comprar.
Castañas asadas |
Antes
de ingresar al palacio, mientras observábamos la fuente de Ahmet III, se
acercaron los vendedores de guías turísticas… Le hicimos un “fush, fush” y
siguieron hacia las siguiente víctimas que incluyeron a un par de niños a los
que intentaron engañar diciéndoles que era un “gift”. Debían estar bien
adoctrinados por los padres que hicieron caso omiso al comentario sin agarrar
el libro “de regalo” que el hombre les estaba ofreciendo. Otra vez se nos vino
a la cabeza la palabra “timo” y todo lo que habíamos leído para nuestro viaje a
Asia.
Cuando
escucho la palabra “fuente” pienso en un gran reservorio de mármol con una
estatua en su interior y chorros de agua. La “Fuente de Ahmet III” tenía un
aspecto totalmente diferente al concepto que está grabando en mi inconsciente.
Era una especie de “casita” revestida en mármol entre otros materiales y con
varias canillas… y yendo al diccionario también cumple con la definición de
fuente. Otra manera de aplicar el mismo concepto.
Fuente de Ahmet III |
El
palacio Topkapi tiene una estructura similar a los que habíamos visitado en la
India: un conjunto de jardines interconectados rodeados de edificios bajos –la
mayoría de una sola planta–. Si bien su construcción comenzó en 1459, esta se
prolongó hasta fines del siglo 16 a medida que los sucesivos sultanes iban
adicionando habitaciones, patios y salones.
Durante
su época de esplendor albergaba a unas 4000 personas entre miembros de la
realeza y trabajadores quienes se deslomaban para satisfacer todos los
caprichos de los primeros. Además de las habitaciones, jardines, salas de audiencia y
dependencias de servicios, tenían su propia escuela, mezquita, y salones donde
se desarrollaban tareas oficiales del estado. Casi todo lo que necesitaban
estaba dentro del palacio; funcionaba como una pequeña ciudad dentro de la
ciudad. Pero como todo lo que sube, en algún momento cae… El ocaso llegó en 1856 cuando la corte se mudó
al elegante palacio de estilo europeo, el Dolmabahçe Palace, ubicado del otro
lado del Bósforo. Durante los años siguieron en funcionamiento algunos sectores
como el tesoro imperial, la biblioteca y la casa de la moneda entre otros,
hasta que en 1924 fue convertido en museo.
Listos
para entrar? Como en todo palacio el primer obstáculo que tenemos que sortear
es la muralla! Esta tarea no fue difícil porque nos encontramos con una
majestuosa entrada –la puerta imperial–
cubierta de mármol blanco, coronada por unas placas caligráficas doradas
con versos del Corán.
Cerramos
los ojos, nos transportamos a varios cientos de años atrás y entramos en el
albergue del sultán encontrándonos con el primer “courtyard”…
Puerta imperial |
En este
primer patio, de acceso público, encontramos la iglesia de Hagia Irene, una
de las entradas al museo arqueológico y las taquillas para comprar las entradas
para Topkapi (30 TL) y el Harem (15 TL). Si bien este último forma parte del
mismo establecimiento requiere una entrada por separado.
Con las
entradas en mano seguimos hacia la siguiente puerta, “Gate of Salutation”.
Cuando el palacio estaba en funcionamiento sólo algunos visitantes que
concurrían por motivos oficiales o dignatarios extranjeros podían atravesarla.
Ahora es la entrada de acceso donde se presenta el ticket y se pasa por el
scanner de seguridad… y se deja el trípode!!! Siii, he did it again!!!! Otra
vez Seba cargó el trípode en la mochila a pesar de que tenía un 99% de chances
que se lo retuvieran…
De esta
manera ingresamos al segundo patio donde ya no estaban los pavos reales y
gacelas que supieron ser los dueños del lugar. Este gran espacio verde estaba
rodeado por varios edificios entre ellos la cocina, recientemente remodelada y
re-inaugurada. Tuvimos la gran fortuna de poder visitar este sector tan
importante e interesante por sus dimensiones –sobretodo llamativo para los que
no estamos acostumbrados a las cocinas de tamaño industrial–. Ni bien Seba me
preguntó por dónde empezamos, sin dudarlo le dije “la cocina!!!”.
A la
derecha del patio nos encontramos con un pabellón con paredes de piedra y
varias chimeneas en la parte superior. La exposición estaba dividida en tres
sectores:
- Palace Kitchen- 15-18th Century
- Palace Kitchen in the 19th Century
- Confectionery Kitchen.
Como el
nombre lo sugiere las piezas en exposición estaban separadas según su año
estimado de fabricación. Aun se conservan en perfectas condiciones parte de
juegos de vajillas provenientes de la China y otros lares del lejano oriente.
Además de los detalles de la decoración, muchos objetos tienen tamaños
increíbles! No hay que olvidar que en ese sector del palacio trabajaban en
forma regular unas 800 personas preparando comida para 4000!!! Si, no es un
error de tipeo!!! No sólo se cocinaba para el sultán y su harem, sino que
también para todas las personas que trabajaban en su interior que eran
realmente muchas!!!
Recuerdo
especialmente unos morteros enormes donde se deben haber molido las más
diversas especies, las gruesas mesadas de mármol y ollas tan pero tan grandes
que debían requerir media docena de personas para moverlas cuando estaban
llenas.
Como
consecuencia de los últimos trabajos que la mantuvieron cerrada durante un
tiempo además de apreciar las distintas piezas en exposición el visitante puede
enriquecerse con paneles con información sobre las comidas que se preparaban en
las distintas épocas, la gradual incorporación de costumbres e ingredientes de
Europa y América, la gente que trabajaba en el lugar, como éstos realizaban sus
tareas, etc, etc, etc. Es un sector que vale la pena visitar y dedicarle por lo
menos unos quince minutos de la visita. Como habíamos llegado temprano –léase
antes de la horda de turistas– pudimos recorrerlo tranquilos sin nadie que nos
molestara.
La otra
sala que también da al segundo patio y merece un comentario es el edificio del
tesoro imperial donde actualmente se exponen una vasta colección de armas y
armaduras. Confieso que no se absolutamente nada del tema, pero eso no fue
razón para que no me maravillara como un niño al ver armas que sólo había visto
en películas y en el juego “Age of Empires”. Había espadas de todos los tamaños,
algunas tan grandes que costaba creer que pudieran ser levantadas por una sola
persona, manguales –maza de cadena terminada en la bocha con pinches –, hachas,
cuchillos, armas de fuego, una combinación de estas dos últimas, armaduras,
cascos, escudos, etc. Es una exposición muy completa con ejemplares fabricados
entre el siglo 7 y 20 que merece una visita. A pesar del asombro y el interés
que me generaron todos estos objetos no voy a negar que en algún momento no se
me paso por la cabeza el pensamiento censurador “no puedo estar fascinada con todas estas armas creadas para la
destrucción” o la pregunta “cuánta gente habrá muerto producto de su uso?”.
Más
allá de lo interesante que nos resultó el tema, la temperatura de la sala era
super agradable, y no nos daba ganas de volver al frío del jardín. Lamentablemente
no se podía sacar fotografías en el interior de ese edificio por lo que no hay
foto…
Patio |
Seguimos
avanzando y tras atravesar la “Puerta de la felicidad” entramos al “Third
Courtyard”, la parte privada del palacio donde nadie podía ingresar sin la
expresa autorización del Sultán. Ni bien pasamos la puerta prácticamente
chocamos con la “Cámara de Audiencias” ubicada estratégicamente en ese lugar
para bloquear la visión del tercer patio a los visitantes. El interior del
edificio no dice mucho, apenas un par de salas alfombradas y con los techos
exquisitamente pintados.
En este
patio está la entrada a la exposición de indumentaria del Sultán. Entre los
objetos expuestos nos llamó mucho la atención el tamaño de los pantalones y los
caftanes (túnicas abotonadas por delante, con mangas, que llega hasta los
tobillos). Esos hombre debían ser bastante altos y pesar más de 150 kg, o
usaban la ropa muy holgada! Más allá de las dimensiones, algunas también
llamaban la atención por todo el trabajo manual de bordados que tenían.
También
hicimos una rápida recorrida a la sala del tesoro imperial donde se exponen
reliquias familiares, joyas, obras de arte y dinero que llegaron al palacio
como regalos, trofeos de guerra o fueron fabricados por los artesanos de la
corte. Incluía muchos objetos de oro, plata con engarces de piedras preciosas. No me
llamó particularmente la atención, aunque reconozco que había mucha gente
recorriendo el lugar y mirando boquiabierta los objetos expuestos; una cuestión
de interés.
El
palacio también alberga las “reliquias más sagradas del mundo musulmán” entre
las cuales se incluyen dos espadas, una capa, un arco, un diente y pelos de la
barba del profeta Mahoma, y espadas de los primeros cuatro califas entre otros
objetos. Es considerado un lugar sagrado, e incluso el Sultán tenía la entrada
parcialmente restringida al lugar, aparentemente tanto él como su familia
podían entrar una vez al año durante el Ramadán.
Antes
de ingresar al Harem, dimos una vuelta por el cuarto patio donde lo más
remarcable son las fantásticas vistas del Cuerno de Oro y del Bósforo con la
costa del otro lado. Bellísimo!!!
En este
“Four Courtyard” hay un par de jardines y varias salas como la de circuncisión
–una costumbre también adoptada por los musulmanes– que no dicen demasiado.
Vista desde el palacio |
No
podíamos abandonar el lugar sin antes visitar el Harem que sería como la
frutilla del postre!
En este
sector del palacio estaban los tesoros más preciados del Sultán: su madre (quién estaba a cargo el sector), esposas y concubinas, así como el resto de la
familia y sus sirvientes. Cabe aclarar que todas estas mujeres eran servidas
por criados eunucos… no sé cómo se realizaba la selección de personal. No creo
que pusieran un cartel “Se busca criado eunuco”. Auch! Qué dolor! Este lugar
debe haber sido el escenario de un cuento de hadas para algunos y de un cuento
de terror para otros…
Sería
como un mini palacio dentro del palacio, o sea un conjunto de habitaciones
conectadas con pasillos, patios y jardines. Actualmente sólo se puede visitar
una pequeña parte del edificio, lo que resulta suficiente para darse una idea
de cómo vivía esta gente en medio de la opulencia. Las pinturas artísticas de
paredes y techos, los cerámicos, molduras, los trabajos en las hojas de las
ventanas y la gran pileta son una clara evidencia de que no escatimaban en
gastos a la hora de ornamentar sus aposentos. Sólo faltaban las alfombras en el
suelo y los leños en los hogares para dar calidez al lugar… De todas maneras, a
pesar de estar deshabitado y todos los años que tiene en su haber se encuentra
muy bien conservado.
Interior del Harem |
La cama del sultán |
Exterior del Harem |
La pileta del sultán |
Para el horario en que visitamos el Harem el lugar ya había sido apoderado por los temibles tours que caminan como
verdaderos bloques humanos derribando todo lo que se cruce en su camino! Los empujones y el bullicio hicieron que ni
bien termináramos de recorrer las principales atracciones huyéramos del lugar!
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