martes, 12 de enero de 2016

Recorriendo el Grand Bazaar

By Sole

Aunque teníamos el mapa que nos mostraba el camino más directo hacia el Grand Bazaar decidimos caminar libremente perdiéndonos en las pequeñas callejuelas. Literalmente, nos perdimos!!! No creo que los carteles que hay cada tanto indicando para donde queda el Bazaar hayan sido colocados de buena fe; sospecho que son para direccionar a los potenciales compradores a otros locales…

Todos los alrededores del Grand Bazaar están llenos de negocios. Por lo que fuimos viendo cada calle –la mayoría era bastante angosta dando la sensación de estar en un callejón– estaba especializada en algún rubro. Así fuimos pasando por la “zona de los pañuelos” con pañuelos y pashminas, “la zona de las polleras” oscuras y largas que llegaban a los tobillos de los maniquíes, “la zona de los paraguas”, “la zona de los bazares” con las ollas y sartenes, etc.  Cualquier cosa que uno quiera comprar seguramente ahí la va a encontrar; sólo es cuestión de saber buscar!

Qué necesitas?

Cuando logramos ubicarnos en el mapa descubrimos que habíamos pasado de largo el “Bazaar”; sabiendo dónde estábamos no fue difícil hallar una puerta de acceso. Hacia ahí fuimos!

Una de las entradas al grand bazaar

Al meternos dentro de este gran mercado techado (el más viejo del mundo – de 1461–) nos abstrajimos completamente de lo que sucedía en el exterior: la lluvia, el frío y el prematuro atardecer quedaron afuera. Sin siquiera haber adaptado la visión a las luces incandescentes del lugar ya fuimos asediados por los primeros vendedores. Inmediatamente se nos vinieron a la mente los vendedores indios!!! A medida que pasábamos por los puestos nos iban saludando en diferentes idiomas hasta dar con el indicado; en caso de que nos hubiesen escuchado hablar ya arrancaban con un “España???”. Acostumbrados a tratar con turistas dominaban saludos, números, y vocabulario básico en varias lenguas. Si cuando íbamos caminando nuestros ojos se detenían más de 2 segundos en algún objeto, no importaba a la distancia que estuvieran, lo detectaban, y desde ya el asecho incluía al producto en cuestión. A la hora de comprar algo el regateo era obligatorio, aunque a esa hora del día el precio que se podía alcanzar dependía bastante de cómo hubiesen sido las ventas del resto del día.



La mercadería expuesta en los locales era de lo más variada incluyendo las infaltables tazas de té –de distinta calidad y ornamentaciones–,  posa pavas, posa vasos, azulejos, monederos, bolsos, almohadones, alfombras, pashminas, lámparas multi-colores, velas, jabones, camisetas de fútbol  truchas, imanes, bisutería, joyas, ojos turcos –talismán que protege del mal de ojo–, llaveros, adornos de cobre, ropa “hippie”, calzados, especias sueltas, tés en hebras, turkish delights, etc, etc, etc. Tan variada era la oferta de productos como sus precios de local a local. Algunos tenían precios fijos y otros dependían de la cara del comprador, y había puestos que tenían un producto a mucho menos que el vecino y otro a un precio mayor. Así que como recomendación: antes de ir de compras al Grand Bazaar es conveniente dar una vuelta por los locales de souvenires con “fix price” que están por Sultanahmet para tener una referencia del precio máximo que se debería pagar.

Lámparas turcas

Especias... qué tentación!

Entre los casi 5000 negocios distribuidos en unos 60 pasillos, no faltaban tampoco varios lugares para comer o tomar algo, fuentes (donde vimos a un hombre lavándose los pies y a otro lavándose los dientes) y baños turcos.

Durante el recorrido nos cruzamos con muchos “repartidores de té” que deambulaban por los pasillos con sus bandejas –con suporte metálico– llenas de vasitos transparentes de té con sus respectivos platitos y terrones de azúcar entregando las infusiones a los vendedores. Aunque no les pudimos sacar una foto decente tomé una prestada para que los vean en acción. 

Un tecito, por favor.

Una visita al Grand Bazaar puede durar todo lo que los compradores estén dispuestos en invertir en tiempo (un buen regateo insume bastante) y en efectivo. Adictos a las compras abstenerse!!!!

Cuando salimos ya no llovía pero era de noche. En realidad es una forma de decir, apenas eran pasadas las 17 hs, pero teníamos la sensación de que por lo menos eran las 20 hs. La sensación de noche era tal que estábamos más para ir a cenar que para tomar el té de las 5 de la tarde! Más allá que estábamos en otoño los turcos viven en un huso horario equivocado, estando tan al este no pueden tener el mismo horario que el resto de Europa!!!


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