By 2018
21 de Febrero de 2018
Cuando salimos del edificio con las valijas
para ir al aeropuerto nos encontramos con una procesión de burros cargados con
bolsas de arena que nos impedía el paso; eso explicaba la bosta que habíamos
visto los días previos en esa calle. Verlos bajar las escalinatas, tambaleantes
de tanto peso, hizo preguntarnos si no había otra forma de transportar los
materiales hacia las obras. Como turistas no nos corresponde juzgar estas prácticas
locales, pero sí podemos no contribuir al sufrimiento animal subiendo y bajando
las escaleras caminando en lugar de hacerlo en el lomo de un burro.
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Esperando la siguiente carga |
Arrastramos el equipaje cuesta arriba por las
escaleras y viaje en auto mediante unos minutos después llegamos al
sorpresivamente diminuto aeropuerto, teniendo en cuenta que Santorini es una de
las islas más turísticas del Egeo. Los pocos puestos de check in que había
estaban identificados con el logo de “Aegean Airlines”, ahí retiramos el
boarding pass para el vuelo de su línea low cost Olympic Air y despachamos
nosotros mismos la valija en una cinta transportadora.
Tras pasar el control de seguridad a cargo
de la módica suma de 11 uniformados, ingresamos al hall de embarque que era tan
pequeño que apenas una fracción de los pasajeros podían esperar sentados. Se
nos vinieron a la cabeza los aeropuertos de Mpumalanga, Koh Samui, Katmandú:
este con un mini free shop, un kiosko (que ni siquiera tenía una mesa), y dos
baños les ganaba en pequeñez.
Cuarenta y cinco minutos después, al aterrizar
en el aeropuerto de Atenas encontramos una escena totalmente diferente a la de
la madrugada de unos días atrás: los negocios estaban abiertos y había gente
por todos lados. Siguiendo los carteles fuimos hacia la estación de metro donde
compramos los pasajes y tomamos el tren de la línea azul hacia la ciudad; tras
combinar con la línea roja bajamos en Syngrou Fix.
Guiados por el excelente sentido de la
orientación de Seba y su previo recorrido virtual de la zona con Google Street
view, en pocos minutos estábamos en la puerta del departamento que habíamos
reservado por Airbnb. Google nos había mostrado las calles y edificios, pero no
los fragantes árboles de cítricos llenos de frutos en las veredas. Me
enamoraron!!!
Nuestra anfitriona Kaliopi, una joven cálida
y de aspecto bohemio, nos dio una cordial bienvenida y nos llenó de
recomendaciones. Son pequeños detalles pero que hacen una diferencia cuando uno
llega a un lugar nuevo.
Como ya es costumbre dejamos las valijas, agarramos
las mochilas y salimos a recorrer la ciudad! Caminamos las primeras cuadras
entre más mandarinos, negocios, y edificios departamentos de no más de 3 o 4
pisos; parecía un barrio tranquilo, moderno y sin ostentaciones. Iba tan
entretenida mirando aquí y allá, tratando de absorber cada imagen, sonido y
olor, confiando plenamente en la orientación de Seba (siempre que llego a algún
lugar necesito varios días para ubicarme), que al levantar la vista me sorprendió
encontrar la Acrópolis con el Partenón!!! Confieso que no es la primera vez que
me sucede algo así… caminando por Roma de igual manera me encontré con el
Coliseo sin esperarlo!!! Seba tenía inserto el chip con el mapa de Atenas en la
cabeza y fue totalmente esperable que esa colina con el colosal monumento
estuviera ahí.
Bajo una nube oscura, que parecía que nos
estaba siguiendo, enfilamos hacia el templo de Zeus; queríamos comprar el
ticket combinado que incluía los sitios arqueológicos de la ciudad para entrar
la mañana siguiente temprano al Acrópolis hacer la fila en las taquillas. Pero
cuando llegamos, pese a que eran las 14:40 horas, ya había cerrado; al ser
invierno estas atracciones cerraban entre las 3 y 4 de la tarde. Tendríamos que
madrugar un poco más…
Sin desanimarnos, bajo una suave garúa, seguimos
caminando hacia el estadio Panathinaikos.
Cuando llegamos al estadio apenas caían
unas gotas aisladas, la nube negra se estaba alejando. Sacamos las entradas,
que incluían una audioguía, nos colocamos los auriculares y comenzamos el
recorrido guiados por la voz de un colombiano. Sucesivamente nos contó la
historia del único estadio del mundo construido enteramente en mármol, sede de
los juegos olímpicos de 1896 y el lugar donde 45000 personas esperaban la
llegada de los corredores en la emocionante maratón olímpica de 2004.
Como si fuésemos niños trepamos hasta lo
más alto de las escalinatas, como si fuésemos espectadores da la llegada de la
maratón de Atenas nos sentamos en la tribuna, como si fuésemos Bolt corrimos
por la pista de atletismo y como si fuésemos campeones subimos al podio!!!
Caminamos por el largo pasadizo abovedado
por el que salían los deportistas al estadio, accedían a los vestuarios y
antiguamente las solteras atenienses se reunían a hacer rituales para conseguir
un buen marido. Al final de este, estaba la exhibición permanente “Memorias de
los Juegos Olímpicos: Posters y antorchas desde 1896 a la actualidad”.
De regreso en el estadio, subimos hasta el
nivel superior de la tribuna 21 desde donde se ve la Acrópolis. Satisfechos con
todo lo que habíamos hecho y visto en esa hora y media, firmamos el libro de
visitantes y salimos.
Cruzamos la avenida Vasileos Konstantinou
hacia el Jardín Nacional de Atenas, un parque público enrejado con senderos,
esculturas y árboles con una superficie de 15 hectáreas, o sea dos veces el
tamaño del Jardín Botánico de Buenos Aires.
En los primeros metros cruzamos más
policías que peatones; cuando vimos que de la mano de enfrente estaba el imponente
edificio neoclásico del Palacio Presidencial entendimos el porqué de tanta
seguridad.
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Palacio Presidencial |
Caminamos tranquilamente, viendo por un
lado los árboles del parque, y, calle mediante, las construcciones muy señoriales.
Tras girar a la izquierda pasamos por el gran edificio del Parlamento Helénico,
y al volver a girar en el mismo sentido terminamos frente a plaza Syntagma en el
Monumento al Soldado Desconocido. La tumba semicircular de mármol blanco y gris
estaba custodiada por los Evzones, soldados de un batallón de elite. Como era
la hora de la merienda y teníamos hambre dejamos para otro día el cambio de
guardia que se hace cada hora.
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Monumento al Soldado Desconocido |
Atravesamos plaza Syntagma, una explanada
de cemento sin pasto y con algunos árboles, y continuamos por Ermou, la
principal calle peatonal y comercial de la ciudad. Ahí encontramos una gran
variedad de negocios de las principales marcas, los clásicos fast food y cafés.
Luego de descartar varios coffee stores por ser sólo take away o no tener mesas
libres, nos decidimos por Gregory’s Café. Justo en el primer piso de ese pequeño local
con precios accesibles nos esperaba una mesa con dos mullidos silloncitos donde
hicimos una reparadora parada que incluyó unos cafés, un croissant con nutella
y unos minutos de descanso.
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Peatonal Ermou |
Antes de las 18 horas, horario en que
anochece en invierno, continuamos viaje. Caminamos un poco más por Ermou y alrededores
deteniéndonos en un par de iglesias que nos llamaron la atención:
- Iglesia de Kapnikarea. Esta pequeña iglesia ortodoxa, una de las viejas de Atenas, está en el medio de la peatonal contrastando con los modernos locales comerciales. Se estima que fue construida en el siglo XI sobre un antiguo templo pagano.
- Catedral de la Anunciación de Santa María (o Mitrópoli). Sin saber que era la catedral, nos acercamos atraídos por los mosaicos dorados de la fachada.
De alguna manera y sin darnos cuenta
desembocamos en la calle Adrianou, en el corazón del famoso barrio de Plaka, llena
de locales de souvenirs. Entre los recuerdos se destacaban: conservas de aceitunas,
frascos de tapenade y de miel, jabones a base de aceite de oliva, posavasos,
compoteras y monederos iguales a los de Turquía y destapadores tallados madera fálicos.
En algunas calles laterales había cafés y
restaurantes pintorescos, que se parecían más a la imagen que me había hecho de
Plaka antes de viajar.
Terminamos el día cenando a la vuelta del
departamento en Kalamaki, un resto moderno con una variada oferta de platos
griegos. Nos tentaron varias cosas pero elegimos de entrada bouyourdi (queso feta
grillado), de principal una ensalada griega y brochets de pollo y
cordero, y de postre kormos. Si hay algo que saben los griegos es cocinar
rico!
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Ensalada griega |
Datos útiles
Cómo fuimos
al aeropuerto de Santorini?
Teníamos la opción de contratar un transfer
(25 euros) o caminar hasta la terminal de Fira y tomar el bus; esta última es
la más económica e ideal si están con mochilas. Como estábamos a poco más de un
kilómetro de terreno irregular y con pendiente de la terminal tomamos el
transfer.
Otra posibilidad según John, el host de
Airbnb, era alquilar un auto el día previo para recorrer la isla y devolverlo
en el aeropuerto; en febrero 2018 el alquiler costaba 35-40 euros por día, a lo que
había que sumar el combustible que nos pareció un poco caro (1,87 euros el litro de
nafta común, y 1,99 euros la super).
Experiencia
en Olympic Air:
Nuestra experiencia en esta low cost fue muy
buena. Partimos puntualmente y hasta nos dieron un snack (barra de avena y
chocolate).
Cómo fuimos
del aeropuerto de Atenas a la ciudad?
En el hall del aeropuerto había carteles
que indicaban cómo llegar a la parada de buses y a la estación de tren. Siguiendo
los del tren terminamos en un hall con un par de ventanillas y máquinas
expendedoras de boletos. El servicio de la línea azul que iba hacia la ciudad
partía cada 30 minutos, y tenía un costo de 10 euros. Más allá de los habituales
gráficos del recorrido que están sobre las puertas, había carteles electrónicos
que informaban en griego e inglés la siguiente parada; la misma data era
anunciada por altavoces antes de llegar a cada estación. Cuando llegamos a
Syntagma hicimos combinación con la línea roja por dos estaciones hasta Syngrou
Fix que era la más cercana a nuestro alojamiento. Más información sobre el
metro y buses en https://www.athenstransport.com/english/
Tickets
para los monumentos arqueológicos
Se podía optar por comprar cada ticket por
separado o uno combinado de 30 euros que incluía: Acropolis, Agora Antigua y su
museo, Kerameikos y su museo arqueológico, Sitio arqueológico del Liceo, Biblioteca
de Adriano, Templo de Zeus Olímpico y el Agora Roamana. Si piensan visitar todo
es la opción más económica y rápida para evitar las filas. Más info en http://odysseus.culture.gr/h/3/eh30.jsp
Estadio Panathinaikos
Sin ser muy aficionada a los deportes me
pareció un lugar muy interesante que debería estar en cualquier itinerario de
Atenas. Compramos la entrada en la puerta que incluía el acceso al estadio, la
audioguía y el museo por 5 euros. De noviembre a febrero está abierto de 8 a 17
horas, y de marzo a octubre de 8 a 19 horas. Más información en http://www.panathenaicstadium.gr/thepanathenaicstadium/history/tabid/96/language/en-us/default.aspx
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