jueves, 29 de marzo de 2018

Domingo de descanso (a nuestra manera) en Queenstown

By Sole

11 de diciembre 2016

Como no teníamos grandes planes para ese día, más que hacer lo que se nos viniera en ganas, ni siquiera programamos el despertador. Algo adentro nuestro no había entendido el mensaje “día de descanso” y a las 6:00 horas ya estábamos despiertos... intentamos dormir un poco más, pero apenas pasadas las 7 nos levantamos. Cuando uno se empieza a poner viejo si pasa demasiado tiempo en la cama se levanta con dolor de espalda, así que hay que levantase a tiempo antes de que eso suceda.

Desayunamos sin apuro, y a las 9 y algo bajamos al centro. Pasamos por la bakery de los Ferg -no íbamos a perder la oportunidad de probar algo de cada local de la familia- comprando el “muffin del día” que resultó ser de tentador chocolate. Como planeábamos hacer un brunch en la playa necesitábamos algo salado, así que cruzamos la calle y en otro negocio compramos un cheese scon. Guardamos las bollerías en la mochila y nos fuimos hacia el muelle desde donde iniciamos la caminata bordeando el lago disfrutando de un paisaje un tanto diferente al de los días previos.

La temperatura había bajado mucho durante la tarde y noche previa, y algunos de los picos de los Remarkables parecían tener nieve fresca -se veía como si les hubiesen espolvoreado azúcar impalpable en la zona más alta-. Esa mañana estaba soleado pero el viento hacía que se sintiera bastante fresco; algunos atérmicos iban en shorts y remera, mientras que otros llevábamos campera y guantes.




Caminamos por Queenstown Bay, un camino paralelo a la costa con pasto, algunos árboles, bancos de madera, parrillas y hasta public toilets; un lugar muy lindo para un un pic nic urbano.



Este camino se continuaba unos metros paralelo a la ruta para terminar desembocando en el Sunshine Bay track, uno de los senderos de hikking de la zona con un tiempo estimado de 30 minutos. Por si aún tienen alguna duda, justamente hacia ahí íbamos!!! Ese camino discurría entre árboles, existiendo en los últimos metros varias bajadas hacia pequeñas playas.



Tal como teníamos pensado, bajamos a la arena en un sector que no había nadie y nos sentamos de espaldas a una gran piedra que nos protegía del viento. Habíamos encontrado el lugar ideal para el brunch!!! Enseguida preparamos el mate, y el muffin y el scon hicieron su aparición estelar… todo estaba listo para disfrutar de un pic nic en la playa. La única prueba que quedó del momento es la foto, porque de esas dos exquisitas bollerías que acompañaron los mates no quedaron ni las migas.


Todo listo para "brunchear"!!!

Nos quedamos un buen rato hablando y descansando -después de tantos días de caminatas estábamos un poco cansados físicamente-, hasta que a las 12:30 horas levantamos campamento. Caminamos unos metros más por la arena hasta el final del sendero, donde estaba la playa “más popular” junto a un estacionamiento. Justamente ahí había varias personas, en su mayoría jóvenes, que tomaban sol y arrojaban piedras al lago jugando al sapito; sospecho se inspiraron en Seba que un rato antes había estado haciendo lo mismo…

Como no había nada más que ver en la zona, volvimos sobre nuestros pasos todo el camino, terminando nuevamente en el centro de la ciudad, la cual no queríamos abandonar sin antes visitar el Bespoke Kitchen. Queríamos saber que tenía de especial para haber ganado el premio al mejor café de New Zealand en el 2015. Tal como habíamos visto en fotos, el local tenía una decoración moderna, de un estilo que me recordó a los cafés escandinavos que nunca visité pero que había visto en fotos. Pedimos un cappuccino, un latte y un muffin de raspberry & coconut, y nos dispusimos a disfrutar de un tranquilo café, descansar y escribir un rato. Pero los planes se vieron frustrados prematuramente… ni bien nos trajeron el pedido notamos que estaban levantado las mesas y sillas de los alrededores con intención de cerrar el local! Me pareció pésimo que en el momento en que hicimos el pedido no nos hubiesen avisado que estaban por cerrar, de seguro nos hubiésemos ido a otro lugar… Así que resultó un café más rápido de lo deseable y nada especial. No sé en base a que le habían dado el premio.



De ahí enfilamos hacia los jardines para empalmar con Park Street y posteriormente con el Frankton trail, un sendero paralelo al brazo Frankton del Lago Wakatipu. Nos encontramos con una senda más ancha y abierta que la de la mañana, con algunos desniveles leves pero con un suelo más regular que la hacía apta para bicicletas; de hecho cruzamos mucha gente andando en bici. Resultó un lindo paseo viendo el lago, por un lado, y complejos habitacionales por el otro, que en ese momento impresionaban deshabitados.




Luego de que habíamos caminado cerca de un kilómetro y medio comenzó a garuar; el cielo oscuro había dejado de ser una amenaza, la lluvia era una realidad. Así que dimos media vuelta y emprendimos el regreso; el sendero se continuaba dos kilómetros y medio más. Por suerte no pasó de una suave garúa y no llegamos a mojarnos.

Ya teniendo en mente la cena de esa noche volvimos al centro donde hicimos una parada en un Pita Pit, una cadena que vendía wraps personalizados al estilo Subway. Elegimos el tamaño y tipo de pan pita, un tipo de carne, vegetales, quesos y salsas, y en pocos minutos tuvimos los wraps armados. La opciones no quedan ahí, después vino el “frío vs tostado”, y “takeaway vs comer ahí” (había una pequeña barra que no resultaba para nada atractiva).

Bajo una garúa intermitente volvimos al departamento a merendar, y seguir aprovechando el día de “descanso”. Calentamos las pitas que habíamos comprado más temprano disfrutando del último anochecer en Queenstown.

No hay comentarios:

Publicar un comentario