By Sole
Tras
visitar Robben Island estábamos nuevamente en el Waterfront. Eran las 13:00 hs
y estábamos hambrientos! El principal objetivo de ese momento era encontrar un
lugar para comer…
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Waterfront |
Este
gran complejo portuario puesto en valor nos hizo recordar a Puerto Madero, un
lugar abandonado que gracias al dinero de varios inversores se transformó en un
bonito paseo obligado para turistas. No faltaba nada: veleros, oficinas,
galerías comerciales, esculturas, y por supuesto restaurantes para todos los
gustos y bolsillos. Adecuándonos justamente a nuestro bolsillo fuimos al “Food
Market” un gran espacio cubierto con stands que vendían todo tipo de comidas,
incluidas empanadas! Optamos por un clásico “Fish & chips” (bastante
popular por estas latitudes) con un “passion juice” que tenía más nombre que
sabor. Nos sentamos al solcito en una de las mesas exteriores ubicadas en los
alrededores del market en Nobel Square. Fue un lindo almuerzo al aire libre.
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My first Fish & Chips! Yummy!! |
Ya con
el estómago contento recorrimos los alrededores. Nos detuvimos frente al
monumento dedicado a los cuatro premios Nobel de la Paz de Sudáfrica emplazado
justamente en Nobel Square. Alineadas estaban las esculturas de Albert Luthuli,
Desmond Tutu, Frederik De Clerk y Nelson Mandela.
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El orgullo del país: los 4 premios Nobel de la Paz. |
En las
inmediaciones del agua había varias taquillas en las que vendían pasajes para
realizar diferentes tipos de excursiones embarcadas –algunas tan simples como
dar una vuelta por la costa. Pasamos también junto a un espectáculo callejero
que tenía lugar en el escenario del anfiteatro, una vuelta al mundo al mejor
estilo “London eye”, la torre del reloj, el ajedrez gigante y tiendas de
souvenirs con los precios más variados. Justamente entramos a una que por el
aspecto pensamos que estaba fuera de nuestro alcance y resultó todo lo
contrario. De hecho, en este lugar encontramos los “recuerdos” más baratos de
todas las vacaciones… de haberlo sabido hubiésemos comprado más cosas…
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Desde el corazón del Waterfront |
Nos
gustó mucho esta área de la ciudad como destino para comer y caminar un poco.
Aún
quedaba mucho por ver, así que salimos de la zona del puerto pasando
previamente junto a un astillero donde había varios barcos de bandera Japonesa
que parecían estar en reparación y esquivando a los obreros que sin importar el
día y el horario (ya los habíamos cruzado el domingo por la mañana) trabajaban
bajo el sol en el acceso al Waterfront.
Cruzamos varias avenidas y poco a poco
nos fuimos aproximando al centro de la ciudad rumbo hacia Bo-Kaap, el colorido
barrio malayo habitado por descendientes de esclavos de Sri Lanka, Indonesia,
India y Malasia, y musulmanes. En contra de lo que advertía nuestra guía
National Geographic “Se recomienda a los turistas que no recorran solos las
calles de Bo-Kaap”, hacía allí fuimos, un día de semana a la hora de la siesta.
Cuando giramos en Long Street nos encontramos con una calle empinada orientada
hacia Signal Hill. Respiramos hondo y emprendimos el ascenso; subimos unos 200
metros en una pendiente constante para encontrarnos con que el camino seguía
hacia arriba una distancia mayor de la que ya habíamos recorrido.
- “Qué hacemos?” me preguntó Seba.
- “Ya llegamos hasta acá, así que seguimos!!!”, le respondí mientras
volvía a respirar hondo para enfrentar lo que faltaba.
El
esfuerzo no fue en vano. A medida que fuimos subiendo fue cambiando nuestra
perspectiva y la vista panorámica de los alrededores con Table Mountain de
fondo. Lindo!
Durante
la extenuante caminata apenas nos cruzamos con un par de mujeres y operarios,
un niño que jugaba con una improvisada pelota de papel y cinta adhesiva que
dejaba caer por la pendiente al tiempo que la perseguía, y un grupo de gallinas
de Guinea que cruzaron en grupo la calle.
Al
final de la calle, allá en las alturas, nos topamos con un portón metálico que
impedía el ingreso de los autos. Al costado divisamos un acceso peatonal a un
sendero solitario que iba por la ladera de Signal Hill y terminaba justo debajo
de los cañones que se disparan desde hace más de 200 años cada mediodía en el
clásico “noon gun”. A qué no saben qué quería ver Seba desde ahí??? Siii, el
estadio, el mismo que había querido ver desde arriba cuando fuimos a Lion’s
Head. Pero una vez más la gran estructura metálica se le negaba… Un árbol lo
tapaba casi en su totalidad dejando apenas ver un extremo. Qué decepción!!!
Igual la vista del puerto desde ahí era magnífica y bien había valido todo el
ascenso.
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Waterfront desde arriba |
Si bien
había algún camino secundario, la altura de los pastos que evidenciaba que era un senderomenos transitado que el anterior y la soledad del lugar nos hicieron regresar; además nada nos
aseguraba una vista mejor, no íbamos a tentar al destino. En el descenso fuimos
prestando atención a otras cosas, llamándonos la atención varias casas
vidriadas sin rejas, por los índices de criminalidad de la ciudad esperábamos
encontrarnos con fortificaciones con paredones, alambres de púa y
electrificados como en otras zonas de la ciudad… Tal vez tenían francotiradores patrullando en el altillo… quien sabe!
Cuando
nos estábamos acercando a Bo- Kaap propiamente dicho nos cruzamos con un hombre
vestido de musulmán que caminaba a toda marcha y se metió en una de las tantas
mezquitas del lugar al tiempo que se oía el llamado a la oración por altoparlantes. No son estos establecimientos religiosos los que más
llaman la atención en el área, sino las casas pintadas de todos los colores! Y
cuando digo todos quiero decir: celeste, verde, rosa, violeta, naranja,
amarillo, bordó, fucsia, azul y diferentes tonalidades de todos estos. Super
pintoresco!!!
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Bo- Kaap. Auspiciado x Alba. |
En el
barrio no faltó el restaurante Indio que se llamaba “Rose Corner Cafe” y sus paredes
eran del mismo anaranjado que la ciudad rosa de Jaipur. A estas alturas tengo
que sospechar que los indios tienen un concepto del color rosa diferente al
nuestro!
Salimos
de Bo-Kaap y nos fuimos hacia el downtown. Pasamos por St George’s Cathedral,
de la que apenas sacamos una foto y seguimos hacia "The Company’s Gardens". Estos
jardines ofrecen un poco de aire y tranquilidad en medio de la ciudad. Lo
fuimos recorriendo de punta a punta, observando la gran variedad de árboles que
ofrecían sombra a bancos de madera, plantas, flores, pájaros y hasta ardillas
de un tamaño descomunal! Estaban muy bien cuidados y según indicaban unos
carteles hasta tenía señal de wifi, y lo mejor de todo es que la entrada era
gratuita!!! Otro lugar recomendable para
visitar!!!
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Una ardilla obesa??? |
Antes
de salir del parque sacamos un par de fotos del bello espacio verde con
esculturas coronadas de fondo por la gran protagonista de la ciudad: Table
Mountain. Parece que fuésemos a dónde fuésemos no podíamos dejar de mirarla… ya
iríamos a visitarla personalmente!!!
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Table mountain! Allá vamos!!! |
Una vez afuera tomamos Queen Victoria
Street deteniéndonos en un edificio que tiene en la puerta dos bancos de madera
que recuerdan el Apartheid: uno con la inscripción “Whites Only” y otro “Non-
White Only”. Tal vez ahora uno lo toma en joda, pero realmente era algo
tremendo el hecho de no poder compartir ni siquiera un simple asiento!!!
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Whites only |
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Non-white only |
Una vez
más caminamos por Green Market Square y la peatonal St George Mall con varios
cafés a los lados. A pesar de ser relativamente temprano (recién eran las 17:00
hs) la mayoría estaban comenzando a cerrar, al igual que los puestos callejeros
de artesanías. Para las 18:00 hs sospecho que iba a ser tierra de nadie!!! No
estábamos de casualidad por ahí, justamente estábamos buscando un café- bar
africano que recomendaba la Lonely Planet pero nunca lo encontramos… tal vez
había cerrado en los seis años que habían pasado desde la edición del libro.
En
vista de que la zona próximamente iba a quedar deshabitada emprendimos el
regreso hacia el departamento haciendo una parada de camino en un local de la
cadena “Vida e caffé” que estaba en la misma galería comercial que el Spar al
que habíamos ido los días previos. Sin ser el “gran café” recomendado por la
guía de viaje nos gustó mucho. Tuvimos cierta dificultad al hacer el pedido
porque algunos nombres estaban en portugués, y los empleados no entendían la
pronunciación de dicho idioma, así que tuvimos que pronunciar lo que parecía
portugués en inglés para obtener lo que queríamos.
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Vida e caffé! |
Con los
capuccinos y el muffin de manzana y canela concluyó nuestro paseo del día! Habíamos
caminado (la verdadera forma de recorrer un lugar) por varios barrios, cada uno
con su identidad y su atractivo aprovechando una soleada tarde primaveral de
Cape Town. No podíamos pedir más, una vez más habíamos cumplido con los
objetivos propuestos para la jornada!