domingo, 29 de junio de 2014

Nepal, el misterioso techo del mundo

By Seba


Probablemente Nepal haya sido el destino más exótico de nuestro viaje. Así como me sucedía con Irlanda, Nepal era uno de esos países que siempre había querido visitar, incluso sin saber bien porqué.

Tal vez fue por esos documentales de Discovery Channel que mostraban las hazañas de los escaladores desafiantes de las mortales alturas del Everest, del Lothse o del Annapurna. Tal vez fue por haber leído tantas veces  “El abominable hombre de las nieves”, el libro 8 de Elige tu Propia Aventura, que describía los tejados de Kathmandú, las selvas del Terai y las montañas del Himalaya en la búsqueda del Yeti. Así como cada situación de la vida tiene un capítulo de los Simpsons al que referirse, casi todos mis viajes tienen condimentos de algún libro de esta colección que mi inspiró durante la infancia.

Plaza Durbar de Kathmandú
   
Por la época del año en la que decidimos viajar (invierno del hemisferio norte) y por la cantidad de  días que demandan, descartamos la posibilidad de realizar algunos de los numerosos circuitos de trekking que se ofrecen en distintos puntos del país. Nos enfocamos en el valle de Kathmandú y las antiguas ciudades-estado que florecieron en el período newarí, hace unos cuatro siglos. Así que haciendo base en la capital íbamos a recorrer sus alrededores, más Patan y Bhaktapur. Tal vez sea en uno, cinco, diez o viente años, pero sé que en algún momento voy a volver a aterrizar en el pequeño aeropuerto Rey Tribuhvan de Kathmandú con una mochila en la espalda, para luego tomar una avioneta a Lukla (el aeropuerto más peligroso del mundo) y encarar la región del Khumbu rumbo al Everest…

Plaza Durbar de Patán con Himalayas de fondo.

Nepal es un país especial, y es difícil no serlo cuando se está geográficamente apretujado entre los dos países más populosos del mundo, China e India. Es natural que la influencia cultural y económica de los dos milenarios gigantes se sienta con fuerza, aunque es necesario decir que los gobiernos monárquicos de Nepal se las ingeniaron  para mantener relaciones internacionales casi nulas, de manera tal que el país estuvo virtualmente “cerrado” hasta inicios de la década de 1950.

Este aislamiento tuvo dos principales consecuencias: la solidificación de una identidad nacional por un lado, y el atraso tecnológico y económico por el otro.

Pero de a poco los misterios de Nepal fueron saliendo a la luz; y empezaron a llegar los escaladores que se aventuraban en las montañas del Himalaya y los exploradores que se internaban en las junglas y los valles. La apertura también trajo consigo el turismo, los autos desvencijados que contaminan el aire, y la profanación de lugares sagrados.

El atraso en los métodos de producción de una economía eminentemente agraria y la inestabilidad política han sido barreras muy altas para el desarrollo humano de los nepaleses. Gran parte de la población vive en la pobreza, conviviendo con la espiritualidad hindú-budista, acostumbrados a problemas de infraestructura (cortes de energía eléctrica, falta de agua potable, penoso estado de los caminos) que son parte de su cotidianeidad.




A pesar de sus dificultades, el pueblo nepalí sonríe. Comparte maravillas arquitectónicas y naturales por doquier. Invita a descubrir los detalles de una cultura especial, como los ritos religiosos, el arte y la cocina. Despierta en el visitante la avidez por investigar cada rincón, porque guarda secretos en cada uno de ellos.  

Mercado callejero en Asan Tole, Kathmandú

Caminar por las calles es casi como entrar en otra dimensión, como hacer un viaje al pasado donde cada tanto aparece algún elemento del presente. Me detengo a unos metros de la Durbar Square de Kathmandú, tal vez en Asan Tole, en el nudo de calles frente al templo de Annapurna. Allí,  entre el humo del incienso, las velas de manteca, los vendedores de verduras y especias, rodeado de personas abrigadas con ropas de lana, con la piel curtida y sus rasgos particulares, pienso que soy un híbrido entre Marco Polo y Marty McFly, entre un explorador del medioevo y un viajero del tiempo, hasta que un auto toca su bocina y nos saca del letargo: mirando un cartel de Coca Cola escrito en tipografía nepalí nos damos cuenta que estamos en el siglo XXI, en nuestras vacaciones.



Hoy Nepal mira al futuro con optimismo, aunque desde una posición incómoda desde lo económico, lo social y lo político. La agrupación política de corte maoísta que luego de años de lucha tomó el poder de manera democrática está en proceso de darle al pueblo una constitución que rija su estado de derecho. Todavía están frescas las imágenes de una monarquía que manejó el país por siglos y se desvaneció en pocos años, dándole la espalda a los problemas del pueblo y demasiado ocupada en asuntos palaciegos (que incluyeron la matanza de varios miembros de la familia real a manos del príncipe heredero, en una noche de despecho y alcohol en el año 2001).

La presión económica, demográfica  y cultural que ejercen las dos futuras superpotencias vecinas seguramente se intensificará y ayudará a determinar la suerte de Nepal, sea cual sea la cara de la moneda que caiga mirando hacia arriba.

¿Logrará Nepal salir de su limbo, de su hechizo de tiempo? ¿Podrá su gente salir del círculo vicioso del subdesarrollo? Y si el desarrollo y la modernidad llegan ¿romperán el encanto mágico de una cultura milenaria? Lo sabremos en nuestra próxima visita…

Monje moderno en el templo de los monos.

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martes, 24 de junio de 2014

Chau India...Hola Nepal!!!

By Sole

17 de febrero de 2014

Desayunamos con Coca y a las 9:30 hs salimos con Rajesh hacia el aeropuerto. A esta altura del viaje ya había ganado confianza y estaba más hablador de lo habitual. Quiso saber hacia donde íbamos y nos contó que una vez había conducido hasta Katmandú y estado unos días ahí.

Esta vez conocimos otro sector del moderno aeropuerto. Tras despachar el equipaje tuvimos que pasar por un control de seguridad bastante estricto. Por un lado pasábamos las mujeres y por otro los hombres; el arco detector de metales era seguido del cacheo, que para el sexo femenino era realizado por otra mujer en un cubículo con cortina como puerta. Ya el hecho de ver con la violencia que la empleada abría y cerraba la cortina generaba estrés.

Aeropuerto Indira Gandhi (New Delhi)

Ya en el sector de embarque aprovechamos parte del tiempo para dar una vuelta por el freeshop. Además de bebidas alcohólicas y una gran variedad de chocolates, vendían tés y otros souvenirs indios a precios exorbitantes. Para que se den una idea la cajita de té de madera que habíamos pagado 100 Rp estaba a 700 Rp.

También hubo tiempo para tomar un capuccino en Starbucks. El payaso de Seba respondió que se llamaba “Raúl” cuando le preguntaron el nombre. Terminamos tomando un café sorprendentemente bueno (considerando lo poco que me gustaron los cafés con leche de la India) a nombre de “Rahul”.

Mr Rahul

La espera se prolongó más de lo esperado; de hecho salimos con 40 minutos de retraso. En la sala de embarque ya se presentía el destino del vuelo. Por un lado, las facciones de los pasajeros eran bastante diferentes a las de los indios, la tez era un poco más clara y los ojos más achinados. Y por el otro lado, había varios hombres con los ojos un poco más achinados aún vistiendo túnicas color bordó: monjes! Estos últimos me sorprendieron bastante; yo tenía la idea de que un monje era una persona que se dedicaba a la religión y como parte de sus hábitos estaba el abandono de todos bienes materiales innecesarios, los lujos y los vicios. Error!!! Además de las túnicas tenían camperas y zapatillas North Face (de muy buen aspecto), iPad, iPhones y libros cuyos nombres incluían “passion” y “love” y no creo que hicieran referencia a la pasión o amor de Buda. O yo tenía una idea errada o se han ido adaptando a los tiempos actuales aceptando la influencia de los avances tecnológicos y el mundo capitalista.

Monjes pro

Entre empujones de nepalíes apurados embarcamos en el avión de Air India. No era casualidad que nuestros asientos estuvieran del lado izquierdo del avión donde iban a aparecer los Himalayas. A Seba no se le escapan esos detalles… apuesto a que antes de viajar había visto videos de vuelos entre India y Nepal.


El viaje fue bastante corto -apenas duró 1:10 hs- tiempo que fue suficiente para sacar una docena de fotos del cordón montañoso a través de la ventanilla (algunos picos son tan altos que se llevan a divisar a lo lejos a los miles de metros a los que vuela el avión), planificar las actividades del resto del día y almorzar. Por lo breve del viaje y la compañía que habíamos elegido a lo sumo esperábamos un pequeño tentempié, pero nos equivocamos! Seba escogió una comida non-veg y yo una veg… Fui agraciada con un puré de garbanzos, arroz especiado pero no picante (sólo reconocí las semillas de comino), palak paneer (espinaca con queso cottage) y una tarta de banana de postre. Seba recibió un plato con arroz con trocitos de pollo en una salsa también especiada, pero bastante picante. El almuerzo indio de despedida de la India fue muy bueno!!!


Himalayas... cuándo te volveremos a ver???

Cuando nos quisimos dar cuenta ya estábamos aterrizando. A la llegada teníamos que sacar la visa, un trámite que por lo que habíamos leído era muy rápido… salvo que al mismo tiempo aterrizara un gran Boeing con más de 300 coreanos!!! Adivinen quien dijo “soy un desgraciado!!!”??? jajaja. Qué mala suerte!!!

Llenamos el formulario e hicimos una fila de más de media hora para abonar los U$S 25 que costaba la autorización para ingresar y permanecer en el país. Luego otra fila  para que nos pegaran el comprobante en el pasaporte. En medio de este trámite recibí varios mochilazos de grupos de mujeres alborotadas.

Tras una hora y algo estábamos en la salida buscando nuestro nombre en algún cartel. El taxi que habíamos contratado a través del hotel nos llevó hacia la ciudad. Era un pequeño Suzuki Maruti blanco, que había tenido mejores épocas, donde apenas cabíamos con las valijas. Pronto descubrimos que todos los taxis de Katmandú eran iguales; en lo único que se diferenciaban era en la cantidad de polvo que tenían en el interior y los ruidos que iban haciendo.

Una vez más nos encontrábamos con un tránsito bastante caótico: autos, bicicletas, motos y algunos rickshwas, muy pocas veredas, gente caminando por la calle y casi ningún semáforo; en las esquinas principales por lo menos tenían agentes de tránsito que intentaban poner algo de orden. Estábamos en un valle por el que circulaban una gran cantidad de vehículos decrépitos que iban tirando sus humos tóxicos, la polución ambiental era inevitable. Mocos e irritación de garganta asegurada!!! Gran parte de los transeúntes, los motociclistas y los hombres que dirigían el tránsito usaban barbijos de tela!!!

Cruzamos el río Basmati, que estaba bastante bajo, y vislumbramos a lo lejos  Pashupatinath. Varias casas humildes, algunos monos y caminantes completaban el paísaje.
Tras varios atascos y largas esperas para cruzar las intersecciones importantes (en varias estuvimos parados entre 3 y 5 minutos con reloj), llegamos a la turística zona de Thamel. Tampoco había vereda, la pavimentación de la calle era dudosa, y la cantidad de gente caminando era importante. Había negocios por todos lados que junto con algunos hoteles escondidos peleaban para ver cual tenía el cartel más grande.

Thamel

Nuestro hotel estaba al final de un callejón de piso de tierra- barro (con un gran charco de agua que pese a la ausencia de lluvia no se secó durante toda la estadía) a unos 100 metros de distancia de una de las calles principales. Había varios callejones de similares características en los que se ubicaban algunos hoteles que por estar más escondidos eran bastante tranquilos y silenciosos.

Ni bien pusimos un pié en el “Friend’s Home Hotel” apareció el manager que nos recibió con gran calidez. Mientras hacíamos el check in nos ofreció té y café (las infusiones se servían de cortesía durante todo el día). Era evidente que el lugar no era viejo, de hecho tenía sólo 2 años, todo estaba bien cuidado y tenía aspecto de nuevo.

Nos dieron una habitación en el 2º piso por escalera; todos los hoteles que habíamos averiguado en Katmandú eran de 4 o 5 pisos por escalera. El cuarto era grande, tenía 2 camas con una ventana con vista a la calle, y un más que necesario equipo de aire acondicionado frío/ calor. Lo más importante era su función de “calor”; cuando llegamos, pasadas 17 hs, hacía 12ºC y la temperatura iba a seguir descendiendo hacia la noche.

Todos los planes que habíamos hecho previamente para ese día quedaron truncados. Entre el retraso del avión y la hora perdida en el aeropuerto, faltaba poco para que anocheciera. Así que aprovechamos los pocos minutos de sol que nos quedaban y salimos a dar una vuelta por el barrio. Abundaban los negocios que vendían ropa outdoor trucha (la mayoría de bastante mala calidad), artesanías (incluyendo banderas y ruedas de oración, estatuitas de Buda y Ganesh, elefantes, etc), ropa típica, pashminas, mantas de Yak, libros, mapas, tés y jabones. También había un par de supermercados donde se aprovisionan los mochileros que se hospedan en hostels y los que paran en Katmandú para seguir viaje hacia los Himalayas; las frutas secas, enlatados, chocolates, snacks, galletas, arroz y pastas predominaban en el que entramos.

Volvimos al hotel con maní, castañas, papas fritas y galletitas! Para completar la picada nos encontramos con un “vino tinto” de cortesía por parte del hotel. Lo que nos dieron como vino era una bebida alcohólica, tal vez a base de uva y bastante dulzona, algo que podríamos llamar wine-like.

Esa noche fuimos a comer a Gaia, por recomendación de otros amigos que habían estado ahí las semanas previas. El lugar era muy ameno, con luz tenue proveniente de velas y algunos faroles, pero tenía un pequeño problemita: la mayoría de las mesas –por no decir todas- eran exteriores y la temperatura continuaba en descenso. Nos sentamos en un rincón, sin sacarnos ni una prenda, y pedimos un salteado de pollo (obviamente con especias) que venía con ensalada y 2 chapatis, y espinaca con paneer, hongos y papa asada. 

Brrr, qué frío que tenía!!!! Dimos una pequeña vuelta, lo suficientemente corta para no congelarnos en el camino. Muchos de los negocios continuaban abiertos, a lo que se sumaban un par de puterios subterráneos. La noche era aún joven para algunos… pero no para nosotros.

miércoles, 18 de junio de 2014

La despedida de India...

By Sole 

16 de febrero de 2014

Ultimo desayuno en Jaipur. Nuestra actitud frente a la cantidad y calidad de alimentos de esta comida había cambiado rotundamente desde aquel primer desayuno en Agra. Ya habíamos incorporado algunas frutas peladas, algún que otro omelette y hasta yogurt casero (sin el agregado del saborizante artificial de ananá era intragable!!!). Para esa mañana teníamos programado “tiempo libre por los famosos mercados de Jaipur”; nos quedamos con el recorrido de Old Town propuesto por la guía Lonely Planet. Le pedimos a Ravi que nos dejara en New Gate (una de las puertas de la muralla que rodea la ciudad vieja), la cual estaba marcada como sitio de inicio. Terminamos bajando en un estacionamiento donde quedó Ravi durmiendo, y caminamos unos 200 metros hasta la puerta, confiando en sus palabras.

Teóricamente al ingresar y doblar a la derecha teníamos que chocarnos con el mercado de telas y textiles, pero lo que encontramos fueron carros llenos de ropa –camisas, pantalones, zapatos, etc.– alrededores de los cuales había muchos indios revolviendo. Siguieron manteros con tuppers, herramientas, y hasta pesas y mancuernas. Qué variado el mercado de textiles…



Esperábamos encontrarnos con la avenida del Hawa Mahal luego de tres cuadras, pero encontrarnos una avenida menos glamorosa de lo que recordábamos con varios vendedores de verduras. Qué raro, era la primera avenida, estaría mal dibujado el mapa??? Giramos, caminamos un par de cuadras, pero no encontrarnos ningún edificio conocido. A esta altura estábamos casi seguros que Ravi nos había dejado en cualquier puerta (que le quedaba cómoda a él por la ubicación del estacionamiento) y que estábamos en cualquier lado. Sin preocuparnos demasiado resolvimos el problema parando un tuk tuk, al cual le pedimos que nos llevara al Hawa Mahal. Antes de subir dejamos bien claro el precio y que el mismo nos incluyera a los dos (un timo común es arreglar un precio y cuando uno llega a destino descubre que ese valor era por un solo pasajero, no por ambos). En menos de 5 minutos estábamos frente al Palacio de los Vientos; a unas 10 cuadras de donde nos habíamos subido al tuk tuk,  pero sin un sólo nombre en las calles era imposible ubicarse... 

Confirmamos que habíamos ingresado por la puerta equivocada a la ciudad vieja y en lugar de haber caminado por el mercado de textiles para turistas, lo habíamos hecho por el mercado donde compran los locales.

Aprovechamos la vista que teníamos de la vereda de enfrente al Hawa Mahal para sacar fotos desde un mejor ángulo del que lo habíamos hecho la vez anterior. No tardaron en aparecer un par de hombres que nos ofrecieron ir a la terraza de los edificios que están frente al palacio para sacar mejor fotografías. Rechazamos la oferta y los ahuyentamos diciéndoles que era nuestra tercera vez en Jaipur y que ya teníamos fotos desde ahí arriba. Continuamos la caminata por la avenida perpendicular a la del Hawa; al ser domingo por la mañana estaban todos los negocios cerrados!!! Eramos los únicos turistas y los únicos blancos del lugar, imposible no llamar la atención de las pocas personas que nos cruzamos (que nos miraban de arriba abajo, y de abajo a arriba), incluidos los conductores de tuk tuk.

Fue una caminata muy tranquila y amena. Luego de un buen rato regresamos a la zona de New Gate, donde estaba concentrada la mayor cantidad de gente. Cerca de las 11 hs comenzaron a abrir los locales textiles que no habíamos visto al inicio del recorrido; aprovechamos el horario para comprar un bolsito y ver hasta donde podíamos extender el regateo.

En la avenida del Hawa Mahal los negocios que vendían Jewelery estaban cerrados, y el lugar había sido apoderado por numerosos vendedores de frutas y verduras frescas de muy buen aspecto. Intercalados estaban los infaltables polleros que desplumaban pollos recién ajusticiados. Grupos de mujeres de todas las edades recorrían el lugar y se aprovisionaban. Se podría decir queque tuvimos la posibilidad de recorrer un mercado auténtico y ver como se desarrollaba una típica mañana de domingo.


Mercado de frutas y verduras.



Esperando ser degolladas.


Alguien ve algo raro???

Tras caminar unas 2 horas regresamos al estacionamiento a buscar a Ravi, quien estaba durmiendo con los pies sin calzado (sólo con medias) saliendo por la ventanilla delantera del auto. A esta altura del viaje ya era una imagen típica de chofer indio.

Cerca del mediodía emprendimos el regreso. Teníamos por delante 260 km, unas 5 horas de viaje. Atravesamos la ciudad vieja y fuimos nuevamente hacia Amber. Esta vez el panorama fue distinto, el mayor caudal de tránsito en ambos sentidos puso en evidencia la estrechez del camino que en varios sectores a lo sumo sería de 1 ½ manos. Desde ya que entre el tránsito no faltaban elefantes que iban desde Amber hacia la zona de Jaipur luego de terminar su labor matutina; me impresionó la mirada triste que tenían esos animales!!!


Por el transitado camino a Amber.

Más allá de Amber, la ruta se ensanchaba y se transformaba en “autopista”. Al costado del camino los pueblos se sucedían de manera casi ininterrumpida: poblados de mayor o menor tamaño, con sus mercados y casas humildes, apenas separados por metros de terrenos baldíos, campos o fábricas de ladrillos.

Los camiones abundaban tanto en los 3 carriles que tenía la carretera, como a los costados de la misma donde estaban estacionados (con ropa colgando desde los espejos retrovisores y limpia parabrisas) junto a piletones donde se bañaban los conductores. En general estos vehículos eran muy coloridos, tanto la cabina con la parte trasera. Casi todos tenían el mensaje “Blow Horn”, “Please, horn”, “Use dipper at night” o una combinación de los previos. Como ya mencioné previamente el “blow horn” indicaba que si queríamos pasarlo teníamos que tocar la bocina para que se hiciera a un lado. El “Use dipper at night” era para lograr el mismo efecto pero de noche: un par de guiños con luces altas para que se corran. Por favor no confundir con “Use diapers at night”!!!


Blow Horn!
Hicimos la parada obligatoria de almuerzo y uso de sanitarios. Lugar muy parecido al que habíamos parado en el viaje de ida, con restaurante y negocio de souvenirs con precios super inflados. Nos limitamos a estirar un poco las piernas y comer un par de galletitas que habíamos llevado.

La primera parte del viaje Ravi estuvo bastante callado y sólo la música india (incluyendo el hit “you are very beautiful”) quebró el silencio. A medida que fueron pasando las horas nuestro chofer comenzó con el “sir, you happy? No smile like me and madam”, aparentemente a Seba no se lo veía muy feliz desde el espejo retrovisor, jaja.
Otra vez los temas de conversación fueron muy variados incluyendo métodos de calefacción y cocción de alimentos, uso de castigos físicos en la educación incluyendo el stick, eructos, culminando en un duelo a ver quién era el más pobre y desdichado: chofer vs pasajeros. En realidad este último tema surgió a raíz de un comentario de Ravi que comenzó con “you rich people”. WTF??? Tal vez comparados con un chofer indio éramos ricos, pero comparados con un rico éramos y seguimos siendo pobres. 

No faltó tampoco durante el viaje un atascamiento, en el que estuvimos parados 15 minutos sin movernos. Los choferes se bajaban de sus autos y se iban a ver qué sucedía; nunca descubrimos la causa.

Luego de estar más de cinco horas y media viajando rechazamos la propuesta de ir a tomar un té que nos hizo Ravi unos pocos kilómetros antes de llegar. Sólo queríamos llegar a lo de Coca y Fer!!! Tras varias vueltas por Gurgaon finalmente llegamos!!! Nos despedimos de nuestro chofer sin olvidarnos de darle su tan esperada propina (para no quedar como amarretes ni despilfarradores de dinero, le consultamos previamente a David Díaz cuanto se le solía dar por cada día de servicio).

La despedida de Ravi.

En Gurgaon nos esperaban con medialunas con queso tostadas!!! Yummy!!! Compartimos lo que quedaba de la tarde, y la cena con nuestros amigos. Fer se lució con unos brochetes de pollo (que estaban riquísimos) con un mix de vegetales salteados.


Por cenar con Roti.

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