By Sole
Tras atravesar el barrio de Psyri, algunos locales que vendían frutos secos y legumbres, y artículos de bazar nos anunciaron que estábamos cerca del mercado al aire libre de frutas y hortalizas que aparecería un par de después. Acomodados sobre tablones encontramos los productos más apetecibles y frescos que vimos en mucho tiempo: puerros con sus raíces, repollos, coliflores gigantes, apios, tomates, pepinos, frutillas y limones de colores muy vivos. Otros puestos exponían una amplísima variedad de aceitunas, picklets y halvas. Nos tentamos tanto que compramos frutillas y un pedazo de halva con chocolate -un postre parecido a nuestro amado Mantecol-.
Mercado de frutas y hortalizas |
La más amplia variedad de aceitunas |
Calle mediante entramos al sector techado del mercado que nos generó más curiosidad que hambre. La variedad de pescados, moluscos y mariscos era equiparable a lo que habíamos visto en el Mercado Central de Santiago, Chile. Pero a diferencia de este, también había stands especializados en carnes y achuras de algún animal: cerdo, pollo, cabras, conejos o vaca. En lugar de cartel tenían expuestos el animal entero o alguna parte; a buen entendedor pocas palabras.
Mercado Central de Atenas I: pescado fresco |
Mercado Central de Atenas II: sector carnicería |
Mercado Central de Atenas III: conejitos |
Mercado Central de Atenas IV: pollo y menudencias |
En ese momento de la mañana el lugar estaba en plena actividad: los vendedores anunciaban a viva voz sus productos mientras que otros envolvían los productos que acababan de vender, y los hombres mayores elegían personalmente los pescados más frescos y carnosos que iban a formar parte del almuerzo.
Mercado Central de Atenas V: venta de pescado |
Como aún faltaba un buen rato para almorzar, caminamos sin rumbo por los alrededores del mercado entre negocios de artículos de bazar, objetos de hojalata y mimbre, plantas y semillas, telas y herramientas; claramente estábamos en el territorio del los locales, y no de los turistas.
Cuando ya se nos estaban quedando lisas las suelas de la zapatillas, y se acercaba el mediodía, el destino (o tal vez la orientación de Seba) nos llevó de regreso al mercado y de ahí enfilamos hacia el barrio de Monastiraki.
Tanto en Psyri como en Monastiraki pasamos por varios restaurantes con carteles con fotos de comidas muy tentadoras. La mayoría tenía la carta con precios en un atril en la puerta. Los mozos buscaban clientes activamente invitando a pasar a cuanta persona pasaba por la calle; si alguien se acercaba a mirar el menú le revoloteaban como moscardones.
Luego de evaluar varias opciones entramos en “Kebab Thanasis”, un local con buenos precios, varios comensales y una gran cantidad de mesas en las veredas. Lo que más me había tentado de la carta eran los gyros, la versión local de los shawarmas. El relleno de pollo, cebolla, tomate y la característica salsa de color blanco eran los mismo, pero tenía el toque extra de unas papas fritas, y en lugar de la fina tortilla de trigo, estaba servido en un pan pita plegado como si fuese un cucurucho. Un viaje de ida!!! Seba fue por algo más tradicional y eligió un kebab: un pan pita con albondiguitas de carne alargadas cocidas a la parrilla y unos tomates asados arriba. Mientras saboreábamos cada bocado, veíamos un desfile constante de personas –muchos parecían estar en el horario de almuerzo- que compraban gyros y continuaban viaje.
Kebab Thanasis |
Gyro y kebab |
Durante el almuerzo se largó a llover… otra vez el pronóstico ominoso se cumplía! Por suerte fue solo una nube pasajera y cuando salimos había amainado. Decidimos seguir adelante con las actividades del día y fuimos hacia Keramikos, el antiguo cementerio: un predio con unas pocas ruinas y algunos carteles informativos que no le dieron suficientes pistas a la imaginación para que formara una imagen de lo que el lugar había sido. Dejamos atrás un pequeño fragmento de la muralla de fortificación de Atenas del 480 AC, y fuimos hacia la “La calle de las tumbas” que con sus lápidas, estelas y esculturas parcialmente tapadas por olivos con aceitunas negras era lo más parecido a lo que esperábamos de un cementerio.
Keramicos I |
Keramikos II |
La otra atracción del complejo era un pequeño museo en el que estaban expuestas las versiones originales de varias de las esculturas que acabábamos de ver, jarrones y artesanías de la época clásica con figuras humanas e imágenes de batallas y sexo, y antiquísimos cerámicos que le dieron el nombre al lugar.
Keramikos III |
El regreso fue por la peatonal Apostolou Pavlou, un paseo con cafés con mesas en la calle -algunos con mejores vistas que otros de la Acrópolis-, y varios artistas junto a sus pinturas y manualidades a la venta.
Tras una rápida pasada por el departamento para buscar agua caliente nos fuimos a la colina Filopappo de las Musas, que por su ubicación y altura prometía lindas vistas de la Acrópolis y del resto de la ciudad. Esta elevación estaba integrada a la ciudad como un parque lleno de árboles, surcado por varios senderos de tierra ascendentes o escaleras de piedra que confluían en un camino principal que conducía a la cima. Para no perderse la idea es ir siempre hacia arriba.
Subiendo la colina de Filopappo |
Si bien subimos varios metros, al ir distraídos viendo los olivos con frutos y zigzagueando por distintas sendas, se nos hizo fácil y en 15 minutos estábamos en la zona más alta donde el verde era reemplazado por el gris del suelo y las piedras que dominan el paisaje.
Rodeamos el Monumento de Filopappo, los restos del mausoleo funerario construido en el siglo 2 DC para honrar a un gobernador romano que se apellidaba así, y quedamos cautivados por la vista panorámica que nos dio una idea de lo grande que es Atenas más allá de los pocos barrios que solemos visitar los viajeros. Las construcciones se extienden por kilómetros hasta los límites naturales como el mar y colinas vecinas. Por la ubicación del sol, en ese horario de la tarde vimos muy bien la Acrópolis y todo el resto de las construcciones que estaban hacia el este, pero nos costó mucho apreciar la zona del Pireo. Saciados de fotos, nos sentamos en un banco e hicimos una merecida merienda con mate, frutillas y galletas con chips de chocolate.
Monumento de Filopappo |
Desde la colina Filopappo I |
Desde la colina Filopappo II |
Antes de que comenzara a ponerse el sol enfilamos hacia abajo, encontrándonos en un camino solitario con un grupo bastante hostil de perros callejeros -identificados con collares con chapitas- que nos hacían frente mostrándonos los dientes. Con la adrenalina bien arriba, el corazón agitado y las piernas temblorosas, sin dejar de mirarlos retrocedimos un poco, y bajamos campo traviesa unos metros, siempre con movimientos suaves, hasta que perdieron el interés en nosotros; ellos siguieron hacia arriba y nosotros hacia abajo.
Luego de tanto trajín estábamos un poco cansados por lo que decidimos cenar en el departamento.
Tips:
- Mercado Central: pintoresco y auténtico donde se puede ver a los atenienses haciendo las compras. Es una gran oportunidad para comprar frutas, frutos secos o halva para picar durante el día.
- Gyros al paso: considerando el precio, lo que llenan y lo sabrosos, son una excelente opción de comida al paso, sobre todo si el día está soleado ya que en los alrededores hay varios lugares lindos para sentarse.
- Kerameikos: entramos con el ticket combinado de sitios arqueológicos de Atenas. Se puede sacar la entrada en forma independiente con un costo de 8 euros. Se podría obviar si no se tiene demasiado tiempo, o si el presupuesto es limitado.
- Colina Filopappo: excelentes vistas panorámicas de la ciudad, incluyendo la Acrópolis. A la tarde se puede ver la puesta del sol sobre el puerto. Hay banquitos para sentarse a descansar y picar algo.
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