By Sole
28 de Octubre 2016
Considerando que estaba pronosticado lluvia para los siguiente días, a las 6:30 hs ya estábamos desayunando. Teníamos que aprovechar al máximo el día soleado que se avecinaba. Además, habíamos leído que el mejor horario para visitar los jardines de la ciudad era bien temprano a la mañana, antes que llegaran los tours chinos que venían en day trips desde Shanghai. Imaginen como seguimos al pie de la letra el consejo que ese día hicimos un desayuno rápido y discreto a pesar de todas la opciones que había en el comedor.
Ajustándonos a nuestro plan ni bien desayunamos iniciamos la
caminata hacia el “Humble Administrator's Garden”, el jardín más grande y
representativo de Suzhou. Tras haber pasado un par de días en Hanoi, poder
caminar por veredas, y cruzar calles con semáforos con un tránsito no tan
caótico nos resultó sumamente placentero.
Tal como esperábamos cuando llegamos había muy poca gente;
de hecho ni tuvimos que hacer fila para sacar las entradas (90 Yn cada una), la
empleada de la boletería estaba esperándonos. Aprovechando el silencio, y la poca gente –en general eran personas solas o parejas- fuimos recorriendo
ese gran complejo exquisitamente diseñado en el que convivían los jardines
propiamente dichos con flores, césped y arbustos, pérgolas, construcciones que
parecían jardines de invierno cuidadosamente amueblados, estanques y cursos de
agua atravesados por pequeños puentes de piedras. En un sector había una
colección impresionante de bonsáis; nunca habíamos visto una colección tanta
grande y variada.
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Varias tomas del jardín (antes de los tours) |
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Jardín de bonsáis |
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Mi fotógrafo favorito |
Nos resultó un lugar muy lindo para una caminata matutina, sacar
fotos, o sentarse a comer algo o leer un libro... al menos esa fue nuestra
impresión hasta que a las 8:45 horas nos cruzamos con la primera oleada de
orientales aglutinados detrás de un guía con la infaltable banderita. En pocos
minutos el jardín perdió la paz y se transformó en un caos; no faltaban los gritos,
gente vestida con los colores más estridentes y las combinaciones de ropa de lo más
bizarras empujándose entre sí y peleando por un lugar
para sacarse una selfie. Llegó un momento en que parecían hasta salir de debajo
de las piedras!!! Tras observar un rato la escena como si fuese un experimento
sociológico pusimos fin a la visita y dijimos “hora de partir!”.
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El jardín (con los tours) |
Nuestra recomendación: para disfrutar del lugar y sacar
lindas fotos hay que estar ahí a cuando abre sus puertas.
Sin planificarlo, y solo porque estaba al lado y era
gratis entramos al Museum of Suzhou. Poco recuerdo de esa atracción que no logró
captar nuestra atención. Recorrimos rápidamente varias salas donde estaban
expuestas algunas piedras talladas, abanicos, piezas de cerámica de distintas
dinastías, y un par de pinturas modernas. Ingresar fue fácil –más allá de pasar
por el scanner de seguridad-, pero salir fue casi una tarea imposible. Guiados
por los aislados carteles que indicaban la salida terminamos en una especie de
laberinto pasando de una sucesión de pasillos hasta que finalmente encontramos
la calle.
Cuando logramos salir ya había bastante gente
en la calle, incluidas varias personas con carteles escritos
en chino en sus manos que intentaron insistentemente vendernos algo que estimo que eran
tours… como no teníamos interés en contratar nada ni ser víctimas de un scam ni
siquiera les dimos la posibilidad de que nos explicaran de que se trataba. Huimos por la primera calle que encontramos, alejándonos rápidamente de la muchedumbre y de estos estos individuos. Guiados por el excelente sentido de la orientación de Seba llegamos a Pingjiang road, una
callecita muy pintoresca que conservaba un canal de agua y varios puentes para permitir el cruce de la calle. Fuimos
caminando por la peatonal que corría paralela al canal en el
cual circulaban algunos botes de bambú con turistas cual góndolas venecianas.
Completaban el paisaje pequeños locales con productos artesanales, cafés y
puestos de expendio de jugos naturales. Tuvimos la impresión de estar recorriendo una escenografía donde
todo estaba colocado a propósito para crear una escena idílica quedada en el tiempo, salvo por las
siempre presentes motos que hacían caso omiso al hecho que la calle fuese peatonal e
iban esquivando gente tocando insistentemente sus bocinas. Como en todo lugar
representativo o pintoresco de una ciudad había varias parejas de novios o tal
vez recién casados en trajes tradicionales sacándose fotos. A pesar de la sensación de artificialidad con la que nos quedamos, consideramos que es uno de los lugares más lindos de Suzhou que merece una visita.
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Uno de los canales de Suzhou |
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Just married? |
Buscando algo más autentico tomamos una de las callejuelas
perpendiculares. Excelente decisión! Nos encontramos con otra vía peatonal y otro canal, pero con muy poca gente y en lugar de negocios
casas que nos recordaron a lo que en Argentina llamamos “casas chorizos” -una
entrada con un largo pasillo del que salían varias puertas-. Como detalles de
color recuerdo la ropa tendida en la calle sin ningún tipo de pudor ni temor a
que alguien “tomase prestada” alguna de las prendas en las que había grandes calzones.
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Orgulloso de mis calzones |
Teníamos marcados en el mapa varios puntos de interés a
visitar, pero ninguno con la calificación de imperdible; eran simplemente las
“atracciones” de la ciudad que las guías mencionaban. Así fue que llegamos al “Couple's garden”. Qué
nombre romántico… hasta que uno ver un tour entrando y el lugar pierde todo
romanticismo. Como sólo estábamos dispuestos a pagar los 25 Yn a cambio de un
rato de silencio y tranquilidad, desistimos de entrar…
Si bien no entramos eso no impidió que nos sentásemos en un
banco en las inmediaciones del ticket office a descansar y picar algo mientras
veíamos a los grupos de turistas de lo más extravagantes yendo hacia el jardín.
Habiendo recuperando algo de energía y en vistas de que el
día venía desmejorando –ya no quedaba nada del sol de la mañana-, decidimos
seguir viaje; no había tiempo que perder! Tras caminar un par de metros
nos encontramos con un paseo que corría paralelo a un sector reconstruido de la antigua muralla de la ciudad. Del lado interior de la muralla había varios bancos para sentarse, estatuas de figuras humanas en tamaño real representando distintas profesiones, y pequeños bares y restaurantes –estos últimos hacia el final del recorrido-. Del lado de afuera, encontramos un canal de mayor tamaño que los anteriores por
el circulaban algunas lanchas con contingentes de turistas. Disfrutamos mucho esa caminata sobre todo por la poca gente que había.
El siguiente punto que teníamos marcado en el mapa eran las
“Twin pagodas”. Caminamos varias cuadras, haciendo una de nuestras casi obligatorias paradas en un par de supermercados. Como casi todos los que habíamos visto hasta el momento también eran pequeños pero con los productos alimenticios más artificiales y menos
apetecibles del mundo como las “garritas de pollo” envasadas al vacío que merecieron una foto.
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Comemos??? |
Entre una cosa y otra, cuando nos quisimos dar
cuanta habíamos pasado de largo las
pagodas. Qué raro! Reconozco que podemos habernos distraído un poco con los
supermercados, pero no tanto como para no ver dos pagodas! Volvimos
sobre nuestros pasos y no vimos nada… más raro aún… no podían haber
desaparecido. Reevaluamos el mapa y estaban marcadas ahí… Esta vez decidimos ir
por el otro lado de la calle, tal vez el mapa era “orientativo” y no daban a la
avenida. Nos metimos en un callejón paralelo a Ganjiang dong road y fuimos
buscándolas detenidamente entre los restaurante hasta que finalmente las
encontramos. Realmente el lugar desde la calle no llama mucho la atención y no
hay un cartel indicativo claro. Con tan solo mirar a través de la puerta nos llevamos una
gran decepción; eran más pequeñas de lo que imaginábamos y con muy poco espacio
verde alrededor. Una vez más desistimos de pagar la entrada –que en este caso
era de 8 Yn- y decidimos seguir caminando hasta el Templo Wen o de Confucio.
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