By Sole
28 de
febrero de 2014
Esa
mañana reapareció el despertador. A las 7:15 hs teníamos que estar listos en el
lobby esperando que nos pasaran a buscar para ir al Angthong National Marine
Park. Pasadas las 7:30 hs pasó una combi en la que venían dos parejas, una
anglo y una oriental. Pasamos por otro hotel donde recogimos cuatro orientales
más, uno de los cuales pasó todo el recorrido jugando con el celular sin
siquiera levantar la cabeza.
Existen
excursiones que van al parque en lanchas pequeñas –speed boat- con pocos pasajeros (más exclusivas)
o la que nosotros contratamos, más populares y de menor costo.
Unos 45
minutos después llegamos a Nathon Pier, del otro lado de la isla, y abordamos
el barquito. Dentro de la excursión estaba incluído el desayuno que consistía
en infusiones que resultaran de la combinación de cacao, café instantáneo,
leche en polvo y azúcar, con agua caliente. Para picar había sándwiches de pan
lactal y mermelada de naranja, y bananas. Apenas agarramos un sándwich y una
banana; aún no teníamos hambre y además teníamos un viaje de una hora y algo
por delante (no quería tentar a la suerte).
Navegando! |
Al
navegar en un barco grande que no podía aproximarse a la orilla (a diferencia
del speed boat) tuvimos que transbordar a botes con motor/ timón largo. Subimos y bajamos uno a uno
para no desestabilizar la precaria embarcación. Cada ascenso y descenso fue bastante
interesante aunque lento, sobre todo para alguna mujer que iba con su cartera
Louis Vuitton (ideal para la playa, no?).
En
tierra firme nos pusimos las zapas y nos dirigimos al sendero de trekking.
Sorpresa!!! No había escaleras, entarimados ni nada parecido… pero si un camino
repleto de piedras y raíces, entre árboles de los que había atadas sogas que resultaban muy útiles para
facilitar el ascenso y descenso. Rápidamente fuimos
ganando altura y entrando en calor. A los 100 metros nos encontramos con el primer mirador, unos 100 metros más arriba el
segundo, y alrededor de los 350 metros, desvío mediante, el tercero. Hasta ahí
todo había sido relativamente fácil (para nosotros que somos expertos
senderistas!); el problema fue acceder al último…
Pasado cierto nivel nos encontramos con grandes afloramientos rocosos con una mezcla
de piedras filosas y resbaladizas. Dudé en seguir ascendiendo luego de que
pasara por mi cabeza la pregunta “si subo, cómo bajo?”. Dejé de lado mis dudas
y miedos y seguí subiendo, algo de lo que no me arrepiento!!! La vista del
mirador de los 500 metros es maravillosa y vale todo el esfuerzo y riesgo de
raspones a los que uno se expone en el ascenso.
Trepando las piedras... |
Fuimos
gratificados con una espléndida vista del conjunto de 42 islas. Sacamos varias
fotos, nos hidratamos, apreciamos el paisaje sin poder creer donde estábamos.
Cuando fue poblándose el mirador, tomamos coraje y emprendimos el descenso que
fue técnicamente más dificultoso que el ascenso. Fue imprescindible el uso de
las sogas, y los pantalones de trekking reforzados en la región glútea. Una
vez más utilicé mi técnica de bajar casi sentada; lamenté no haber llevado la
tela de las piernas del pantalón desmontable luego de recibir un par de
raspones sin importancia.
Una vista impagable!!! |
Cuando
llegamos al barco, los que habían tomado el primer bote ya estaban almorzando.
Pronto nos unimos a ellos! Agarramos las bandejas metálicas hospitalarias/
carcelarias y nos ubicamos en la fila que conducía a los compartimentos con
alimentos. Un poco de arroz, una presa de pollo por persona, vegetales con
salsa agridulce y ensalada de vegetales crudos fueron nuestro almuerzo, unos
trozos de sandía nuestro postre.
Cuando
estábamos terminando de engullir los alimentos ya comenzaron a llamarnos para
realizar la siguiente actividad: kayak!!! Una vez más descendimos en los botes
pero a una isla diferente donde nos repartimos en kayaks dobles. Estaba salvada
con Seba ocupando el lugar de capitán de nuestra embarcación plástica! Tras una
breve explicación de cómo usar el remo (estuvo de más para nosotros –ya
duchos-) comenzó el paseo!!!
Remando
en las aguas transparentes, dimos una vuelta por una zona cercana de
acantilados y como la marea estaba baja nos pudimos meter en una especie de
alero debajo del mismo. Luego de bordear parte de la isla hicimos una pequeña
parada en una playa desierta para darnos un chapuzón en las cálidas aguas. Un
sueño!!!
El gran maestro del remo. |
Lo que siguió fue alucinante!!! Nos metimos en una cueva con el techo muy bajo, a tal punto que en algunos sectores tuvimos que reclinarnos hacia atrás para no golpearnos la cabeza!!!
En
recorrido culminó en Koh Mae Koh, donde abandonamos definitivamente los kayaks
e hicimos una pequeña caminata por pasarelas de madera y una infinita sucesión
de escaleras que nos condujeron a una laguna de un color entre azul y esmeralda
ubicada en el interior de la isla. Una vez más puedo decir que valió la pena el
esfuerzo que nos demandaron todas esa escaleras, la laguna Talay Nai es
bellísima!!! A esta altura no hay dudas de que hay que estar en buen estado
físico para disfrutar de esta excursión al 100% (y no llevar carteras Louis
Vuitton, son innecesarias… tampoco vestidos o zapatos de taco, deberían
aclararlo en el folleto en idiomas orientales)
Laguna Talay Nai |
Entre
una cosa y otra pronto se hizo el horario de regresar al barco. Hora de la
merienda!!! Mientras emprendíamos el retorno a la costa de Samui nos dieron
bebidas sin alcohol y una galletitas sándwich rellenas con margarina y azúcar por
lo que pude interpretar luego de probar una (era imposible leer la etiqueta en
tailandés!).
El
viaje fue tranquilo, pero como todo regreso se hizo eterno!!! Al momento del desembarco nos topamos con un
puesto improvisado donde vendían porta retratos con unas fotos que nos habían
sacado al subir. La foto menos estética que se puedan imaginar!!! Habiendo
recorrido lugares que no les cabe otra denominación de increíbles, estos tipos
vendían fotos del momento del embarque en el muelle!!! Los anti-fotos salíamos
juntos en una misma, yo mirando al fotógrafo y Seba atrás mio con
una cara de “no se te ocurra sacarme una foto porque no te la
voy a comprar”. Está de más decir que volvimos rápidamente a ocupar nuestros
lugares a la combi sin comprarla, mientras que el resto de la excursión cayó en
la tentación narcisista de tener una foto más de sí mismos y subieron con los
paquetitos en la mano.
Ni bien
llegamos al hotel pasamos por la habitación, agarramos unos snacks, una cerveza Singha y una bebida de melón a base de vodka Smirnoff, y nos fuimos a hacer una
picadita a la playa frente al mar antes del anochecer.
Chin chin! |
El postre más "liviano" del viaje! |
Contentos con el día que habíamos pasado nos fuimos a descansar a nuestra habitación antimosquitos…